ENTREVISTA
“Hoy vivimos en la Colombia más segura de las dos últimas generaciones”
Luis Carlos Villegas, ministro de Defensa, hace un balance de su gestión, evalúa la situación de seguridad en el país y dice que nuestra Nación será la primera en usar drones para erradicar cultivos ilícitos.
RODRIGO PARDO: ¿Cómo está la seguridad del país?
LUIS CARLOS VILLEGAS: Hoy vivimos en la Colombia más segura de las dos últimas generaciones. En 2017 la tasa de homicidios fue la más baja en 42 años. Pero claro, tenemos problemas, hay delitos, como en cualquier nación del mundo, especialmente en los escenarios urbanos, que requieren de un mejor manejo policial y de justicia.
R.P.: ¿Hoy necesitamos otro tipo de fuerzas?
L.C.V.: Sí, por eso están en proceso de transformación. La transición del conflicto a la seguridad ciudadana, tanto urbana como rural, enfrenta dificultades en regiones donde aún hay serios problemas de crimen organizado. Por eso necesitamos Fuerzas que puedan actuar a plenitud en operaciones como Atlas (Tumaco) y al mismo tiempo hacer patrullajes urbanos, controlar el microtráfico o intervenir en zonas urbanas pequeñas como el Bajo Cauca, donde confluyen la droga y la minería ilegal.
R.P.: ¿A futuro necesitamos más Policía que Ejército?
L.C.V.: Sin duda. El presidente Santos entrega una fuerza policial con 26.919 efectivos más que en 2006 y con una fuerza militar con 2.000 o 3.000 soldados nuevos. A futuro debe haber una masiva presencia policial en las ciudades, en el campo donde ya no hay conflicto y unas Fuerzas Militares dedicadas a terminar con los problemas de orden público en las cuatro regiones que todavía los sufren.
R.P.: ¿Cuál sería el factor determinante para que mejore la seguridad?
L.C.V.: Tener la fuerza pública más poderosa de nuestra historia, con efectivos suficientes, con movilidad para ocupar el territorio, con más inteligencia y presupuesto.
R.P.: Preocupa que el Estado no haya sido eficaz en llegar a los lugares donde estaba el conflicto...
L.C.V.: Algunos analistas están pidiendo demasiada velocidad. Teníamos que hacernos invisibles durante el conflicto para ganarlo, y ahora la gente quiere ver el soldado antes de acostarse en cada vereda. Se necesita una nueva forma de ejercer autoridad, porque fuera de las cuatro grandes zonas: Urabá, Catatumbo, Tumaco y algo del norte del Cauca, tenemos una presencia masiva que da tranquilidad.
R.P.: Pero, mientras se consolida esa presencia, ¿no se les da ventaja a los grupos criminales?
L.C.V.: No, porque al mismo tiempo estamos llevando a cabo campañas de inteligencia e interdicción al narcotráfico. Eso que usted dice sucedió en Tumaco antes de que empezáramos la campaña Atlas. Hoy estamos en plena acción allí y los resultados son maravillosos, tanto que han desinflado el combustible del conflicto.
R.P.: ¿Colombia está exportando menos cocaína que antes?
L.C.V.: Esa es la tesis que sostenemos con el general Naranjo. El año pasado fueron 436 toneladas de cocaína y otras 110 que se incautaron con inteligencia nuestra en Panamá, Ecuador, Perú y algunas naciones centroamericanas. Es decir, de las 700 toneladas que se producen en Colombia, estamos incautando fácilmente 550.
R.P.: ¿Es sostenible una política que dependa de la interdicción mientras se mantenga el cultivo en las dimensiones actuales?
L.C.V.: No. Tienen que desaparecer los cultivos. Por eso hicimos un acuerdo con Estados Unidos, a cinco años, en el que establecemos dónde empezamos y dónde queremos terminar en 2023. Ya contamos con los presupuestos y el personal de la Policía y las Fuerzas Militares para sanear 70.000 hectáreas por año. Seremos el primer país que usa drones para erradicar cultivos ilícitos.
R.P.: En el sur, la presencia de alias Guacho y el asesinato de tres periodistas, han invitado a pensar que las disidencias de las Farc están disminuyendo los beneficios del acuerdo de paz...
L.C.V.: Cuando empezamos a negociar, el más optimista de todos los observadores decía que se cubriría el 50 por ciento de las Farc, y hoy hablamos del 90 por ciento por el acuerdo y un 10 por ciento de las disidencias, que se marchitan.
R.P.: ¿El peligro de esas disidencias es real?
L.C.V.: Siempre existirá, aunque cada día menos. Me ha sorprendido gratamente la reacción del Secretariado a las distintas dificultades que ha tenido el proceso, que podrían haber acabado con todo.
R.P.: ¿Qué significa el ingreso de Colombia a la Otan?
L.C.V.: Colombia dio un paso adelante hacia su categoría de país desarrollado. La membresía en la Ocde es para garantizar buenas prácticas económicas, y la calidad de socio global de la Otan será vital para la transformación de su fuerza pública.
R.P.: ¿Cuál es el mayor desafío que tiene el país en seguridad?
L.C.V.: Yo diría que la región del Catatumbo porque allí confluyen los residuos del conflicto grande, es decir, ahí están las disidencias de las Farc y del ELN, restos del crimen organizado –que ha sido diezmado por la operación Agamenón en Urabá y por la operación Hércules en el sur–, Pelusos, antiguos EPL, Puntilleros y lo que queda del Clan del Golfo.
*Director Editorial de Semana.