Este cultivo está presente en 21 departamentos y 152 municipios del país. | Foto: Guillermo Torres

COMERCIO

La producción de palma de aceite dejó 3,7 billones de pesos el año pasado

El sector palmero del país continúa con un buen comportamiento. Colombia es el primer productor de aceite de palma en América, y el cuarto en el mundo.

Jens Mesa Dishington*
3 de mayo de 2018

Gracias al liderazgo de muchos empresarios palmeros, que tienen la visión y cuentan con el apoyo de un gremio consolidado, la agroindustria de la palma de aceite se consolida como uno de los sectores impulsores del agro colombiano.

Estos esfuerzos van de la mano con el crecimiento sostenido del sector. En la última década, la producción de aceite de palma ha crecido a una tasa promedio del 9,2 por ciento, lo que refleja su dinamismo. La cifra récord de producción en el último año significó un crecimiento de 42 por ciento frente a 2016. Es decir, esta agroindustria avanza y espera superar los 2 millones de toneladas anuales de aceite de palma.

En 2017 el valor de la producción del ramo ascendió a 3,7 billones de pesos y se estima que su participación en el PIB agrícola nacional fue del 11 por ciento. Ese mismo año el sector palmero exportó la mitad de su producción. Por este desempeño ocupó el quinto lugar en el ranking de exportación del renglón agropecuario. Y, en el contexto internacional, Colombia se posicionó como el cuarto productor mundial de aceite de palma (después de Indonesia, Malasia y Tailandia), y el primero de América.

Este cultivo tiene presencia en 21 departamentos, 152 municipios del país y cuenta con el trabajo de 6.000 productores. El 80 por ciento de ellos son pequeños productores, empresarios que cuentan con menos de 50 hectáreas. Muchos de estos conforman 139 alianzas productivas estratégicas palmeras. El sector es sólido, genera alrededor de 160.000 empleos, directos e indirectos. Según las cifras de Fedepalma–Dane, más del 75 por ciento de los trabajadores del sector tienen una vinculación formal, lo cual contrasta con la alta informalidad laboral que impera en el campo.

Esto ha mejorado la calidad de vida de las comunidades rurales donde opera la agroindustria. Así lo registra un estudio del Departamento Nacional de Planeación, que revela que de todos los municipios que vivieron el conflicto armado, aquellos donde se sembró la palma tienen un 30 por ciento más de valor agregado per cápita, que aquellos donde no se cultivó. He ahí el llamado ‘dividendo social de la palma’.

Por último, cabe resaltar que no solo el gremio palmero se ha fortalecido, también lo ha hecho el Centro de Investigación en Palma de Aceite (Cenipalma), que tiene 26 años. Este lidera los estudios en el sector agropecuario colombiano y es un referente en tecnologías para la palma de aceite en los ámbitos nacional e internacional.

*Presidente ejecutivo de Fedepalma.