HISTORIA
Caño Limón, Cusiana y Cupiagua, los pozos que rescataron a Colombia
Estos sacaron al país de crisis económica, lo convirtieron en exportador de petróleo y aún alimentan sus finanzas. ¿Habrá otros hallazgos similares? Es poco probable.
En julio de 1983, cuando el país parecía condenado a una crisis en las finanzas públicas y sufría las consecuencias de la baja en la producción de pétroleo, una buena noticia llamó al optimismo. En el departamento de Arauca, las compañías Occidental y Ecopetrol anunciaron el hallazgo de uno de los más grandes yacimientos de crudo en la historia de esta industria en el país.
Se trataba de Caño Limón. El descubrimiento se produjo, tal vez, cuando las empresas menos lo esperaban, pues a pesar de que todo indicaba que allí había petróleo, las brocas no alcanzaban a llegar a los depósitos donde este se encontraba. Cuando brotó el crudo, muchos de los trabajadores tuvieron que desempacar las maletas que ya tenían listas para irse del campo.
Inicialmente, recuerdan fuentes de Ecopetrol, se estimaba que Caño Limón tenía reservas de 50 millones de barriles, pero se equivocaron: con los trabajos de explotación iniciales se supo que en realidad tenía 1.200 millones de barriles.
“Gracias a este campo Colombia no solo dejó de importar crudo, sino que empezó a ser autosuficiente y a exportar, algo que había dejado de hacer durante una década. Al mismo tiempo, se logró una recomposición de las finanzas públicas y se impulsó el desarrollo de Arauca, que por entonces estaba distante de los indicadores de progreso”, afirma Álvaro Mejía Londoño, ingeniero de petróleos.
Pero la historia petrolera del país seguiría recibiendo buenas noticias. No se había terminado aún el fervor por el descubrimiento de Caño Limón cuando, en 1991, Ecopetrol y su socio BP anunciaron un hallazgo inmenso en Casanare, también en los Llanos Orientales.
Con unas reservas de 1.600 millones de barriles, fue presentado el campo Cusiana, que según informaron los voceros de la petrolera era un crudo de alta calidad. El hallazgo le permitió muchos más alivios al presupuesto nacional, que creció paralelo con la producción bombeada por el descubrimiento casanareño.
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Por supuesto, los coletazos de Cusiana también tocaron a Ecopetrol, que desde entonces comenzó un proceso de robustecimiento y a explorar más negocios gracias a los millonarios recursos que dejó el campo y las tecnologías que se trajeron para explotarlo.
Faltaba otro hallazgo, que junto a los dos anteriores, está en la cima de la historia de la industria petrolera del país: Cupiagua. En el último trimestre de 1992, cuando aún se discutía el verdadero potencial de Cusiana, a 15 kilómetros de allí, la BP y Ecopetrol encontraron un yacimiento con reservas de 500 millones de barriles.
“Para efectos de administración, Cusiana y Cupiagua –por su cercanía– se unieron administrativamente y junto a Caño Limón siguen produciendo crudo y gas, aunque no en los niveles iniciales, pero se trata de procesos naturales de declinación. Desde entonces se han invertido miles de millones de dólares en el hallazgo de yacimientos similares, pero lo encontrado, a pesar de que es bueno, no es similar”, asegura Juan Carlos Bilbao Fuentes, ingeniero de petróleos especializado en gas.
Para el economista Óscar David Cuello Caballero, aunque pasajeras, las bonanzas generadas por Caño Limón, Cusiana y Cupiagua fueron significativas porque llegaron en un momento difícil para las finanzas de la Nación y de Ecopetrol. “Estas nos permitieron salir de un ‘atolladero’ y evitaron que el hueco fiscal se convirtiera en un agujero negro”, apunta.
Hoy día, las estimaciones de hallar crudo de la calidad de los tres campos hito en Colombia no son tan optimistas y el negocio, apunta Bilbao, se dirige hacia los yacimientos de petróleo pesado, que están siendo cada vez más explotados ante la declinación natural de la producción de los pozos de mejor calidad y los menos frecuentes descubrimientos de nuevas fuentes.
“Este año ha subido el precio del barril de petróleo y el país se ha ido especializando en la explotación de los campos de crudos pesados, que son más complejos económica y técnicamente en sus procesos, lo mismo que su refinación, pero es que no ha habido otro Cusiana”, concluye Bilbao.