ANÁLISIS
El petróleo seguirá reinando…
Eso afirma en este análisis el expresidente de Pdvsa Luis E. Giusti. quien hace, además, un recorrido histórico por esta industria.
El 27 de agosto de 1859 el coronel Edwin Drake realizó el primer descubrimiento de petróleo mediante perforación en Titusville, Pensilvania, Estados Unidos. Desde esa histórica fecha el mundo ha sido testigo del auge y las crisis que han afectado a la industria petrolera.
Las primeras décadas de explotación en territorio estadounidense se dieron en medio de un frenético desorden en busca de la nueva fuente de energía que sustituyó al aceite de ballena para la iluminación. Pero los precios cayeron muy pronto, de 20 dólares a pocos céntimos por barril.
En el siglo XX apareció el motor de combustión interna desarrollado por Henry Ford y el petróleo ganó una inmensa popularidad. En 1928 se reunieron en el palacio de Achnacarry, Escocia, las ‘Siete Hermanas’, es decir, las siete empresas petroleras más grandes de ese momento, encabezadas por la Standard Oil, de John Rockefeller. Su propósito fue ponerle orden al mercado y entonces se fijó una política sensata de precios, que no fueran tan bajos –porque este negocio debía ser lucrativo–; ni tan altos, para no desestimular el consumo.
Algunas décadas después, más exactamente el 14 de septiembre de 1960, en Bagdad (Irak) se fundó la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), por iniciativa de Arabia Saudita, Venezuela, Irán, Irak y Kuwait. Durante los primeros años tuvo poca influencia, pero en 1973, por iniciativa de Libia, se inició un embargo petrolero, al cual se sumó esta organización. Los precios del crudo escalaron rápidamente, pero en poco tiempo los países industriales desarrollaron programas de eficiencia que redujeron la demanda y los precios volvieron a caer.
La Opep reaccionó con un sistema de cuotas con el que se convirtió en productora marginal y prácticamente en la reguladora del precio del petróleo. Así funcionó esta industria durante todo el siglo pasado, siempre con el crudo actuando como la ‘sangre’ que le da la energía fundamental y eficiente al desarrollo económico global.
Sin embargo, a principios de los años cincuenta surgió una escuela de pensamiento iniciada por el texano King Hubbert, un geólogo que se preguntaba cuánto duraría esa negra ‘sangre’ en el mundo. En 1956 pronosticó que la producción de Estados Unidos llegaría a un pico en la década de los años setenta y acertó. Pero en 1974 auguró que habría otro pico en 1995 y se equivocó –por mucho–. Al igual que Malthus y el Club de Roma, Hubbert había subestimado el impacto del ingenio humano y de la evolución tecnológica.
¡El pico! ¿Cuál pico?
Es importante subrayar que múltiples estudios realizados por miembros de la escuela de la ‘Cornucopia’, como el profesor Maury Adleman, del Massachusetts Institute of Technology, y el profesor Vaclav Smil, de la Universidad de Manitoba, predijeron todo lo contrario: una abundancia de crudo por muchas décadas más. En palabras de Adleman, “para pronosticar el pico y el final de las reservas petroleras, tendría que poderse pronosticar el pico de la evolución tecnológica y del ingenio humano y nadie puede saber eso”.
Hoy, el mundo consume su energía primaria de 285 millones de barriles de petróleo equivalente por día. De estos, el 34 por ciento proviene del petróleo como tal, el 26 por ciento del gas natural, y el 22 por ciento del carbón. Es decir, un 82 por ciento de la energía primaria del planeta halla su fuente en los combustibles fósiles. Y esto sucede con el 18 por ciento restante: 5 por ciento es originado por la energía nuclear; 2,2 por ciento, por la hidroelectricidad; y 10,8 por ciento, por combustibles renovables.
La inmediata conclusión es que, a pesar de que el mundo trabaje en reemplazar a las fuentes fósiles por energías renovables, debido a las nobles motivaciones ambientalistas, en especial para luchar contra el calentamiento global, los primeros continuarán dominando por muchas décadas más, sobre todo en el sector de transporte.
Estas consideraciones nos invitan a replantearnos la premisa excluyente de “o los unos, o los otros”, o de escoger entre los “sucios fósiles” y los “limpios renovables”. La protección del medioambiente les compete a todas las naciones y a todos nosotros, pero es de superlativa importancia abordar el asunto de manera responsable. Es lo que el Congreso Mundial de Petróleo ha denominado “el trilema energético”, es decir, ¿cómo asegurar suficiente energía, accesible, confiable, y sustentable para cubrir las necesidades de una creciente demanda mundial, incluyendo la requerida por 1,3 billones métricos de personas sin acceso a electricidad?
En ese sentido, el mundo está viviendo un renacimiento tecnológico con la explotación de las lutitas (roca madre, source rock), el shale oil, entre otros, Su impacto se lo debemos a la perseverancia de George Mitchell –inventor del fracking– y es muy poco comprendido por la mayoría de la gente. En la práctica, y debido a este proceso, toda roca madre es un yacimiento explotable. Ahora, el shale oil es atacado alrededor del mundo. Se le acusa de utilizar “una nueva tecnología de fracturación hidráulica que contamina las formaciones de agua fresca”. (Sobre los mitos del fracking hablamos en la página 94).
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El petróleo será protagonista
Pero esta no es una labor nueva. El primer trabajo de fracturación hidráulica se realizó en 1937 en Estados Unidos. Desde entonces esa nación ha ‘fracturado’ más de 1 millón de pozos. ¿Es peligrosa esta técnica? En realidad, solo si un pozo ha sido mal cementado puede contaminar las acuíferas. La disposición irresponsable de las aguas utilizadas en cualquier fracturación, también podría tener este efecto contaminante, pero existe una legislación de protección al respecto.
Durante décadas Arabia Saudita ha sido el mayor productor de petróleo del mundo. Sin embargo, en Estados Unidos la combinación del shale oil, con el renacimiento de la producción en el Golfo de México (aguas territoriales estadounidenses) y la eliminación de la prohibición de exportar crudo, ha contribuido a que este país sea hoy el gran productor, y el rey del planeta, con 11.000.000 de BPD. Además, el impresionante aumento del shale gas (gas pizarra) ha permitido que la nación de Trump se convierta en una gran exportadora gasífera por medio del LNG (gas natural a -165 grados celsius).
El petróleo tiene un futuro de disponibilidad y gran demanda. Sus derivados son fundamentales en el sector de transporte. Se habla mucho de los autos eléctricos, pero en total hay 1.300 millones de carros en el mundo, y menos del 1 por ciento de ellos funcionan con electricidad. Finalmente, al recargar la batería de un automóvil eléctrico, detrás de la máquina alimentadora se está quemando petróleo, gasoil, gas natural o carbón.
La Agencia Internacional de Energía apunta en su más reciente informe anual que: “Ambos, el suministro petrolero y su demanda, están a punto de alcanzar 100 millones de BPD por primera vez en la historia”. Así que es absurdo pensar que en el futuro cercano habrá un pico de demanda petrolera, y mucho menos que se agotará el petróleo.