EMPLEO

Las caras positivas de la migración venezolana

Diego Fermín y Francia Helena Becerra dejaron de su país para hallar un mejor futuro en Colombia. Aquí encontraron empleo, él en el sector público; ella en una multinacional. Conozca sus historias.

25 de septiembre de 2018
Diego Fermín y Francia Becerra son dos venezolanos que probaron suerte viniendo a Colombia y ahora trabajan, él en el sector público y ella en el privado. | Foto: Jorge Serrato

Diego Fermín, un venezolano de 24 años, dice que se considera un “afortunado” desde que llegó a Colombia, en octubre del año pasado. Él es uno de los más de 550.000 migrantes del país vecino que, de acuerdo con Migración Colombia, se encontraban en territorio nacional al finalizar 2017.

Antes de emprender el viaje, este contador y administrador de empresas lo consultó con sus padres. Arrendó un cuarto y se lanzó a conocer el país natal de su madre, una palmirana que se fue a Venezuela buscando lo mismo que su hijo: un mejor futuro.

Pero, como él dice, fue afortunado. Desde hace nueve meses trabaja como auxiliar administrativo en la oficina jurídica del Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (Idipron). La joven pareja de casados que le arrendó el cuarto, además de convertirse en sus primeros amigos en Bogotá, le sirvieron de contacto para que en diciembre del año pasado Diego se empleara.

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Hoy está involucrado con los procesos de contratación de proveedores para el instituto, un lugar en donde espera seguir creciendo profesionalmente una vez termine los procesos de convalidación y homologación de sus títulos universitarios.

Desde el inicio

Francia Helena Becerra llegó a Bogotá en 2010. Se había divorciado, tenía 39 años, una hija de 8, un título de licenciada en relaciones industriales y un posgrado en administración de empresas. En Caracas vendió su apartamento, su carro y desató los lazos que la unían con Venezuela.

“Tenía bastantes problemas en la zona donde vivía porque la inseguridad se había incrementado, mi divorcio era un hecho y mi mejor amiga, Claudia –también venezolana de padres colombianos como yo–, ya vivía aquí. Ella fue la que me impulsó a venirme porque decía que la cosa se iba a poner peor. Tuvo toda la razón”, explica Francia Helena.

Tres semanas después de su llegada a Bogotá trabajó como pasante para la compañía Johnson & Johnson. Estaba sobrecalificada para ese empleo, pero decidió aceptar las condiciones y empezar desde abajo.

Su desempeño fue destacado. Trabajó en la multinacional durante cinco años y llegó a ocupar el cargo de especialista de compensaciones y beneficios para América. Actualmente, se desempeña como Rewards Partner para América Latina en los laboratorios AztraZeneca.