Inclusión
La discapacidad visual no es un impedimento para disfrutar de la literatura, la astronomía y el cine
Tres promotores culturales nos cuentan cómo se han adaptado estas expresiones para el disfrute de todas las personas. Aquí entenderá mejor a qué hace referencia la famosa frase de Antoine de Saint-Exupéry, autor de ‘El Principito’: lo esencial es invisible a los ojos.
Debió ser un domingo de diciembre cuando Carlos Quintero comenzó a ver ‘Bohemian Rhapsody’ con su familia. La potente interpretación de Rami Malek y la música de Queen lo transportó a una sala de cine e imaginó el sonido envolvente de los teatros. Entonces, sintió que los ojos se empantanaron. “Me dio alegría porque la estaba compartiendo con mi familia, pero a la vez tuve tristeza y melancolía. Se me salieron las lágrimas. Fue un choque de emociones. Esa fue la primera película que disfruté con audiodescripción”.
Quintero es un cinéfilo consagrado y director del programa INCIMovies, un espacio radial dedicado a promover la cultura y el séptimo arte que ideó a comienzos de 2019 junto con Adriana Pardo. El programa está al aire todos los martes, jueves y sábados por la emisora digital del Instituto Nacional para Ciegos, INCIRadio.
“A mí desde niño me ha encantado el cine”, afirma Quintero, quien reconoce que volver a disfrutar de este espectáculo tras quedar ciego en 2015, debido a complicaciones de su diabetes, fue un proceso difícil. “Me preguntaba cómo iba a ir a una sala de cine. En mi mente no cabía esa posibilidad”, recuerda.
“Pero a medida que uno va asimilando la situación, se da cuenta que no sólo es uno el que se afecta, también la familia y los amigos. Es necesario asumir un compromiso con uno mismo”. Y fue gracias a sus familiares que recuperó su amor por el cine. Mientras veían películas, comenzó a preguntar cosas y ellos le narraban lo que pasaba. “Me decían ‘en esa escena está llorando, ahora se cayó’. Hacían toda la audiodescripción”.
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Entonces conoció ‘Cine Para Todos’, un proyecto que desde 2013 proyecta películas en salas de cine con audiodescripción una vez al mes de manera gratuita. “Para mí fue muy novedoso ir a una sala y sentarme con mis audífonos, vivir la película y escuchar allí la audiodescripción. Fue genial y supe que debía promoverlo”, puntualiza.
Si bien es fanático de ‘Cine para Todos’, Quintero reconoce que son necesarias algunas mejoras como los horarios, que deben ser menos limitados. “La franja debería estar abierta todo el fin de semana, en cualquier horario, en cualquier día de la semana”, propone.
Ahora ‘Cine para Todos’ funciona también como aplicación móvil, sin embargo, en la industria del cine se sigue avanzando hacia la inclusión. Por ejemplo, a finales de 2019 se estrenó ‘Nos vamos pa’l mundial’, la primera película colombiana que se lanzó con subtítulos y audiodescripción. Este es un primer paso para que cinéfilos como Quintero puedan seguir disfrutando del séptimo arte.
Con todos los sentidos
“La astronomía nació siendo totalmente visual. Empezamos a mirar el cielo y a encontrar relaciones entre las estrellas. Luego nuestros antepasados vieron otras estrellas muy brillantes y las llamaron errantes y más adelante supimos que eran planetas. Pero después nos dimos cuenta de que el Sol y las estrellas también emiten luz invisible para nosotros, y que esas longitudes de onda que perciben nuestros ojos son apenas un rango pequeñito dentro de todo el rango de ondas de la luz. Entonces entendimos que en astronomía todos somos ciegos”.
Con estas palabras, Andrés Ruiz, jefe de programación académica y cultural del Parque Explora y coordinador del club de astronomía para ciegos El Ojo Sonoro, explica las razones por las que son posibles los espacios de divulgación científica en los que interactúan, aprenden y se hacen preguntas sobre el universo tanto personas ciegas y con visión reducida como aquellas que no tienen ninguna discapacidad.
Hace seis años, cuenta Ruiz, quien también es el fundador del espacio en el Planetario de Medellín (que hace parte del Parque Explora), se inició un club de lectura para personas ciegas. En este espacio comenzaron a leer la obra del reconocido divulgador científico Carl Sagan. De las largas conversaciones que surgían con la sola lectura de un par de párrafos se gestó El Ojo Sonoro, un club que reúne a personas con y sin discapacidad visual alrededor de temas, preguntas y conceptos relacionados con el universo.
Pero, ¿cómo explicarle el color de las estrellas a una persona ciega de nacimiento? “Las estrellas tienen colores que dependen de su tamaño y de su temperatura. Y cada color tiene una onda de un tamaño diferente. Entonces hicimos un símil entre las notas musicales y el color de las estrellas y usamos acordes para explicar las constelaciones”, advierte orgulloso Ruiz. “Sin tener experiencias diseñadas para estas personas, empezamos a recorrer el planetario y a darnos cuenta de que algunas de las experiencias museográficas táctiles y sonoras servían para explicarles fenómenos”, añade.
También han compartido representaciones sonoras de los exoplanetas y de fotografías del espacio profundo, usaron un cubo de un metro por un metro lleno de arena para representar las estrellas de la galaxia y han hecho audiodescripciones de viajes producidos por el planetario o hechos a través de softwares especiales de astro visualización. “Usamos herramientas sencillas pero que detonen los sentidos y el factor sorpresa en los asistentes para que a partir de ahí surjan conversaciones científicas”.
La pandemia ha sido un reto para continuar con las actividades. Muchos de los asistentes son adultos mayores, no están familiarizados o no pueden acceder a herramientas tecnológicas. “Ha sido muy difícil. Pero con varios de los integrantes hemos mantenido el contacto telefónico. Algunos se encuentran documentales en sus casas y yo los llamo para charlar horas enteras sobre los fenómenos”, dice Ruiz, quien espera que pronto se puedan volver a reunir para seguir descubriendo juntos el universo.
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Mil palabras valen más
La muerte, el amor, la sexualidad y el erotismo. Esos son para Johana Hidrobo, licenciada en educación con énfasis en educación especial, rincones de interés que las personas con discapacidad visual quieren abordar, pero para los que muchas veces no se abren espacios. “Sin hacer una generalización, pasa mucho que las personas sin discapacidad tratan de tomar la voz de las personas ciegas”, dice Johana.
Por eso, esta docente encontró en Conduciendo a Ciegas, un proyecto de escritura creativa que puso sobre ruedas la Fundación Fahrenheit 451 con el apoyo del Ministerio de Cultura, y que ella dirigió -virtualmente por la pandemia- entre agosto y octubre de este año; un espacio para hacer catarsis, para que los estudiantes narraran sus historias y se escucharan las voces de las personas con discapacidad visual a través de la literatura.
Parte del reto de Hidrobo para este proyecto era acercar a la literatura a un grupo diverso. “Yo estudié siempre con niños que veían y me eduqué en una familia que ve. Hay muchos mapas mentales y figuras mentales que he podido hacerme. En estos talleres te encuentras con personas que nacieron ciegas, que quedaron ciegas siendo adultas, que adquirieron la discapacidad a partir de un hecho complicado y eso hace que las diferentes formas de ver el mundo fueran muy complejas de entender”, explica.
Esto la obligó a pensar y ver el mundo de maneras diferentes.”La lectura es algo multisensorial y en la medida en que podamos pensar así este ejercicio, las personas que escribimos vamos a poder hacer historias interesantes que le lleguen a la gente lo suficientemente bien como para que se sientan identificadas”. De hecho, parte del encanto de leer (o escuchar) esta literatura multisensorial pasa, precisamente, por ponerse en los zapatos del otro, pensar cómo huele un árbol frondoso y verde o descubrir a qué suena el universo descrito por el autor.
En últimas, las creaciones de los 20 autores de Conduciendo a Ciegas (diez historias sonorizadas y diez escritas), logran introducir al lector en el cuento con descripciones vívidas que no se limitan a un sentido.