MEDIOAMBIENTE
Colombia no llegó tarde a las renovables, lo hizo en el momento justo
Eso afirma el viceministro de Energía, Alonso Cardona, quien habló con SEMANA sobre los beneficios de las energías limpias para el país y el planeta.
SEMANA: ¿Tardamos en comenzar a emplear las renovables?
ALONSO CARDONA: No llegamos tarde, simplemente no era el momento de usarlas. Hay que aclarar que existen dos tipos de energías renovables en el país: la convencional (las grandes hidroeléctricas) y las no convencionales (el sol, el viento, la geotérmica y la biomasa). Una buena explicación de por qué parece que llegamos tarde es porque estamos explotando estas energías limpias hace muchos años.
SEMANA: Entonces, ¿por qué hoy estamos tan interesados en ellas?
A.C.: Se debe en parte a una señal que nos ha dado el mercado. Es decir, el precio de las no convencionales hasta hace poco tiempo empezó a ser interesante para Colombia. Como nosotros contamos con un enorme recurso hidroeléctrico, que además tiene buen precio, las energías renovables no convencionales no resultaban tan atrayentes, y eran más caras. Pero ahora su costo se ha reducido significativamente. Volviendo a su primera pregunta, creo que la frase correcta sería: no llegamos tarde, este es el momento oportuno para hacerlo en Colombia.
SEMANA: Eso desde una perspectiva económica, ¿y desde la ambiental?
A.C.: Somos de los países con menor factor de emisiones en el mundo. Lo que ocurre hoy día es que nuestros grandes recursos hidroeléctricos tienen una mayor afectación ambiental de la que tenían hace varios años. Por eso debemos pensar en fuentes complementarias y diversificadas como las energías renovables no convencionales de gran escala, que no tienen las dificultades socioambientales que presentan las nuevas hidroeléctricas. Estamos comenzando a trabajar en ello.
SEMANA: Si nos comparamos con otros países de la región, como Costa Rica, Uruguay y Brasil, ¿en qué nivel está Colombia?
A.C.: En participación de renovables convencionales estamos muy bien. Así lo demuestran los rankings del World Economic Forum y del World Energy Council que ubican al país entre los primeros de América Latina en términos de sostenibilidad de matriz de generación eléctrica. Nuestra capacidad de generación a partir del agua es del 70 por ciento. En otras naciones, como Costa Rica, es casi del 90. En Brasil también es altísimo porque tienen muchos recursos hidroenergéticos. En las renovables no convencionales, aunque nos falta, ya estamos empezando a aprovechar nuestro potencial.
SEMANA: ¿De qué forma podrían ayudar las energías renovables a reducir los índices de pobreza del país?
A.C.: De forma directa e indirecta. De manera directa porque esperamos que el uso de estas fuentes otorgue mejores precios, lo que implica un mayor acceso por parte de las personas que hoy no pueden pagar todo el consumo de energía que requieren. Desde la perspectiva indirecta porque muchas de las inversiones van a quedar en los territorios donde se realizan y normalmente estas fuentes están localizadas en sectores muy pobres del país. Por ejemplo, en La Guajira hay mucha pobreza, no hay infraestructura, pero hay mucho potencial, y gracias a las grandes inversiones que requieren estas centrales de generación se van a mejorar las condiciones del departamento. En pocas palabras, aquí hay un beneficio directo que son los mejores precios, y los indirectos que son la construcción de infraestructura, la mano de obra y el empleo.
SEMANA: ¿Qué proyectos han beneficiado a las comunidades vulnerables?
A.C.: El realizado en el corregimiento de Barranco Minas, en el departamento de Guainía, es uno de ellos. Este permitió que las familias pasaran de tener ocho horas diarias de energía a 15. Además, las iniciativas de generación con fuentes renovables no convencionales como la solar, nos han permitido diseñar sistemas donde el aprovechamiento de los recursos naturales ha mejorado el servicio de electricidad en algunos territorios. Ahora, ya le apuntamos a proyectos en el Sistema Interconectado Nacional y de gran escala.
SEMANA: ¿Qué incentivos les da el país a las compañías que quieren impulsar la producción de energías limpias en suelo colombiano?
A.C.: Entre los beneficios tributarios establecidos por la ley están la exclusión del IVA, de los aranceles y la reducción del impuesto de renta. Pero no es solo la inversión nacional, también es la inversión extranjera que alimenta nuestra economía y Colombia se ha caracterizado por ser un país estable en sus desarrollos de política y en crear un ambiente propicio para esta. Así se ha evidenciado en los sectores de hidrocarburos, minero y ahora en el energético. Esa confianza ayuda a que organismos de préstamos internacionales nos den su apoyo, nos suministren el dinero para hacer estudios y todo ese tipo de beneficios e incentivos.
SEMANA: ¿Qué papel debe desempeñar la academia en este paso hacia las renovables?
A.C.: Uno de divulgación y de educación. En el pénsum de las ingenierías mecánica, eléctrica y ambiental debería pensarse en introducir materias que traten estos temas. Hay mucho desconocimiento sobre el uso de estas fuentes, de sus ventajas y desventajas. No estamos reconociendo lo mucho que pueden aportar a la sociedad, a la economía, a la educación y a la política pública. La academia –que ha sido y debe seguir siendo nuestra aliada– tiene que darse cuenta de que hay una transición energética que implica que nuestros nuevos profesionales deben saber mucho más de estas fuentes.
SEMANA: Hace un tiempo el presidente Donald Trump revocó las políticas ambientales de Obama, ¿no son las potencias las que deberían dar ejemplo?
A.C.: Lo siguen haciendo y gracias a eso los precios de las renovables no convencionales continúan disminuyendo. China, por ejemplo, no tenía compromisos de cambio climático hasta hace poco que los asumió voluntariamente.
SEMANA: Bueno, eso es China, pero Trump…
A.C.: A pesar de que la política de gobierno central del presidente Trump es algo contraria a la que se tenía antes, Estados Unidos no ha dejado de invertir en este tipo de soluciones. Allá, como los estados son federales, tienen sus propias leyes. A pesar de que no haya una política a nivel nacional respecto al control de emisiones de dióxido de carbono, en California, por ejemplo, las restricciones ambientales que se están manejando, inclusive en el transporte público y vehicular, son mucho más exigentes que en cualquier otra parte del planeta. Es decir, la realidad es que estos proyectos han inundado el mercado mundial.