MEDIOAMBIENTE

"No podemos seguir dependiendo de la hidroeléctrica": director del Ideam

Cuando casi se produce el apagón en 2016, se demostró que es hora de darle una oportunidad a otras fuentes de energías limpias.

Astrid Álvarez*
25 de abril de 2018
Los fenómenos de El Niño y de La Niña son, en parte, consecuencia de la combustión de energías fósiles. | Foto: IStock

En los últimos años se ha intensificado la discusión sobre la necesidad de expandir el uso y la implementación de las energías alternativas o renovables. Los ambientalistas, los economistas, la comunidad científica, los académicos, e incluso los gobiernos, han pedido explícitamente el reemplazo de los combustibles fósiles, soportados en dos argumentos: la expectativa de agotamiento en el mediano plazo, y los efectos sobre el medioambiente y la salud derivados del uso creciente.

En efecto, este tipo de energía se abastece de fuentes finitas, y aunque no hay una fecha estimada para el fin de la ‘era del petróleo’, diversos estudios indagan sobre el agotamiento de este recurso. Variables como las reservas mundiales existentes, el consumo por año y las proyecciones de potenciales descubrimientos de yacimientos nuevos de petróleo (o de gas, o de ambos) invitan a creer que dichas reservas durarán alrededor de 60 años. Otros estudios indican que con el incremento del uso de energías alternativas y con nuevas tecnologías de explotación, no habría ningún desabastecimiento de petróleo. Teorías. Probabilidades.

Lo cierto es que el uso de los combustibles fósiles afectan al medioambiente y a la salud de los ciudadanos. En el mundo, tres cuartas partes de las emisiones de gases de efecto invernadero –que tienen consecuencias en el cambio climático– están ligadas a la combustión de energías fósiles. Algunos científicos aseguran que se debe reducir la explotación de estas reservas a nivel global si el mundo quiere mantenerse por debajo del umbral de 2 grados celsius de calentamiento climático.

Colombia, según la UPME, genera cerca del 70 por ciento de la energía eléctrica que consume por sistemas hidráulicos. Aunque esta fuente es considerada ‘energía limpia’, su uso tiene limitaciones y depender solo de ella representa un riesgo. Eso quedó en evidencia en 2016, cuando el país sufrió una fuerte sequía por el fenómeno de El Niño y se pensó en racionalizar el consumo del servicio eléctrico, o en importar energía desde los países vecinos.

A usar el atlas

Que en el país se hable con más frecuencia sobre el uso de fuentes no convencionales de energía se debe, en buena parte, a los compromisos adquiridos con la comunidad internacional para detener el cambio climático. Pero también porque se ha entendido que con el uso de otras fuentes energéticas se puede reducir la vulnerabilidad del Sistema Interconectado Nacional (SIN) frente a este último.

Según la Unidad de Planeación Minero Energética, Colombia podría evitar la dependencia de los recursos hidroeléctricos a través del desarrollo y uso de otras energías renovables. Para conseguirlo debe basarse en las experiencias que han tenido otros países al abordar este tema, y en evidencias científicas sólidas, como los escenarios del cambio climático y los análisis de vulnerabilidad y riesgo ante esta situación.

Estos escenarios nos indican cómo el país estaría afectado por el cambio climático, y eso se vería reflejado en el aumento esperado de la temperatura y el comportamiento de las precipitaciones, lo cual podría ocasionar que los efectos de fenómenos como El Niño y La Niña tengan mayor impacto en el sector energético, especialmente en aquellas regiones donde se espera una elevación paulatina de la temperatura y disminuciones en la precipitación.

Debemos aprovechar las cualidades geográficas y las condiciones meteorológicas de Colombia. El Atlas de Radiación Solar y de Vientos, del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), permite localizar lugares propicios para el aprovechamiento de las energías eólica y solar. Estas contribuirían al desarrollo tecnológico y económico del país, serían una alternativa de mitigación frente al cambio climático, y podrían representar potenciales atractivos si nos comparamos con los de países ubicados en otras latitudes del planeta.

Estas decisiones dependen de múltiples factores. Por eso es importante considerar toda la información técnica y científica, confiable y oportuna, generada por instituciones como el Ideam, para establecer cuál es la situación actual y evaluar de una manera realista las mejores opciones sobre cómo transitar hacia un modelo diversificado de uso de energías tradicionales y alternativas.

*Presidenta del Grupo Energía Bogotá (GEB).