REPORTAJE

Más y mejores hogares para todos los colombianos que los necesitan

Estos son construidos por el Fondo Adaptación, entidad adscrita al Ministerio de Hacienda. Ésta fabrica casas a la medida para cada clima y respeta las tradiciones de las comunidades en el país.

30 de julio de 2018
El Fondo Adaptación ha entregado 30.700 viviendas totalmente nuevas en 879 municipios. | Foto: Cortesía Fondo de adaptación

La calidad de vida de más de 160 mil colombianos ha mejorado de manera notable gracias a sus nuevas casas adaptadas al cambio climático. Estas construcciones se han realizado en todo el territorio nacional, desde Punta Gallinas, en La Guajira; hasta el extremo sur de Leticia, en el Amazonas; pasando por lugares tan apartados como el municipio chocoano de Riosucio, en límites con Panamá.

Estas viviendas pueden tener una estructura metálica hecha en tubería galvanizada, estar construidas sobre estructuras palafíticas de madera certificada –que impide los daños por inundaciones–, o estar conformadas por madera plástica que aisla el calor. Todos estos materiales han sido pensados para enfrentar las distintas condiciones climáticas donde se construyen.

A la fecha, el Fondo Adaptación ha entregado 30.700 viviendas totalmente nuevas en 879 municipios de 28 departamentos. El 53 por ciento de ellas se halla en zonas rurales, y el 47 por ciento restante en áreas urbanas. Para hacerlas realidad se han invertido cerca de 2,1 billones de pesos.

“Antes de realizar cada construcción tenemos en cuenta dos temas prioritarios. Primero, hacemos un estudio de riesgo para determinar dónde hacerlas, o cúales son las condiciones requeridas. Segundo, siempre respetamos los usos y las costumbres de las comunidades”, explicó el gerente del Fondo Adaptación, Iván Mustafá Durán.

Uno de los beneficiarios de estas viviendas es Rafael Pérez, quien vive en Riosucio. “Yo fui uno de los primeros en pasarme a una de estas casas. Desde ese momento mi vida y la de mi familia cambió. Donde vivíamos antes el agua nos daba hasta la cintura, y en el pueblo no tenemos calles pavimentadas. Dejamos de pensar en esos peligros naturales. Incluso montamos un negocio de venta de almuerzos y compramos neveras para almacenar los alimentos. Todo es diferente”, dice Rafael. Casos como el suyo se cuentan por miles gracias al apoyo recibido por el Fondo Adaptación.