ENTREVISTA
"Sin líderes sociales no hay democracia": Carlos Negret
El defensor del Pueblo reflexiona sobre los liderazgos sociales en Colombia, su rol en el proceso de paz y las dificultades que enfrentan en las regiones más apartadas del país.
SEMANA: A pesar de las alertas tempranas que emite la Defensoría del Pueblo los líderes siguen siendo asesinados. ¿Qué está fallando para garantizar su protección?
CARLOS NEGRET: Las alertas tempranas no son para controvertirlas sino para acatarlas. Una alerta atendida es una muerte evitada. Pero no solo es el Estado el que incumple, la sociedad también tiene que ser un referente de tranquilidad y protección para los líderes. El trabajo de la Defensoría del Pueblo es de prevención, desafortunadamente no le podemos dar a cada líder un carro blindado, un chaleco antibalas, un esquema. No obstante, las alertas sí sirven. Sin ellas el espiral de violencia sería mucho más grande. Habría muchos más muertos. El último corte que tengo es de 1.256 líderes amenazados entre marzo del año pasado y marzo de este año. Los líderes son asesinados en unos sitios muy remotos y por cuenta de la desmovilización de las Farc hoy se ven cosas que antes ni se sabían porque la gente hacía las exequias fúnebres y no contaba. En zonas remotísimas menos porque es muy complejo bajar de esos sitios a informar para que Medicina Legal haga el levantamiento. De modo que gracias al proceso de paz esto se está descubriendo.
SEMANA: ¿Entonces no son más líderes asesinados sino que el fenómeno hoy es más visible?
C.N.: Así es. Desde el primero de enero de 2016 empezamos a hacer unos cortes sistemáticos de cuántos líderes están asesinando en los diferentes departamentos, si eran indígenas, comunales, sindicalistas, profesores. Aspiro a que antes de terminar mi periodo como defensor podamos reunirnos con el Gobierno nacional, la Fiscalía y la Procuraduría para unificar las cifras de la mano de un equipo interinstitucional liderado desde el sistema de alertas tempranas que va a convocar a ciudadanos, ministerios y técnicos. Lo único que puedo afirmar es que cada uno de los líderes asesinados que hemos reportado tiene su archivo personal y sabemos que lo mataron y que era líder social. Los motivos de su muerte los debe aclarar la Fiscalía.
SEMANA: Usted dice que la sociedad también tiene la responsabilidad de proteger a sus líderes, ¿como país qué podemos hacer para rodearlos y que se sientan más acompañados, más respaldados?
C.N.: Después de más de 50 años de guerra, el país no resiste una pelea más. Los horrores que dicen los líderes políticos, sean ciertos o no, generan fracturas en las bases y problemas que ponen en riesgo a los líderes sociales. Por eso hemos dicho que si no hay estigmatización ni polarización con seguridad el número de líderes asesinados en Colombia va a cambiar. Y nos toca trabajar para que así sea. No es fácil. Pero como dicen en algunas regiones, hay que cacarear y cacarear. Contarle a la gente que sin líderes sociales no hay democracia. Muchos no entienden la real dimensión de lo que es un líder social. En las regiones apartadas o en los mismos sectores periféricos de Bogotá, por ejemplo, son ellos los que buscan que llegue el médico al puesto de salud, que se repare la escuela antes de que termine en ruinas, que los profesores vayan a dar clase y la carretera que no funciona opere. Entonces nos toca hacer respetar esos liderazgos. Pero si en las zonas urbanas no miramos a la Colombia de la zona rural, las condiciones no van a cambiar.
SEMANA: ¿Cuál cree es la motivación de quienes ejercen esos liderazgos a pesar del riesgo que esto significa en Colombia?
C.N.: Es que si no hay líderes sociales, la sociedad se muere. Son ellos, al igual que los defensores de derechos humanos, los que luchan porque haya luz, agua potable en sus comunidades. No tener agua o conexión de energía eléctrica en pleno siglo XXI es una violación a los derechos humanos. Por eso insistimos en que hay que mirar al campo. ¿Por qué la gente que vive en él no tiene las mismas condiciones que tenemos nosotros? En eso debemos trabajar. Y lo digo con conocimiento de causa porque he visto las angustias, el hambre en esas zonas. Realmente la situación de los sectores rurales es supremamente difícil.
SEMANA: ¿De esos viajes recuerda alguna historia que lo haya impresionado?
C.N.: Sí. La del profesor Mecheche. Lo conocí en marzo del año pasado cuando abrimos un corredor humanitario cerca a Chitadó para que las comunidades indígenas Marcial y Jagual pudieran transitar y dejaran de estar confinadas por el conflicto entre el ELN y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. Dormí en su casa. Una noche me contó que el ELN había ido a reclutar a su hija, que él se enfrentó al comandante pero al final su niña se fue. Ocho o diez días después de mi regreso a Bogotá, a Mecheche lo asesinaron a la vuelta de su casa. La Fiscalía ha venido trabajando rápidamente en este caso. Seguramente lo mataron porque se resistía al reclutamiento en su zona, a los sembrados de coca, a que utilicen a los miembros de su etnia para el ‘pitufeo’, que es colocarles 40 o 50 kilos de coca para que lleven hasta Panamá. En realidad son muchas historias, pero esa es la más dura.
SEMANA: ¿Qué tan relevante ha sido la participación de los líderes en la construcción de la paz durante los diálogos y ahora en el posacuerdo?
C.N.: Fue fundamental en el proceso de La Habana. Creo, sin embargo, que deberíamos tener mayor participación de los líderes siempre. Me explico: el Gobierno anterior hizo un ejercicio que este Gobierno ha venido empujando, los Pdet. Los líderes de los sitios más lejanos del país se sentaron y pensaron cuál era el proyecto de desarrollo que necesitaban para salir adelante. Ahora esos planes, en 170 municipios, necesitan recursos para hacerse realidad y que lo que propuso la comunidad se cumpla. Y el Gobierno está trabajando para que en todos los temas que tienen que ver con la paz territorial estén los líderes. De lo contrario, no va a funcionar.
SEMANA: Además de la defensa de la paz y el territorio, ¿qué otro tipo de causas están abanderando los líderes sociales en Colombia?
C.N.: Hace unos meses visitamos el desastre natural del río Sambingo, en el municipio de Mercaderes, Cauca. Y fue gracias a los líderes sociales que denunciaron el daño ecológico; hoy ellos tienen medidas de protección. Entonces tenemos un liderazgo ambiental fuerte que también se siente en Meta y Guaviare, en donde luchan por combatir la deforestación. Otra causa importante está relacionada con los temas de género. Y qué decir del trabajo de las lideresas en El Carmen de Bolívar, en Puerto Asís, el Cauca...
SEMANA: ¿Qué reflexión le gustaría dejarles a los colombianos en el marco de la conmemoración de la Declaración de los Derechos Humanos?
C.N.: En la diversidad debemos construir un nuevo país. No podemos seguir dándonos bala, insultándonos en las redes sociales o personalmente. Si logramos que aquí estén izquierdas, derechas, centros, los que no quieren partidos, todos, podemos tener una mejor sociedad, un mejor Estado. Y la esperanza está en las zonas rurales.
*Editora general de Especiales Regionales de Semana.