El pasado 4 de agosto se presentó el mural del barrio Armenia, en Bogotá, sobre la calle 26 con carrera 16. | Foto: Esteban Vega

INICIATIVAS CIUDADANAS

Los ciudadanos, el escudo que defiende a los líderes sociales

Ante la precariedad del Estado, la movilización social ha lanzado numerosas iniciativas para proteger a quienes luchan por nuestros derechos.

Marco Romero Silva*.
13 de diciembre de 2019

Ante las amenazas asociadas a nuevos ciclos de violencia, que pretenden asfixiar los acuerdos de paz, el Gobierno ha afirmado que es imposible proteger a más de 5 millones de líderes sociales; la Fiscalía, por su parte, dice haber iniciado investigaciones en más del 60 por ciento de casos de agresiones y crímenes contra estos, aunque, a la hora de la verdad, solo puede acreditar en 10 por ciento de los casos decisiones de condena a autores materiales y no a determinadores; para rematar, se ha anunciado una reducción de 82.000 millones de pesos en el presupuesto de la Unidad Nacional de Protección para 2020, y el eco son los discursos de estigmatización de algunos funcionarios de alto nivel, en los cuales se banaliza el asesinato de los líderes sociales o se les responsabiliza por las agresiones en su contra. Este panorama ha desencadenado un movimiento por la vida a nivel nacional e internacional, demandando la protección del liderazgo social en Colombia.

Se trata de iniciativas ciudadanas, como la movilización del 26 de julio –organizada por Defendamos la Paz–, las que se abrieron camino en Europa hasta la Corte Penal Internacional, las marchas del silencio, las estrategias de refugio humanitario, las velatones, los debates de control político, entre muchas otras que, además de expresar la solidaridad con los líderes, han puesto sobre la mesa debates más profundos acerca de lo que estamos perdiendo como sociedad.

También existen varias campañas que buscan sensibilizar sobre la necesidad inaplazable de proteger a los líderes sociales en los territorios, tal es el caso de ‘Lidera la vida’ –promovida por el Ministerio Público, organizaciones sociales, la Iglesia, medios masivos de comunicación y organismos internacionales, como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la Misión de Apoyo al Proceso de Paz y la Agencia de Estados Unidos Para el Desarrollo Internacional (Usaid)–; ‘Defendamos la vida’, iniciativa de la Unión Europea, o ‘Un líder en mi lugar’, entre otras. Los mensajes comunes son tres: la defensa de la paz como camino para superar la violencia estructural; la valoración de los líderes sociales como protagonistas de la construcción de la paz, la democracia y garantes de los derechos humanos; y la necesidad de que la sociedad asuma un rol activo en las formas efectivas de autoprotección y solidaridad, así como en la exigencia al Estado del cumplimiento de su mandato constitucional básico.

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En el caso específico de ‘Lidera la vida’, sus acciones han estado enfocadas en vincular a diversos sectores sociales a la solidaridad frente a la situación de los líderes, en darles voz, en sensibilizar sobre la gravedad del problema y en superar la estigmatización. En el marco de la campaña, un gran diálogo desde los territorios ha hecho evidente no solo la preocupante realidad de las cifras de agresiones y asesinatos a los líderes, sino los nuevos contextos de riesgo, los impactos de lo que se pierde con cada líder asesinado y los obstáculos en municipios y departamentos para superar la situación.

Además del mural en Bogotá, hay otros en Ibagué, Villavicencio, Cartagena, Pasto y Buenaventura.

Además del mural en Bogotá, hay otros en Ibagué, Villavicencio, Cartagena, Pasto y Buenaventura.

Dejar atrás la estigmatización ha sido un llamado continuo de la campaña. Por eso, para conocer el sentir de los propios líderes frente al riesgo y la amenaza en la que viven, y al tiempo sensibilizar a la sociedad, se utilizó la estrategia de elaborar una serie de murales, que durante este año vincularon a más de 250 representantes de seis regiones del país. Así, mediante el arte, expresaron su profunda celebración de la vida, de sus territorios, comunidades y cultura, e hicieron una defensa de los derechos humanos en un ejercicio de resistencia frente al miedo y la amenaza. Al final, la expresión más fuerte es esa: la entereza de centenares de colombianos frente a la violencia con la esperanza y la solidaridad como derroteros. En un momento de tal complejidad para el país, el camino de todos deberá ser el de liderar la vida.

*Director de la Consultoría para los derechos humanos y el desplazamiento (Codhes).