ARTE Y DESARROLLO

A golpes de marimba se erradica el narcotráfico en el Pacífico

En Guapi (Cauca) y en Tumaco (Nariño), las agrupaciones Yembemá y Bejuco fusionan su tradición con ritmos urbanos, y les dan formación artística a los jóvenes de la región. La música los aleja de la hoja de coca.

Ana Cristina Ayala*
13 de diciembre de 2019
Más de 150 jóvenes de los municipios de Guapi, Timbiquí y Tumaco se han beneficiado de la promoción del desarrollo económico a través de la interpretación de instrumentos, lutería, ensamble, promoción y difusión de agrupaciones musicales. | Foto: Cortesía Yembemá

Primero se consiguen la guadua, la cabuya y la espuma. Luego se manda a hacer su cama y, durante la luna menguante, se tala el tronco de una buena palmera chonta, la del cogollo comestible y el coco bermejo, para sacar los listones. Después se cortan en el centro, si se quieren bajos; o a los lados, si se prefieren altos; uno a uno, se ‘atemperan’ en do, re, mi, fa, sol, la y si, para fusionarse con rap, hip hop, reguetón, jazz y blues. Así se construye una marimba.

Sin atemperar, esta levanta un vuelo inédito y, en el conjunto de sus tablitas, se configura un espíritu irrepetible: el de su cantadora. La afinación, lejos de ser un acuerdo social, es el reflejo de quien canta el bunde, el currulao, el arrullo o cualquier otro ritmo pacífico.

Es un instrumento fundamental para Yembemá y Bejuco, dos bandas musicales que están comprometidas con la labor social en la región del Pacífico. Surgieron gracias al trabajo de la Fundación Palmachonta, apoyada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y el Programa Territorios de Oportunidad (Cdlo). Así lo dice Alejandro Riascos, el ‘Príncipe de la Marimba’, un guapireño de 32 años que lidera el primer grupo. “Con la fusión no se perderá la tradición porque siempre trabajamos para mantenerla; y al fusionar nuestros ritmos logramos que nos escuche y nos entienda un público más extenso y variado”.

Por su parte, el tumaqueño Juan Carlos Mindinero, otro marimbero de 30 años e integrante de Bejuco, explica que la música se les estaba yendo “para otro lado”, y que por eso incorporaron a dos cantadoras y reformularon su propuesta musical. Con la reinvención se potencia el sonido de este instrumento nacional y, de paso, la transformación del territorio desde lo económico y lo social.

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Lo anterior es el objetivo del programa Cdlo, que le ha apostado a la formación de nuevos líderes locales y a la promoción del desarrollo económico a través de la interpretación de instrumentos, lutería, ensamble, promoción y difusión de agrupaciones musicales. Son más de 150 jóvenes de los municipios de Guapi, Timbiquí y Tumaco que se han beneficiado, entre ellos las agrupaciones Yembemá y Bejuco.

¡Que suene!

Los nombres de ambas bandas tienen elocuentes significados. Yembemá simboliza el matrimonio entre la marimba y el yembé: el cáliz africano, hecho para consagrar un rito con cada golpe en su membrana. Bejuco es, en palabras de Mindinero, una rama fuerte “que se adapta, se trepa, se amarra y se sostiene”. La primera representa el sonido de Guapi, en el Cauca; la segunda, el de Tumaco, en Nariño. Dos municipios, dos departamentos que han sufrido un conflicto que no ha logrado extinguir un patrimonio cultural invaluable y cuya capacidad de resiliencia es enorme.

En octubre de 2019 varios guapireños marcharon por la vida vistiendo camisas blancas. El secretario de Gobierno de la ciudad informó que entraban en toque de queda debido al aumento en el número de homicidios, que en ese momento ascendía a 14; demasiados, si se recuerda que el año pasado, de acuerdo con el informe Forensis de 2018, publicado por el Instituto Nacional de Medicina Legal, fueron solo dos. A Riascos, de Yembemá, le duele lo que pasa en su ciudad, “Nuestro territorio es de gente buena. Pero están llegando personas a armar el desorden. Todos sabemos cómo es: cada vez que cambia un gobierno, todo se complica; y nunca pasa en el centro del país, siempre sucede en la zona del Pacífico”.

Del otro lado, en Tumaco, 369 ciudadanos murieron en 2018. Tres de cada cuatro de ellos fueron asesinados. La mayoría eran hombres jóvenes. Ningún otro municipio del país, de dimensiones similares a las de esta ciudad, registró tantas muertes.

Pero la música y la marimba son armas más poderosas que cualquier fusil, y esas son las que utilizan los integrantes de Yembemá y Bejuco. “Hace un tiempo a un compañero, a un amigo, le fueron matando sus hermanos uno a uno. Él iba por el mismo camino, pero cuando empezó a aprender música con nosotros le dio pena que lo vieran haciendo cosas malas. Cambió su vida y ahora está tranquilo, con un futuro próspero. Esa transformación, claramente, la hicieron Dios y el folclor”, cuenta Riascos.

Yembemá nació hace unos diez años de la Fundación Palmachonta y ha tenido grandes logros: un primer puesto en el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez de 2012, el segundo lugar en 2014 y una invitación especial para el cierre de 2019. Además, ha participado en varios festivales musicales en Colombia y Estados Unidos, y tendrán una gira por África durante 2020.

Con Palmachonta cierran un círculo enseñándoles a los niños a construir y a tocar los instrumentos mientras los motivan con su propio testimonio. “Todo lo que componen pega en el Pacífico y por eso son tan importantes para el territorio”, cuenta Enrique Riascos, el ‘Rey de la marimba’, miembro del grupo Herencia de Timbiquí, productor de Yembemá y cara emblemática de esta fundación.

Mindinero, de Bejuco, recuerda que hace unos 15 años veía jóvenes de su edad que llegaban a su región con moto y mucha plata para gastar. “Nadie me dijo ‘vamos’, pero sí, tranquilamente pude haber sido influenciado por el movimiento de la hoja (de coca)”. Él pasó su infancia en la Fundación Tumac, aprendiendo a bailar. Después en la Fundación Changó, en donde se conoció con quienes hoy conforman su banda. Bejuco es un grupo emergente. Participó este año por primera vez en el Petronio. “No ganamos, pero nos medimos con un público importante y nuestra propuesta gustó”, cuenta Julio Sánchez, guitarrista.

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El 10 de diciembre de 2019, ambos grupos se presentaron en Cartagena durante un evento especial organizado por Usaid y la Defensoría del Pueblo, que conmemoró el día internacional de los Derechos Humanos. “Todavía necesitamos mucho apoyo –cuenta Enrique Riascos– pero aprovechamos este espacio, lleno de cooperación nacional e internacional, para pedir una cosa: impulsar nuestra industria musical y generar vinculaciones. La idea es que esta industria cultural del Pacífico no sea la iniciativa de un puñado de grupos sino un verdadero movimiento de bandas que se apoyen entre sí”.

En unos años sabremos si la marimba, que ha sido declarada patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco, pudo ganar su duelo contra el diablo –como dice la leyenda–, y quitarle “mano de obra” al narcotráfico, que es lo que busca finalmente el crecimiento de esta industria en el Pacífico colombiano. La batalla comienza con guadua, cabuya y espuma; con el tronco de una buena palmera chonta. Cada enfrentamiento se libra con buena música de la región, como lo hacen los integrantes de Yembemá y Bejuco, en Guapi y en Tumaco; y esta guerra la van a ganar a golpes de marimba.

*Periodista