PROTECCIÓN DE LA INFANCIA
Entrevista con Aida Oliver, representante de Unicef en Colombia
Son varios los logros pero también los retos para evitar que niños y niñas sigan siendo víctimas de cualquier tipo de violencia en el país.
MARIANA SUÁREZ RUEDA: Ya han pasado 30 años desde que Colombia ratificó la Convención de los Derechos del Niño. ¿Es hoy un mejor país para sus habitantes más jóvenes?
AIDA OLIVER: Colombia es uno de los pocos países en la región que eleva los enunciados de la Convención de los Derechos del Niño a un rango constitucional, lo cual garantiza un marco legal coherente. A lo largo de estos 30 años Colombia ha tenido muchos logros que son palpables, por ejemplo, en la reducción de la mortalidad infantil, la desnutrición crónica y un mayor acceso a la educación. Sin embargo, todavía hay retos relacionados con el acceso al preescolar, a la educación por parte de los adolescentes, a la salud, a la participación y a la protección para evitar que niños y niñas sean víctimas de cualquier tipo de violencia.
M.S.R.: ¿Cómo enfrentar esos desafíos?
A.O.: Colombia debe continuar trabajando en políticas y programas integrales en muchos de los cuales nosotros como Unicef estamos apoyando. Uno de ellos es la gran alianza nacional contra la violencia que se lanzó hace poco y que tiene como objetivo incidir en algunos de los factores estructurales –actitudes o prácticas– que hacen que esta sea vista como algo normal. Un ejemplo muy concreto es el castigo físico. Precisamente estamos en el proceso de acompañar a las instituciones del Estado, a las organizaciones no gubernamentales y a la sociedad para que Colombia sea un espacio donde los niños y las niñas puedan crecer sin violencia.
M.S.R.: En relación con los demás países de América Latina, ¿qué evaluación haría de Colombia por sus esfuerzos a favor de la niñez?
A.O.: Colombia se destaca siempre a nivel de América Latina y el Caribe por su innovación. Las políticas de protección social que han logrado incidir en los índices de pobreza y las que están dirigidas a las familias más vulnerables son programas bandera que como Unicef hemos promovido y acercado a otros países de la región para que aprendan de los avances de Colombia en esa materia. Sin embargo, la protección de los niños contra todo tipo de violencias es un gran desafío.
M.S.R.: ¿Y el posconflicto lo hace aún más complejo?
A.O.: Colombia tiene una oportunidad enorme de aprovechar los espacios que se han abierto después de la firma de los acuerdos, para la creación de entornos protectores para los niños y niñas y eso significa que la comunidad, las familias y las instituciones lleguen a esos espacios y tengan las herramientas para lograr que las necesidades básicas, en las distintas etapas de la infancia, sean atendidas. En cualquier conflicto las personas menores de 18 años deben ser consideradas como víctimas y ser protegidas de toda afectación, ese es otro de los enunciados de la convención que debemos preservar. Hay que darles las oportunidades para reintegrarse y desarrollarse de la forma más digna y oportuna. Como Unicef estamos trabajando para la prevención del reclutamiento. Creemos que el trabajo con las instituciones, las comunidades y las familias para que tengan acceso a salud, nutrición y educación contribuye a erradicar estos tipos de violencia. También hay que prevenir la violencia en el hogar y la explotación sexual, de la que no tenemos muchas cifras, pero que sabemos no es solo un problema en las familias más pobres. Por eso el llamado es a ver a los niños como sujeto de derechos y no un objeto de la sociedad o de las personas.
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M.S.R.: ¿El internet y las redes han hecho más vulnerables a los niños a delitos como la trata y la explotación sexual?
A.O.: El internet tiene sus bondades y nos está sirviendo para llegar a los niños y hogares con programas de educación generando nuevas oportunidades. No obstante, también es utilizado por redes ilegales y se requiere por parte de la sociedad, de padres y madres, y las instituciones públicas establecer mecanismos de protección. Se debe continuar trabajando en interceptar esas redes y en promover espacios de empoderamiento para niños y familias. Uno de los programas más interesantes es la escuela de influenciadores, que son jóvenes que trabajan con sus pares para empoderarlos, informarlos y evitar que sean víctimas de las redes ilegales.
M.S.R.: ¿Han sido suficientes los esfuerzos para garantizar el bienestar de los migrantes venezolanos menores de edad?
A.O.: Colombia es el país de la región que ha recibido el mayor número de migrantes de Venezuela, se estima que el 30 por ciento son niños. El sistema de Naciones Unidas, a través de la plataforma regional, creó un sistema de coordinación de la cooperación internacional en torno a la crisis migratoria. En el caso específico de Unicef estamos trabajando en Ipiales, Cúcuta, costa Atlántica, Arauca y La Guajira con acciones de salud, nutrición, educacion, agua, saneamiento, higiene y protección para familias migrantes y comunidad de acogida en coordinación con autoridades nacionales y locales. Estamos pasando de dar una respuesta meramente humanitaria, que se sigue necesitando, a una de desarrollo e inclusión para garantizar que estos niños, sus familias y las comunidades de acogida tengan todas las condiciones para que su estadía en Colombia les permita acceder a servicios sociales, ser productivos y contribuir al país que los acoge.
M.S.R.: ¿Qué reflexión quisiera dejarles a los colombianos?
A.O.: Primero que la convención sigue siendo un instrumento vigente. Ha habido logros y hay que garantizar que estos sean sostenibles. Pero hay brechas y nuevos desafíos. Es muy importante lograr la universalización de los derechos sin dejar a nadie atrás, lograr que cada rincón de Colombia se convierta en un entorno protector para la niñez. Estamos muy entusiasmados de seguir trabajando de manera conjunta con las instituciones, la sociedad civil y los nuevos gobiernos locales para que la niñez esté presente como un factor preponderante en todos los territorios y así romper círculos de pobreza y erradicar normas y patrones que justifican un modo de actuar contrario al espíritu de la convención.
*Editora general de Especiales Regionales de SEMANA.