Brexit

Una incertidumbre llamada Brexit

En el sector financiero de Londres hay incertidumbre por el divorcio con la Unión Europea. ¿Y el mercado de capitales qué? ¿Y el patrimonio de los ahorradores? ¿Y el Estado de bienestar? Margarita Rojas, directora de información internacional de Caracol Televisión, lo analiza.

Margarita Rojas*
16 de agosto de 2019
| Foto: Esteban Vega

Ya se sabe que los divorcios son tortuosos. Una separación rápida, justa y civilizada tiende a ser más bien una excepción. Más aún cuando hay grandes intereses económicos en juego, o cuando se ha amado u odiado con pasión. Entonces, ¿por qué esperar que la salida del Reino Unido de la Unión Europea fuese fácil?

Llevan en eso tres años, desde aquel 23 de junio de 2016 en que el 52 por ciento de los británicos votó por irse, tras una campaña que desconcertó al mundo tanto o más que el No a los acuerdos de paz en Colombia, y en la que muchos gatos resultaron liebres. El todopoderoso Reino Unido estaba cansado de arrastrar con los aprietos de los países menos ricos. Les pareció mejor partir cobijas.

Pero no todo es dinero. No contaron con sus confusos sentimientos, como podría describirse aquel laberinto, aún insalvable, de las visiones políticas internas. Son más los que quieren la salida, pero no logran ponerse de acuerdo sobre cómo hacerlo.

Los legisladores británicos actúan como un marido inseguro que un día piensa que es mejor partir y otro día quiere quedarse, y no encuentra qué dejar ni qué llevarse. La Unión Europea ha sido una esposa digna. Hace años sabía del desamor, pero la decisión del abandono siempre resulta un agravio. Aceptó negociar y acordó unos términos. Sabe que podrá vivir, aunque pierda privilegios. Llegó la hora de tomar su rumbo aparte y ahora exige cumplimiento.

La City, el corazón financiero de Londres, siente los efectos de la incertidumbre. El sector sufre el éxodo de bancos y otras instituciones que decidieron mudarse para operar sin restricciones con las demás naciones de la Unión Europea. La libra esterlina y la prestigiosa Bolsa LSE bailan al compás incierto que les marca el brexit. Por primera vez en siete años la sólida economía británica se contrajo en el segundo trimestre un 0,2 por ciento y dejó asomar los temores de una recesión.

Ahorradores y accionistas temen por su patrimonio, los jubilados por sus pensiones, los enfermos por medicamentos y los empleados extranjeros por permisos laborales. Los consumidores resentirán la falta de alimentos y de otros bienes importados que, además, subirán de precio ante nuevos aranceles. Los viajeros ya se preparan para los trámites migratorios. La industria automotriz británica tiembla ante un inminente divorcio sin acuerdo.

Como si faltaran males, esa carrera alocada hacia el divorcio se llevó por delante a Theresa May y sus esfuerzos vanos por negociar una separación gradual. Con la promesa de cortar de un tajo, al precio que sea necesario, y al parecer con cifras falsas, Boris Johnson fue elegido primer ministro por los tories.

En su reciente visita a Colombia, el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa lamentó que otra de las grandes democracias haya caído en la tentación del populismo nacionalista.El Partido Conservador de Winston Churchill y de Margaret Tatcher acaba de elegir a un payaso”, dijo el escritor peruano en alusión a Johnson. “Ya se librarán de él”, pronosticó. En eso trabajan ya el laborismo y otros partidos opositores. Si algo saben hacer los políticos es pescar en río revuelto.

*Directora de información internacional de Caracol Televisión.