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Con regalías mineras se restauran los vitrales de la Catedral de Manizales
Este es el primer proyecto de preservación de patrimonio financiado con recursos de regalías. La obra ya se encuentra en el 30 por ciento y se espera que para 2021 haya concluido. Esta restauración contribuirá a impulsar la reactivación del turismo en la ciudad.
La Catedral de Nuestra Señora del Rosario de Manizales es un símbolo del departamento de Caldas. Con 2.500 metros cuadrados de área construida y 106 metros desde la base hasta la cruz, es desde 1939 el templo más alto de Colombia y uno de los más grandes. Forma parte del Paisaje Cultural Cafetero y fue declarado por la Unesco patrimonio de la humanidad. Con el tiempo su deterioro se hizo evidente y el proyecto de restau - rarla tomó forma gracias a los recursos de regalías pro - venientes del sector minero.
En 2015 el Ministerio de Cultura realizó un estudio sobre el estado de los vitrales. Los resultados impulsaron a la Gobernación del departamento, la Arquidiócesis de Manizales y al pueblo caldense a iniciar una búsqueda de recursos para financiar la restauración de 70 de los 141 vitrales. Finalmente los encontraron en el Sistema General de Regalías. “Fue un proceso arduo conseguir la aprobación del Órgano Colegiado de Administración y Decisión, porque nunca antes se habían destinado recursos de regalías a la restauración del patrimonio. Afortunadamente, se logró un acuerdo que abrió el camino para financiar más proyectos de este tipo en el país”, explica Eugenia Serpa, coordinadora del grupo de patrimonio cultural del Ministerio de Cultura.
Las obras de restauración iniciaron en 2019, con 2.924 millones de pesos provenientes de regalías y 620 millones aportados por la Arquidiócesis de Manizales. Alrededor de 40 personas forman parte del equipo encargado de la construcción de andamiajes, el desmonte de los vitrales y la interventoría del proyecto. La restauradora, Rocío Morales, explica que a la fecha se han completado los trabajos de 40 vitrales, un 31 por ciento de ejecución total. Se espera que las obras concluyan en 2021.
“Adicionalmente se incluirá un trabajo de museografía para que los visitantes puedan conocer la historia de los vitrales, su origen y mensaje”, apunta Gustavo Castañeda, secretario ejecutivo de la junta Amor por la Catedral, organización promovida por la Arquidiócesis. Con esto se busca no solo promover la apropiación del patrimonio por parte de los ciudadanos, sino añadir un atractivo turístico a la región.
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En 2019, Caldas recibió 600.000 visitantes nacionales y extranjeros. Para el secretario de Planeación de la Gobernación, Valentín Sierra, la restauración de los vitrales “alimenta el espíritu de los caldenses, a la vez que es una oportunidad para promover la reactivación económica a través del turismo”. Eugenia Serpa agrega que “invertir recursos como regalías en preservar el patrimonio es importante porque este forma parte de nuestra memoria e identidad como colombianos”.
Construida desde las cenizas
El 20 de marzo de 1926, un incendio devoró la iglesia principal de Manizales. Fue entonces cuando se concibió la construcción de una nueva catedral. Juan Manuel Sarmiento, arquitecto y experto en patrimonio, explica que la bonanza cafetera de la región permitió contratar los diseños del arquitecto francés Julien Polty y lograr que la construcción de la catedral se diera en tan solo 11 años. A lo largo de las décadas siguientes empezaron a llegar vitrales de destacados talleres italianos, franceses y colombianos, que hoy siguen siendo un orgullo del departamento.
El hallazgo
Horacio Gómez es el vicario de cultura de la Arquidiócesis de Manizales y un enamorado de una catedral que, a su juicio, todavía esconde muchos secretos. “Hace diez años, me senté durante dos horas a contemplar un vitral del descendimiento de la cruz. Lo habían traído a Manizales desde la Catedral Primada de Bogotá, pero desconocíamos su origen. Entonces me propuse limpiarlo hasta encontrar una firma y luego fui a la biblioteca para resolver el misterio”, recuerda Gómez. Para su sorpresa, se trataba de una obra de 1878 del francés Charles Champegneulle, uno de los vitralistas más importantes del mundo en su época.