Análisis
¿Se debe modificar el régimen de regalías del oro en Colombia?
Después de una juiciosa revisión, Mauricio Cabrera, magíster en economía, propone un sistema más equitativo que permita sacarle mayor provecho a estos tiempos de bonanza aurífera.
Por Mauricio Cabrera*
El Estado colombiano mantiene algunos rezagos coloniales e incluso precolombinos. Uno de ellos es el régimen de regalías de la sal y del oro. Aunque parezca increíble, mientras la sal debe pagar una regalía del 12 por ciento, el oro solo paga alrededor del 3 por ciento (el 4 por ciento del 80 por ciento del precio internacional). Así lo estableció la Ley 141 de 1994, y desde entonces no se ha modificado.
Esta diferencia podría justificarse en la época de los muiscas, cuando la sal era igual o más importante que el oro. De hecho, en el altiplano cundiboyacense no había ningún yacimiento importante de oro, de manera que todos los adornos y el polvo de oro que cubrían al cacique de Guatavita cuando se sumergía en la laguna del mismo nombre, eran hechos con material importado que se conseguía mediante el trueque con tribus de otras regiones, a las que les pagaban con panes de sal extraídos de las minas de sal de Zipaquirá, Nemocón, Sesquilé y Tausa.
Hoy el oro es uno de los metales más codiciados, pero la sal paga cuatro veces más regalías. El problema no es que la regalía de la sal sea muy alta, pues la actual no desestimula su producción. Lo absurdo, inexplicable e inequitativo es que la tarifa de la regalía del oro no solo sea tan baja, sino la misma para cualquier volumen de producción y no aumente con el precio del mineral.
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A principios de siglo, la onzatroy de oro se cotizaba a 270 dólares, diez años después se había cuadruplicado, al llegar a 1.080 dólares, y en la última década ha oscilado con un máximo cercano a los 2.000 dólares. A pesar de este incremento del precio, la tarifa de la regalía ha seguido siendo la misma, o sea que de la bonanza de precios a Colombia solo le han tocado las migajas. Lo mismo ha pasado con otros minerales como la plata, cuyo precio se ha multiplicado por siete en lo corrido del siglo.
¿Cuánto recibe el Estado colombiano por el oro que se llevan del país unos particulares? Muy poco. Según las cifras oficiales, entre 2012 y 2019 se produjo y exportó oro por valor de 18.324 millones de dólares, mientras que las regalías recibidas por el Estado tan solo fueron el 2,8 por ciento de ese valor, es decir, 507 millones de dólares. Si ese hubiera sido el valor de la producción de sal, el Estado habría recibido 2.200 millones de dólares.
El esquema actual de regalías tiene otra equivocación y es que estas sean constantes a pesar de las fluctuaciones en el precio. En una economía de mercado, cuando aumenta la demanda de un bien y sube su precio, cualquier propietario lo vende más caro y aumenta sus ingresos. Esto no sucede con el oro de los colombianos, pues a pesar de grandes aumentos en el precio, el Estado sigue recibiendo el mismo exiguo porcentaje.
Por ejemplo, entre 2018 y 2019 la producción de oro fue muy similar, pero el precio promedio subió casi 20 por ciento. Los ingresos brutos de los extractores aumentaron 312 millones de dólares, mientras que las regalías solo 6 millones de dólares. En 2020 la diferencia será mayor, pues se ha incrementado tanto los precios como la producción.
Para tratar de justificar esta inequidad se argumenta que la explotación del oro tiene otros beneficios económicos para el país: empleo y el aumento de la extracción. Son pocos y además los encadenamientos productivos de la minería son bajos. En las cuentas externas aumentan los ingresos de divisas por exportaciones del metal, disminuyendo así el déficit de la balanza comercial, pero también los giros de utilidades al exterior de las mineras internacionales, por lo cual es mucho menor el beneficio neto sobre la balanza de pagos. En las cuentas fiscales solo aumenta un poco el recaudo de impuesto a la renta, porque ya se eliminó el impuesto a las remesas de utilidades al exterior.
Ningún proyecto de minería debe permitirse si afecta de manera grave los ecosistemas y, en particular, las fuentes de agua como suele suceder con la gran minería del oro. Por eso en cualquier proyecto minero debe primar el criterio ambiental sobre los eventuales beneficios económicos.
Revivir la propuesta
En el debate al Plan de Desarrollo del 2011, el fallecido senador Juan Mario Laserna propuso establecer una regalía creciente para la producción del oro, que fuera desde el 4 por ciento para la pequeña minería hasta el 12 por ciento cuando la producción fuera superior a 100.000 onzas anuales. Este esquema ya existe en el caso del petróleo, donde la regalía va del 8 al 25 por ciento dependiendo del volumen de producción del campo.
La propuesta del senador Laserna era incompleta pues la variación de la cotización de la onza troy de oro no modificaba la tarifa de la regalía. En el petróleo la regalía también es creciente en función del precio internacional y el productor debe ceder entre el 30 y el 50 por ciento del incremento de los precios.
De acuerdo con esas condiciones establecidas desde 2010, se reactivó la exploración de petróleo en Colombia. Teniendo en cuenta que esta tiene más riesgos y costos que la del oro, no hay razón para no establecer un esquema similar de regalías y permitir que el Estado se beneficie de la bonanza aurífera.
*Analista económico.
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