CULTURA

Un planchón literario, un festival de jazz y uno de cine. Agéndese para la movida cultural de la capital cordobesa

La labor que se hace por preservar la cultura está alineada con avanzar sin olvidar sus raíces.

Natalia Ariza*
9 de mayo de 2018
Aquí se promueve el acto de leer: la Fería de la Lectura de Montería y una biblioteca móvil con más de 1.000 títulos son solo unos ejemplos. | Foto: Cortesía Alcaldía de Monteía

Siento profundo orgullo de haber nacido en Montería y ser testigo de su transformación. Hasta hace una década, el sueño de muchos era irnos a otras ciudades a estudiar, trabajar o a buscar un ambiente más agradable; queríamos alejarnos de un entorno poco amable, buscar mejores oportunidades. Hoy definitivamente la realidad es otra, tanto desde el punto de vista urbano como humanístico.

Recorrer un poco Montería basta para descubrir que se trata de una ciudad que ya hizo su tránsito de pequeña a intermedia y que va por más, con una renovación urbanística basada en políticas incluyentes y siempre pensadas para los ciudadanos: mejores espacios públicos, parques, cuidado ambiental, altos índices educativos, fervor por el deporte y escenarios para su práctica; amplia oferta de servicios comerciales y de salud, puentes, avenidas, un río, el Sinú, que ha vuelto a ser amado y protegido; programas sociales que benefician a madres, víctimas, sectores históricamente desfavorecidos, adultos mayores, niños, docentes; proyectos que revolucionarán el transporte, y otros, como Agrópolis y Ciudad Verde, que propenden por un ambiente sano y que le han permitido a la ciudad ser una de las más sostenibles del mundo, según la ONU.

Eso, y más, es evidente. Pero lo mejor es que, a la par de este desarrollo, se despertó una conciencia ciudadana que a la vez ha traído sentido de pertenencia por los espacios, por los recursos tanto físicos como naturales, por la gastronomía, la historia, la fauna y la flora, por sus personajes, por las costumbres de antaño que aún perduran. En ese sentido, hay un nuevo valor hacia la cultura y el patrimonio tangible e intangible local.

Precisamente quiero destacar esto último porque la ciudad, en medio de su alegría por su crecimiento, no ha olvidado fortalecer la otra cara de la moneda, la humanística, para que ese resurgir sea completo y acorde con la época. Es por eso que el alcalde Marcos Daniel Pineda, consciente de esta necesidad, incluyó programas que rescatan e impulsan la cultura, algunos de los cuales se consolidan a través de la Oficina de Gestión Social que Dios me ha dado la oportunidad de liderar.

Es así como en Un río de libros, Feria de la Lectura de Montería –que este año llegará a su tercera edición– les damos una altísima participación a los escritores, artistas y periodistas locales. Esta feria, cuyos eventos son gratis, nació grande y es ya una de las más importantes del país. Y como creemos en la importancia de la educación, creamos el Planchón Literario, una biblioteca móvil que se estaciona en colegios, parques y centros comerciales para implementar programas de lectura y talleres dirigidos a todo tipo de público, y ofrece más de 1.000 títulos para quienes los quieran leer.

Hemos sido importantes desde hace mucho, pero gran parte de la población no lo sabía; la existencia de diferentes defensores de la cultura local así lo demuestran: las novelas, cuentos e investigaciones de José Luis Garcés González nos revelan qué tenemos; contamos con Antonio Mora Vélez, pionero de la ciencia ficción en Colombia; sentimos un inmenso orgullo por nuestro excampeón mundial de boxeo Miguel ‘Happy’ Lora, un monteriano auténtico, de esos conversadores y buena gente; aprendemos del legado de Guillermo Valencia Salgado, el Compae Goyo, escritor e investigador del folclor que en sus páginas nos habla de nuestras tradiciones y nos explica las características antropológicas del hombre y de la mujer del Sinú; también del investigador Benjamín Puche Villadiego, autor de la fórmula matemática del sombrero vueltiao, símbolo nacional; de las obras de la gestora cultural y escritora Soad Louis Lakah, de las artistas Olga Gómez, Mónica Garzón y de las exposiciones del Museo Zenú de Arte Contemporáneo (Muzac), y tantas otras personas e iniciativas que no alcanzaría a nombrar, y que a diario contribuyen con sus aportes a que la nuestra sea cada vez una mejor sociedad.

Nuestra música, el porro, un género sano, alegre y nostálgico también ocupa un lugar destacado en los festivales de los que ahora gozamos los monterianos. Lo mismo la historia, pues en 2017 se instalaron placas con leyendas sobre nuestro pasado, personajes y fechas destacadas en lugares públicos importantes, como una recuperación de la memoria urbana, una especie de mapa social y atractivo turístico.

Pero merece un párrafo aparte la alegría, espontaneidad y buena vibra de los monterianos. Somos hombres y mujeres optimistas que disfrutamos de una nueva ciudad que se abre a la inversión nacional y extranjera sin perder sus costumbres, que seguimos conversando por las tardes en las terrazas de nuestras casas alrededor de un tinto y una galleta de limón, que compartimos anécdotas, que confiamos en el otro, ciudadanos que cada día encontramos razones para quedarnos aquí y ser testigos y protagonistas de una nueva Montería.

*Gestora social de montería.