En 2019 el sector de infraestructura aportó un 10,7 por ciento en el crecimiento del PIB.
En 2019 el sector de infraestructura aportó un 10,7 por ciento en el crecimiento del PIB. | Foto: Cortesía Ministerio de Transporte

Opinión

Quienes se oponen a las obras civiles son “cómplices del subdesarrollo”

Así lo dice el escritor de estas líneas, quien recuerda que el crecimiento y la conectividad de nuestro país dependen del sector de la infraestructura, ¿cómo impulsarlo y mejorarlo?

2 de noviembre de 2020

Manuel Villa Mejía*

Siempre hablamos de la privilegiada ubicación geográfica de Colombia, pero nuestro territorio está fragmentado, nos separan las grandes distancias y los altos costos que demandan las vías que podrían comunicarnos. Por eso, de alguna manera, estamos aislados. El atraso en la infraestructura del país es un límite a su crecimiento, y se debe no solo a las dificultades que presentan los agrestes terrenos nacionales, sino también a la falta de visión de futuro y los costos de la corrupción, el crimen y la ineficiencia estatal.

La inversión en infraestructura es una apuesta impostergable. Su crecimiento integral es una condición necesaria para la competitividad y el progreso de los demás sectores productivos del país. El sector ha tenido un gran avance. En 2019 aportó un 10,7 por ciento en el crecimiento del PIB. Pero que el hambre no se nos quite con los primeros bocados; aún quedan esfuerzos por hacer y sostener en el tiempo. Es necesario que el Plan Maestro de Transporte Intermodal (PMTI), que finalizaría en 2035, sea asumido como una verdadera política de Estado, y que se amplíe su visión a 2050.

Este debe tener una mayor integralidad porque, junto con las vías principales, los puertos, los aeropuertos, las redes fluviales y férreas, su misión es la de unir a las diferentes regiones del país, y descubrir los proyectos que, en menor escala, complementan la proyección macro, como los sistemas de transporte público masivo y las grandes obras de infraestructura dentro de las ciudades.

No hay duda, la infraestructura es una buena herramienta contra-cíclica ante la coyuntura para impulsar la reactivación económica. El PMTI ya previó inversiones importantes de 10 billones de pesos anuales, lo que equivale a 1,3 por ciento del PIB. ¿Por qué no hacer el esfuerzo del 2 por ciento si, según Fedesarrollo, una mayor inversión en obras públicas y privadas (0,5 por ciento del PIB) hará que la economía crezca 0,8 puntos adicionales cada año?

Por eso se deben brindar las condiciones propicias para las inversiones, mejorar los ritmos de planeación y contratación, garantizar la seguridad jurídica y la transparencia, darles facilidades a los inversionistas nacionales e internacionales pero, sobre todo, y ante una reducción en la disponibilidad de recursos, apostar por la diversidad e innovación en fuentes de financiación.

Nuestra vida ha cambiado, y a su ritmo se transforman la economía, la sociedad, y por supuesto, el diseño de nuestros territorios y su infraestructura. Es hora de que el interés privado y el interés colectivo confluyan en un propósito superior y que, de la mano de la inversión y una debida gestión, podamos anticiparnos al futuro; y ver la luz al final del túnel.

Los que entorpecen o se oponen a las grandes obras de infraestructura son cómplices del subdesarrollo.

*Abogado y docente