CRÓNICA

La última misa del papa en Colombia

La misa que dio el papa en Contecar fue la última que de su visita a Colombia.

Tadeo Martínez*
9 de noviembre de 2017
A la misa del papa Francisco en Contecar asistieron 300.000 personas. | Foto: AFP

Todas las misas parecen iguales, pero una oficiada por el papa el día domingo es la misa de las misas. Así lo entendieron más de 300.000 habitantes de los siete departamentos de la región Caribe que llegaron hasta el patio de Contecar desde los municipios más lejanos de la geografía del país. Incluso de Nicaragua y Venezuela, el Gran Caribe, vinieron a escuchar y a ver a Francisco.

De La Guajira hasta Córdoba, de Montería a Valledupar, llegaron adultos, niños, familias enteras, caravanas de buses, monjas y seminaristas de Barranquilla. Algunos viajaron varios días. Desde muy temprano comenzaron a poblar el barrio Ceballos y a las diez de la mañana la fila se prolongaba hasta el barrio vecino de El Bosque.

Entraron sin mayores traumatismos desde las nueve de la mañana hasta las dos y treinta de la tarde, cuando se cerraron las puertas. Los fieles quedaron distribuidos en cuadrantes separados por unos callejones que servían tanto para la entrada como para la evacuación y la circulación del papamóvil.

Entre las nueve de la mañana y las cuatro de la tarde, cuando aparecería el papa, serían siete horas de sol. Pero hasta el clima quería escuchar al pontífice y fue generoso. Sobre las colinas del barrio Albornoz, al lado de Contecar, se posaron durante casi toda la tarde unas nubes negras y alcanzaron a caer unas gotas de lluvia. Sin embargo, a diferencia de los días anteriores, cuando llovió sin parar, el invierno se tomó un receso.

En pantallas gigantes ubicadas a lo largo y ancho del patio, la gente seguía los pasos del papa. Desde que descendió del avión hasta que tomó el helicóptero, lo vieron llegar a San Francisco, golpearse contra el papamóvil por cuenta de un frenazo, bajarse en San Pedro, Santo Domingo y la catedral, bendecir a la Virgen de los pescadores. Ya lo habían visto salir de Roma y aterrizar en Bogotá, pero escucharlo oficiar la misa del domingo es otra cosa.

El papa Francisco le dedicó unos minutos al Santuario de San Pedro Claver y se refirió también a su antecesor, Alonso de Sandoval, otro jesuita que trabajaba por los esclavos. “En el santuario de San Pedro se da el encuentro, la reflexión y el cruce de los derechos humanos en Colombia. Porque desde su austera habitación, y dando ejemplo de sacrificio y dedicación, San Pedro supo recuperar la dignidad a los esclavos negros y tuvo el genio de vivir claramente el evangelio”.

Luego el papa se refirió a todos esos males que vive la sociedad. “Pienso en el drama lacerante de las drogas y condeno las vidas que ha cobrado; hay que buscar el modo de acabar con el narcotráfico, solo siembra muerte y destrucción, blanqueo de dinero y destrucción de la naturaleza”. Así mismo, condenó la especulación financiera porque expone a la pobreza a miles de millones de personas, a la prostitución que roba el futuro a miles de jóvenes, los abusos contra los menores y la tragedia de los inmigrantes, los de América, los de Europa, los de todos los continentes.

Finalmente, Francisco se refirió a la importancia del paso que ha dado Colombia cuando propuso recuperar la cultura de la vida y dijo algo que causó una reacción entre los fieles: para que desparezca la violencia en Colombia, es fundamental erradicarla en la familia. Y si Colombia quiere tener una paz estable y duradera, debe brindar justicia, equidad y respeto a la dignidad. A las siete de la noche el sumo pontífice se despidió desde suelo cartagenero a ritmo de carnaval, de gaitas y tamboras, en medio de la comparsa de Curramba que decía: “Cantando, cantando yo viviré, Colombia, tierra querida”.

*Corresponsal de SEMANA en Cartagena.

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