Opinión

La buena nutrición infantil, una tarea pendiente en Colombia

Aunque los porcentajes de bajo peso al nacer y retraso en la talla en menores de cinco años han mejorado; la lactancia materna exclusiva apenas es de un mes y la desnutrición sigue siendo la segunda causa de muerte prevenible desde 2018.

Pilar Rodríguez*
26 de julio de 2020
La línea de tiempo de la desnutrición infantil inicia desde la gestación. | Foto: Nick Jauss

La buena nutrición permite a niños y niñas vivir en las mejores condiciones posibles, alcanzar el óptimo desarrollo de sus potencialidades y contribuir en el progreso de la sociedad. Los países garantes tienen herramientas para superar la brecha de pobreza y alcanzar avances sostenibles en la economía. En cambio la malnutrición infantil compromete gravemente la vida, la capacidad de aprender y el rol positivo de cambio social propio de la niñez y  la adolescencia. 

Aunque la malnutrición infantil tiene formas distintas de presentación, el abordaje para prevenirla es el mismo: óptima nutrición materna antes, durante, después del parto y en el periodo de lactancia; seis meses de lactancia materna exclusiva y con la alimentación complementaria adecuada hasta los dos años;  alimentos nutritivos, diversos y seguros en la infancia; acceso a servicios básicos de salud, agua, saneamiento e higiene, y actividad física. 

La línea de tiempo de la desnutrición infantil inicia desde la gestación. Las embarazadas están expuestas a múltiples factores de riesgo para la salud. La inseguridad alimentaria se asocia a dietas pobres en micronutrientes, consumo de alimentos con alto valor calórico y sedentarismo. Infecciones recurrentes, sobrecarga de trabajo, inequidad de género y corto tiempo transcurrido entre uno y otro embarazo llevan a la mujer a tener bajo peso y deficiencia de micronutrientes que comprometen su supervivencia y la del recién nacido.  

En los primeros dos años de vida, las prácticas de crianza inapropiadas, dietas pobres en nutrientes esenciales e infecciones recurrentes traen como consecuencia la malnutrición infantil, expresada en delgadez, baja talla, discapacidad cognitiva, y bajo logro escolar.

Las deficiencias de micronutrientes, hierro, vitaminas A y D, calcio, yodo, zinc y ácido fólico tienen graves efectos en el desarrollo fetal e infantil. Las más frecuentes son la anemia por deficiencia de hierro, el bajo desarrollo cerebral y muerte intrauterina por deficiencia de yodo, los defectos del tubo neural por deficiencia de ácido fólico, y el riesgo aumentado de enfermedades infecciosas y alteraciones visuales por deficiencia de vitamina A. 

¿Cómo está Colombia?

La comparación de los resultados de las encuestas nacionales de situación nutricional de 2010 y 2015 evidencia avances: reducción de bajo peso gestacional, que pasó del 16,2 por ciento a 14,2 por ciento; y de retraso en talla en menores de 5 años, que bajó del 13,2 por ciento al 10,8 por ciento. Sin embargo, hay algunos retrocesos: aumento de anemia en las embarazadas, de desnutrición aguda en menores de 5 años y también de sobrepeso en niños y niñas en estas edades. Adicionalmente, la duración de la lactancia materna exclusiva disminuyó de 1,8 meses a un mes. 

La mortalidad infantil evitable se redujo en el mundo y Colombia no es la excepción. Sin embargo, la desnutrición es responsable de al menos 45 por ciento de las muertes de menores de cinco años, alrededor de 3 millones cada año a nivel global. En nuestro país, la desnutrición aguda ha sido la segunda causa de muerte evitable desde 2018. La primera es la infección respiratoria y la tercera, la enfermedad diarreica. 

En línea con las recomendaciones internacionales, Colombia debe continuar trabajando para romper el ciclo adverso de pobreza y malnutrición empezando por fortalecer la atención nutricional a las mujeres embarazadas y promover el consumo de alimentos de alto valor nutricional. En las familias de bajos ingresos es necesario mejorar la calidad de asistencia alimentaria y acompañar la adherencia a la suplementación con micronutrientes. Estas acciones podrían disminuir el riesgo de muerte materna y fetal, el bajo peso al nacer y la mortalidad infantil. 

El país ha realizado importantes aunque infructuosos esfuerzos en la promoción, protección y apoyo a la lactancia materna. Es esencial definir estrategias más efectivas, quizá a partir de la identificación de determinantes de la baja práctica de la lactancia materna y el endurecimiento de los controles sobre la comercialización de las fórmulas infantiles. La lactancia materna es la mejor opción de alimentación infantil en la primera etapa de la vida y la medida de salud pública más efectiva para disminuir las muertes evitables en el primer año de vida.

Las familias tienen derecho a la información precisa que les permita seleccionar y consumir alimentos sanos, nutritivos y variados. Para ello, se requiere fortalecer las estrategias de educación alimentaria y nutricional; y consolidar el rol regulador del Estado en el etiquetado nutricional. La oferta y demanda de alimentos nutritivos y saludables contribuiría a la sostenibilidad de los sistemas de producción.

El panorama presentado sobre la nutrición infantil en Colombia, sumado a la inseguridad alimentaria que percibe uno de cada dos hogares en el país y la afectación por la pandemia del covid-19, evidencian con claridad nuestros retos frente a temas como las inequidades sociales, la sostenibilidad de los sistemas alimentarios y el cambio climático, pero también puede ser la oportunidad para construir un país mejor para los niños y las futuras generaciones.

*Consultora independiente en salud y nutrición.

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