Opinión

La ‘receta’ para reducir la inseguridad alimentaria en Colombia

El autor de este texto propone cinco ingredientes fundamentales que deberían estar en dicha preparación; con ellos, se puede cocinar a fuego lento el sueño de erradicar el hambre en el país.

Manuel Villa*
26 de julio de 2020
"En Colombia se pierden y desperdician un poco más de 9 millones de toneladas de alimentos al año." | Foto: Santiago Escobar Jaramillo

No tengo la fórmula mágica ni la receta completa para profetizar sobre la disponibilidad y el acceso físico, económico y social, a una debida alimentación en Colombia; un país donde el 40 por ciento de su población no goza de seguridad alimentaria. Por ineficiencias y malos hábitos aquí se pierden y se desperdician un poco más de 9 millones de toneladas de alimentos al año, es decir, el 34 por ciento del total producido.

Lo dije antes, no tengo la ‘receta’ completa, pero sí voy a proponer algunos de los ingredientes que no deberían faltar para cocinar el sueño de reducir la inseguridad alimentaria y dejar de perpetuar la pobreza. Nunca habrá equidad sin seguridad alimentaria, y no habrá seguridad alimentaria sin productividad. Entonces, que no nos falten en la ‘preparación’ estos cinco componentes: 1) una reforma agraria que se enfoque en hacer productiva la tierra y no solo en modificar la estructura de la propiedad; 2) kilómetros de vías que conecten a nuestros productores y a sus cosechas con las regiones y los mercados; 3) la reducción del narcotráfico, ese complejo monstruo de siete cabezas que reina en nuestras tierras; 4) una conciencia colectiva alrededor de una necesidad y oportunidad compartidas, dejando de lado los odios promovidos por los discursos populistas que enfrentan a “ricos” y “pobres”; 5) una inversión en tecnología que, más allá de llegar a zonas alejadas del país como donación o subsidio, promueva proyectos de investigación que les generen valor a los procesos productivos, como los bancos genéticos agrícolas, por ejemplo.

Y no descartemos la descentralización y cierta soberanía alimentaria que les permita a las regiones, desde sus realidades heterogéneas y sus vocaciones agrícolas y comerciales, adelantar proyectos cooperativos. Estos, a partir de los centros de acopio y abastecimiento, pueden fortalecer el intercambio local de alimentos y garantizar con la compra pública un buen precio a los productores. De dicha manera los intermediarios y la ilegalidad estarían lejos de esta cadena.

Todo lo anterior permitiría construir tejido social, superar condiciones de precariedad a través de la agricultura familiar campesina, y maximizar las bondades comerciales al incursionar en el procesamiento y empacado de alimentos nutritivos no perecederos que, sin necesidad de una cadena de frío, puedan garantizar reservas y evitar desabastecimientos. 

Según la FAO, Colombia está en capacidad de producir la cantidad de alimentos necesarios para atender las necesidades de su población y proyectarse como una de las despensas agroalimentarias del mundo. Pero primero demostrémonos que somos capaces de ser, al menos, nuestra propia despensa.

*Abogado y docente

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