SOSTENIBILIDAD
El fin de las pérdidas
Según el Observatorio Hambre Cero de la Universidad Externado de Colombia, reducir al 13,7 por ciento las pérdidas agroalimentarias actuales en etapa de producción en Colombia, permitiría atender al 44,3 por ciento de las personas en condición de pobreza extrema.
Prevenir la pérdida y el desperdicio de alimentos en Colombia es una tarea necesaria, que beneficiaría a cientos de familias vulnerables. El camino para llevarla a cabo comenzó a recorrerse con la Ley 1990 de 2019, que forma parte del marco jurídico de la política que buscará evitar este fenómeno. Aunque contiene imprecisiones legislativas, estas son superables si se apela al espíritu que la enaltece: la urgencia de una política sobre la Prevención del Desperdicio de Alimentos (PDA).
Aún no se sabe con precisión la cantidad de agroalimentos para consumo humano que no se cosechan, sin embargo, con base en las matrices de contabilidad nacional, los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos e información gremial, el Departamento Nacional de Planeación estimó en 3,95 millones de toneladas las pérdidas agroalimentarias en el eslabón de la cosecha.
Esta cifra sería mucho mayor (4,80 millones de toneladas perdidas) si se calcula a partir de los resultados del Censo Nacional Agropecuario y de las estimaciones realizadas en el Observatorio Hambre Cero de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia sobre la base de 21 bienes de la canasta para hogares pobres y vulnerables.
Aunque los resultados de Hambre Cero sugieren que morigerando las pérdidas al 13,7 por ciento de las que ocurren, se producirían 1,6 millones de raciones veganas diarias de 2.303 kilocalorías, para atender al 44,3 por ciento de las personas en condición de pobreza monetaria extrema; el desarrollo de la política tiene otras implicaciones de profundo impacto sociopolítico y ambiental, en particular por los costos sociales ocasionados debido al desperdicio de agua y el inadecuado uso de la tierra.
Esta reducción se articula de manera explícita con la legislación ambiental y la de ordenamiento territorial y, en especial, con lo establecido en materia de límites a la expansión de la frontera agrícola y a la vigilancia de las áreas protegidas. Así que las medidas que se tomen para reducir las pérdidas en la producción agroalimentaria no se pueden concebir por fuera de un marco más general: la restauración de los vínculos del Estado con el campesinado empobrecido y con la población urbana en condición de pobreza extrema.
En Hambre Cero estamos prestos a colaborar en el diseño de estas y otras reformas encaminadas, por ejemplo, a sufragar con los alimentos no perdidos una porción de la renta universal de ciudadanía que se ha revelado impostergable con la pandemia.
¿Cuánto se está perdiendo?
Esta es la pérdida en cosecha de los cultivos seleccionados debido a su importancia en la canasta de consumo agroalimentario de los hogares pobres y vulnerables en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) 2018:
Ponderación IPC elevada:
- Arroz verde (cultivo transitorio): 599.976 hectáreas de área sembrada y 472.106 hectáreas de área cosechada. Un 21,3 por ciento de pérdida.
- Trigo en grano (cultivo transitorio): 13.710 hectáreas de área sembrada y 5.594 hectáreas de área cosechada. Un 59,2 por ciento de pérdida.
- Maíz blanco (cultivo transitorio): 392.233 hectáreas de área sembrada y 229.372 hectáreas de área cosechada. Un 41,5 por ciento de pérdida.
- Maíz amarillo (cultivo transitorio): 607.850 hectáreas de área sembrada y 324.517 hectáreas de área cosechada. Un 46,6 por ciento de pérdida.
Ponderación IPC media:
- Banano (cultivo permanente): 161.401 hectáreas de área sembrada y 138.116 hectáreas de área cosechada. Un 14,4 por ciento de pérdida.
- Plátano (cultivo permanente): 896.676 hectáreas de área sembrada y 823.052 hectáreas de área cosechada. Un 8,2 por ciento de pérdida.
- Papaya (cultivo permanente): 21.429 hectáreas de área sembrada y 20.502 hectáreas de área cosechada. Un 4,3 por ciento de pérdida.
- Piña (cultivo permanente): 131.576 hectáreas de área sembrada y 94.917 hectáreas de área cosechada. Un 27,9 por ciento de pérdida.
- Tomate de árbol (cultivo permanente): 18.010 hectáreas de área sembrada y 14.481 hectáreas de área cosechada. Un 19,6 por ciento de pérdida.
- Naranja (cultivo permanente): 57.787 hectáreas de área sembrada y 53.914 hectáreas de área cosechada. Un 6,7 por ciento de pérdida.
- Mandarina (cultivo permanente): 42.021 hectáreas de área sembrada y 37.022 hectáreas de área cosechada. Un 11,9 por ciento de pérdida.
- Papas (cultivo transitorio): 273.700 hectáreas de área sembrada y 173.824 hectáreas de área cosechada. Un 36,5 por ciento de pérdida.
- Papas criollas (cultivo transitorio): 10.294 hectáreas de área sembrada y 1.795 hectáreas de área cosechada. Un 82,6 por ciento de pérdida.
- Papa china (cultivo transitorio): 8.059 hectáreas de área sembrada y 6.416 hectáreas de área cosechada. Un 20,4 por ciento de pérdida.
Ponderación IPC baja:
- Garbanzo verde (cultivo transitorio): 438 hectáreas de área sembrada y 289 hectáreas de área cosechada. Un 34 por ciento de pérdida.
- Fríjol (cultivo transitorio): 105.188 hectáreas de área sembrada y 81.862 hectáreas de área cosechada. Un 22,2 por ciento de pérdida.
- Lechuga (cultivo transitorio): 6.438 hectáreas de área sembrada y 6.070 hectáreas de área cosechada. Un 5,7 por ciento de pérdida.
- Berenjenas (cultivo transitorio): 969 hectáreas de área sembrada y 623 hectáreas de área cosechada. Un 35,7 por ciento de pérdida.
- Zanahoria (cultivo transitorio): 4.821 hectáreas de área sembrada y 4.104 hectáreas de área cosechada. Un 14,9 por ciento de pérdida.
- Cebolla cabezona (cultivo transitorio): 8.238 hectáreas de área sembrada y 7.983 hectáreas de área cosechada. Un 3,1 por ciento de pérdida.
- Cebolla larga (cultivo transitorio): 9.537 hectáreas de área sembrada y 9.452 hectáreas de área cosechada. Un 0,9 por ciento de pérdida.
*Docente e investigador de la Universidad Externado de Colombia.
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