Análisis
Exportar vivienda, un promisorio negocio en Colombia
La venta de vivienda a extranjeros o nacionales no residentes es un gran oportunidad que ya han sabido aprovechar varios países y de la que Colombia puede también disfrutar.
Martín Gustavo Ibarra*
La atracción de turistas foráneos, así sean de origen nacional pero residentes en el exterior, se ha constituido en un promisorio negocio para varios países del mundo. Cuando un extranjero adquiere una vivienda, Colombia no solamente recibe los ingresos en divisas provenientes de su compra, sino también el valor agregado que generan las recurrentes visitas de un comprador que debe gastar en pasajes aéreos, restaurantes, impuestos prediales, cuotas de administración y servicios públicos, entre otros. Dubái, en Oriente Medio, Italia, España y Reino Unido, en Europa, y Costa Rica, México, Panamá, Uruguay, República Dominicana y Estados Unidos, en América, son buenos ejemplos de ello. En esta última nación, por ejemplo, existen 8.000.000 de segundas viviendas y, en México, unos 800.000 jubilados que gastan dólares en la economía local.
Colombia tiene aún un mejor posicionamiento, pues cerca del 10 por ciento de la población colombiana vive en el exterior, y algunos de ellos están casados con extranjeros o extranjeras. En una reciente evaluación elaborada por Hernando José Gómez para Camacol, se demostró cómo un acertado programa de exportación de vivienda podría traducirse en la venta de por lo menos 50.000 unidades anuales al exterior, a un valor promedio de 100.000 dólares la unidad, lo que representaría una cifra de 5.000 millones de dólares al año.
Este monto es superior a las exportaciones individuales de banano, café o flores, o a la mitad del déficit de la balanza comercial del año 2019 y, a su vez, podría traducirse en impuestos adicionales por más de un billón de pesos al año para el fisco nacional, si se tienen en cuenta las utilidades de los constructores, los impuestos municipales y el movimiento económico que esta nueva actividad traería al país. Pero lo más importante es la generación de 125.000 nuevos empleos adicionales en el sector de la construcción que, a su vez, es jalonador de 52 clústeres industriales que se incorporan en una vivienda.
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Para lograr este objetivo tan solo sería necesario contar con el presupuesto suficiente para la promoción internacional de esta nueva actividad con el apoyo de ProColombia, por lo cual se le ha planteado al Gobierno nacional, a través de Camacol, que las empresas constructoras puedan contar con la devolución del IVA para los materiales de construcción que se incorporan a estas viviendas que se ‘exportan’ y que requieren para su comercialización de un presupuesto entre el 6 y el 8 por ciento de su valor, frente al 3 por ciento, que es el costo de la comisión de las ventas locales.
Venderle una vivienda a un extranjero está definido por la Organización Mundial del Comercio (OMC) como una exportación de servicios y por lo tanto debe gozar de los mismos incentivos a las exportaciones como los del Plan Vallejo, al cual se acogen el resto de los exportadores del país.
De igual forma, este negocio se traduce en un reintegro efectivo de divisas, lo cual equivale a consolidar en un contenedor todos los materiales de construcción que integran el apartamento: ladrillos, porcelanas sanitarias, ventanería, luminarias, tapetes, cocinas, etcétera y colocarlas en Panamá o Miami, con la diferencia de que esta exportación de vivienda, al atraer a su comprador frecuentemente, generará divisas de manera permanente. Ojalá esta propuesta sea escuchada por el Gobierno.
*Presidente de Araújo Ibarra Consultores Internacionales
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