Crónica
Mensajeros, transportadores y repartidores: los otros héroes de la pandemia
No solo el personal médico ha sido vital durante la emergencia sanitaria. Quienes trabajan en empresas transportadoras, de envíos y de carga han garantizado que el mundo no se detenga.
Fue como tomar aire. Las semanas previas al aislamiento obligatorio en buena parte del mundo todos estaban expectantes. Llegaban noticias de más y más países desbordados con contagios y muertes hasta que a mediados de marzo le tocó el turno a Colombia. Y entonces aguantamos la respiración. Al menos la mayoría porque el país, paralizado, debía seguir en movimiento. Medicamentos, alimentos y ayudas humanitarias no podían faltar. Al igual que el personal médico, los repartidores no tuvieron nunca la opción de parar.
Esta nueva realidad, sin embargo, llegaría con una contradicción: a pesar de que las calles estaban vacías, y el servicio de mensajería se haría indispensable por las circunstancias, el trabajo disminuyó significativamente durante las primeras semanas de aislamiento. “Las entregas se redujeron porque la mayoría de locales estaban cerrados”, recuerda Alfonso González, operador de servicio de envía en Cúcuta.
Durante los últimos 20 años, este cucuteño se ha dedicado a la mensajería para ganarse la vida. A envía llegó en el año 2000 buscando nuevas oportunidades. Desde entonces, su rutina fue más o menos la misma todos los días. “En la mañana iniciamos con la descarga de lo que llega del interior para entregar en la ciudad. Luego preparamos los vehículos para salir al respectivo reparto de la mercancía. Durante la distribución se puede presentar lo que llamamos aquí “recolección”, que quiere decir que recibimos mercancía a los clientes. Esta se nos asigna al celular. Así vamos entregando y recogiendo”, explica González. En marzo de 2020 ya no hubo mucho qué recoger ni entregar. El cierre o pausa en la que entraron las empresas, que suelen ser los principales clientes de las transportadoras de mercancía, desaceleró la dinámica a la que estaba acostumbrado González. Sin embargo, tanto la empresa para la que trabaja como las demás compañías de mensajería del país se acomodaron a las nuevas circunstancias, entendieron que los cambios eran, sobre todo, una oportunidad, y lograron superar el traspiés inicial.
“Llevamos trabajando en Interrapidisimo como diez años – dice Ligia Salamanca, socia repartidora de esta empresa ubicada en Tabio, Cundinamarca–. Normalmente la jornada es de diez de la mañana a cinco o seis de la tarde. Pero cuando cerraron el país tuvimos vía libre para trabajar, entonces empezamos a hacer algunos cambios para estar disponibles cuando la gente pudiera salir de acuerdo al pico y cédula. Así pasamos de enviar 15 o 17 paquetes al día a mandar unos 100. ¡Fue una locura!”.
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De acuerdo con José David Pérez, gerente Regional de envía en Cúcuta, la mensajería ahora no sólo transporta bienes, sino que conecta al comprador y al vendedor en cualquier parte del mundo. Además del repentino incremento en los volúmenes de trabajo, que se produjo por los nuevos servicios que implementaron para adaptarse a las circunstancias, sus trabajadores tuvieron que aprender a convivir con tres reglas de oro: el uso permanente del tapabocas, lavado de manos constante y conservar siempre la distancia. Aún así, el temor a contagiarse cada vez que hacen una entrega los acompaña siempre.