TROYA
Troya: las murallas que resisten el asedio del revisionismo histórico
¿Basta la explicación histórica para abarcar todo el relato sobre Troya? El escritor Gonzalo Mallarino revisa estas teorías a la luz de los mitos griegos sobre los que se fundan.
Troya o Ilión quedaba en el Helesponto, es decir, en el estrecho de los Dardanelos. El que vaya hacia Estambul lo puede cruzar desde el mar Egeo y al salir, entrará en el mar de Mármara. Yo, pobre mortal, lo hice una vez cuando amanecía. Entonces vi la cúpula de Hagia Sophia, la inmensa mezquita de la antigua Bizancio.
Pero he dicho “quedaba”, no “queda”, porque hace cientos de años no existe. Y todo lo que hubo sucedido allá, pudo haber sucedido o pudo ser solo una invención. ¿Cuál es la verdad? ¿Por cuál hipótesis debemos inclinarnos? El arqueólogo Heinrich Schliemann encontró, en 1871, las ruinas, eso sí está claro, y creo que había vestigios de un templo a Atenea. Se ha establecido, además, que desde el tercer milenio antes de Cristo aquella región ya estaba habitada y que su nombre más antiguo era Wilusa, en hitita, lo que es hoy la península de Anatolia.
La historia
Leo en internet acerca de las fuentes históricas hititas, los hallazgos chipriotas, la posible existencia de elementos micénicos en el poema homérico, incluso textos de la Edad de Bronce. Pero lo que yo quiero saber es si Paris raptó o no a Helena, la esposa del espartano Menelao, desatando la guerra de Troya. Y si Agamenón, al mando de un ejército en el que estaban Aquiles, Ulises y Patroclo, fue a rescatarla y sitió durante diez años la ciudad, hasta que logró tomarla con el truco del inmenso caballo. Que no era en verdad un regalo para la ciudad, sino la manera en que los generales espartanos escondidos dentro de él lograron entrar en Troya.
Pero algunos historiadores modernos ponen en duda todo esto. A pesar de que viene en Homero –en la Ilíada y la Odisea–, y el mismo Eratóstenes la sitúa en el año 1200 a.C., afirman que Homero era solo un poeta y que su viva imaginación concibió hechos que no habrían sucedido nunca. Dicen que las vicisitudes de Troya no tendrían relación con los griegos, con un supuesto expansionismo micénico. En fin.
Según el mito griego, la familia real troyana fue iniciada por el mismísimo Zeus. De él y la pléyade Electra nace Dárdano (recuerden el estrecho geográfico), quien se casa con una hija de Teucro y funda la ciudad de Dardania, antecesora de Troya. Ilo, hijo del rey de Dardania Tros, funda la ciudad que llevará su nombre, es decir, Ilón, o Troya. Así, Teucro, Tros e Ilión, son los fundadores epónimos de Troya. Pero esto que sigue a continuación es más importante, vinculado como está al entendimiento de la naturaleza humana, a pesar de venir del mito. O mejor, gracias a él.
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Laomedonte, hijo de Ilo, pide a los dioses Poseidón y Apolo que le construyan unas poderosas murallas para defender a la ciudad, y promete un abundante pago en compensación. Una vez las murallas erigidas, Laomedonte no paga, se hace el gringo, por lo cual Poseidón estalla en furia e inunda la ciudad y la región entera, y manda un horrible monstruo marino a destruirlo todo. Laomedonte pide clemencia y el oráculo de Delfos sentencia que si Laomedonte entrega a su hija Hesíone al monstruo, habrá paz. Y así es, eso hacen, cogen a la muchacha y la encadenan a un risco del mar para que el monstruo se la lleve.
¿Ven? Otra vez lo mismo, otra vez los guerreros, los reyes, los dioses, usando a las mujeres como prendas y trofeos. Pero, en fin, sigamos. Laomedonte se arrepiente –¿buen padre?–, y pide al gran guerrero Heracles que recupere a su hija y mate al monstruo, a cambio de unas yeguas divinas que le había mandado Zeus. Yeguas que el pérfido Laomedonte, naturalmente, nunca entregará, a pesar de que Heracles mata al monstruo.
Y hay más. Durante un saqueo a Troya, muchísimos años después, el héroe Áyax Locrio arrastra a la princesa troyana Casandra por el suelo, pues la quiere para sí y se la va a llevar a la brava. La muchacha se agarra como puede de una estatua de Atenea y no hay poder humano que la suelte de ahí. ¡Y gracias a esto se salva! El oráculo de Delfos sentencia entonces que cada año, en los siglos por venir, los locrios deben enviar a Troya dos muchachas nobles. Las niñas son dejadas en la playa y tienen que correr y esconderse a ver si logran llegar al templo de Atenea, caso en el cual se salvan. Se salvan de cientos de hombres que las están esperando. ¡Qué cosa terrible!
Helena, Hesíone, Casandra… Creo que queda probado mi caso. La árida y aburrida historia oficial no nos dice qué pasó en verdad en Troya. O en ninguna parte de nuestra jornada de siglos sobre la faz de la Tierra. Es el mito, es el cuento, es la fábula, lo que en verdad nos explica quiénes somos, qué clase de especie.
*Escritor.