MEMORIAS

¿Cómo es Girardota? Así lo recuerda una periodista de Medellín

Mariana Vélez es productora de Radiónica en la capital antioqueña. En este texto rememora el pueblo de su infancia al que la llevaban a pescar y a pasar momentos en familia.

17 de diciembre de 2018
Los paisajes naturales son uno de los mayores atractivos de Girardota. | Foto: Sebastian Morillo

De pequeña, mi familia me llevaba al menos una vez al mes de paseo a pescar, nadar y montar en lancha. Recuerdo que en ese entonces vivíamos en el barrio Prado de la ciudad de Medellín, una zona patrimonial de la capital antioqueña ubicada en el centro de la ciudad, desde donde bajábamos caminando hacia la estación de metro que lleva el nombre del barrio para tomar un bus que decía ‘Girardota’.

El trayecto siempre se me hacía eterno, supongo que por lo pequeña que era. Después de una hora y un poco más de recorrido, veía una gran pared con adobes grises en plena autopista que indicaba que habíamos llegado. Para mí Girardota significaba risas, ratos alegres. Cómo no recordar estos viajes con cariño, si al llegar me divertía deslizándome en los toboganes y nadando en las piscinas, y si además en los lagos practicaba la pesca y admiraba la majestuosidad de la naturaleza.

Recuerdo que gran parte de mi infancia la pasé en este lugar: además de los viajes mensuales con mi familia, cada semestre el colegio me llevaba de paseo una vez más. De estos encuentros aprendí a amar la pesca y a disfrutar las cosas simples de la vida.

Cuando fui creciendo y me hablaban del municipio de Girardota no podía evitar recordar su parque principal, que visité tantas veces. A quienes me preguntan, les recomiendo visitar la Catedral de Nuestra Señora del Rosario, los senderos ecológicos de la vereda San Andrés, la Casa de la Cultura Pedrito Ruiz, los caminos de piedra de la vereda la Matal, los tradicionales trapiches paneleros, los charcos de la vereda El Barro y el Señor Caído, ícono de peregrinaje para los paisas.

Alguna vez escuché a unos familiares de mi mejor amiga decir que debían ir caminando hasta Girardota para pagar unas promesas que habían hecho. Preguntando, me encontré con que esta es una práctica común entre los más creyentes, y que su popularidad convierte a este municipio en un lugar de interés para los católicos (puede leer más de estas peregrinaciones en la página 46).

Hoy por hoy, este pueblo es un gran referente del norte del Valle de Aburrá, que invita a las personas a crear recuerdos, como los míos, en sus calles e iglesias y al lado de su gente.