ANÁLISIS
La banca debe transformarse, no solo digitalizarse
Así lo concluye Adriana Molano Rojas, experta en transformación digital, quien en este texto expone los desafíos a los que se enfrenta el sector bancario en la actualidad.
“La banca es necesaria, los bancos no”, dijo, en 1994, Bill Gates, fundador de Microsoft. Veinticinco años después, el sistema bancario global se ha tenido que pronunciar frente al desarrollo de las criptomonedas, el ecosistema FinTech y la necesidad de fortalecer las regulaciones para mantener el statu quo del capital que soporta las bases de nuestras economías.
Entre tanto y con sonados avances en los últimos años, hemos visto cómo algunas corporaciones decantan sus procesos de innovación y transformación digital a través de habilitar canales en línea, diseñar algunos nuevos productos basados en la tecnología disponible e, incluso, crear oficinas más amigables para sus usuarios, llenándolas con tabletas y hasta videojuegos.
Sin embargo, limitarse a trasladar al campo digital los servicios que desde hace años se prestan en las oficinas físicas es empezar a hacer la tarea, pero de una forma tardía frente a la velocidad del avance de los negocios y la pertinencia del valor que generan.
El sonado concepto de transformación digital puede entenderse como el resultado de un cambio organizacional, en el cual procesos (digitalización), personas (cultura) y modelos de negocio (valor), se alinean con una visión estratégica que dicta el ‘hacia dónde en digital’ –y ese dónde no se refiere a las plataformas sociales o las aplicaciones, sino a la posición que se espera ocupar en aquel mundo del mañana del que ya construimos las bases–.
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Entonces, el enfoque reactivo de la digitalización no es suficiente para atender los mercados de la Cuarta Revolución Industrial y se requiere pensar en la complejidad de la transformación digital.
Los bancos, como los conocíamos, funcionaron para atender las necesidades de las Revoluciones Industriales previas, pero en la Cuarta el escenario es volátil, incierto, cambiante y acelerado, al punto de que hasta los más sólidos conglomerados pueden sentir la amenaza de nuevos competidores con ideas capaces de levantar capitales como nunca antes se había visto. Hemos redescubierto nociones como la del dinero, las transacciones, el crédito y las garantías… Entonces, ¿qué carta se pueden jugar los bancos para soportar su pertinencia?
La confianza es probablemente el mayor valor del que gozan los bancos. Sin embargo, ella debe alimentarse cada día, mucho más en un mundo en que la disponibilidad de información empuja la toma de decisiones basada en comparaciones o, al menos, en los datos que circulan en las cadenas de WhatsApp.
Los gobiernos confían en los bancos, en su capacidad de soportar las economías nacionales a sabiendas de que están perfectamente alineados con las regulaciones que han costado décadas de esfuerzo. Los grandes –y tradicionales– empresarios, confían en ellos por los acuerdos mutuos de acceso a financiación, sabiendo que las dos partes entienden lo mismo como ‘garantía’. ¿Qué hacer entonces para construir o fortalecer relaciones de confianza con los florecientes unicornios de todas las industrias, los tarjetahabientes del común o los no ‘bancarizados’?
Los bancos ya iniciaron la tarea de digitalizarse y este es un gran paso que tienen que terminar de dar; en algunos de ellos se ha apostado en paralelo por mover hacia adelante también a sus colaboradores, con lo cual esperan garantizar que se usen las nuevas soluciones digitales y que piensen como ‘hombres del futuro’; faltan grandes pasos por evolucionar los modelos de negocio y aquí es donde la confianza entrará a jugar como moneda de cambio, pero será fundamental explorar escenarios en los que se entienda el poder de los usuarios, las crecientes formas de autocrear ‘criptomonedas’ y los ecosistemas en donde los líderes en mensajería se convierten en líderes en pagos –sucede en análogo y en digital–.
En tiempos de Cuarta Revolución, necesitamos a la banca, pero tal vez no a los bancos como los conocíamos. Es tiempo de transformarse y no solo de digitalizarse.
*Fundadora del Centro Latinoamericano de Digital para el Desarrollo, Olas Digitales.
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