OPINIÓN
Los bancos como facilitadores
Apalancan el crecimiento y llevan oportunidades a los territorios. Detrás de una debida inclusión financiera existen beneficios sociales como la productividad y la formalización.
Las entidades financieras han sido señaladas por algunos como males necesarios, y sus críticas se han venido extendiendo entre marcha y marcha, entre trino y trino. Los bancos hoy padecen de la desconfianza de la gente, en especial de los jóvenes, dentro de un ambiente en el que las emociones caldeadas pesan más que las razones estructuradas.
El índice de inclusión financiera en Colombia está en 82,5 por ciento, pero si vemos la cifra para la población entre los 18 y los 29 años, los números caen a 69,1 por ciento. Ahora, más del 70 por ciento de los jóvenes está dispuesto a aceptar servicios financieros de entidades no bancarias, lo que demuestra que la desconfianza no está en el servicio financiero, como sí en las entidades.
Hoy los jóvenes, definitivamente, creen más en el evangelio digital que en el modelo empresarial. Los bancos están entonces en deuda y a punto para entender que las nuevas tecnologías no solo aumentan la velocidad de los cambios a los que se enfrentan, sino que representan oportunidades (el big data, el blockchain, la inteligencia artificial) para asumir las nuevas dinámicas sociales.
Seguramente la competencia para el sector financiero aumente y la hipersensibilidad de los consumidores crezca. Seguramente el futuro cercano esté en la banca digital, donde los ciudadanos encontremos nuevos servicios financieros, experiencias sin fricciones y flexibilidad en el trato a los clientes. Que los bancos, a través de la tecnología y mediante la multiplicidad de canales, puedan ser vistos como esos asesores de confianza para el manejo de nuestros recursos, y ya no solo como esa voz detrás del teléfono que llama preguntando por qué nos atrasamos en una cuota. Que vuelvan a poner el énfasis sobre lo fundamental: las personas.
Los bancos deben ser ese ingrediente necesario, pero oculto e imperceptible, dentro de las relaciones entre las personas, un market place o un mercado en el que confluyen y coinciden múltiples intereses. Los bancos deben verse y sentirse como un medio y no como un fin, como un facilitador y no como contraparte: la gente no compra una cuenta de ahorros, quiere que le guarden su dinero; compran productos y necesitan medios de pago.
Los bancos son aliados del desarrollo, tienen responsabilidad social y fiscal (como grandes recaudadores), son indispensables para ecosistemas como los de vivienda y subsidios, apalancan el crecimiento, contribuyen en la lucha contra el lavado de activos y llevan oportunidades a los territorios. Con el perdón de muchos, y quizás la incomprensión de algunos, los bancos hacen y seguirán siendo parte de la solución. Está demostrado que detrás de una debida inclusión financiera existen beneficios sociales como la productividad, la formalización y otros tantos que tienen incidencia directa en el mejoramiento de la calidad de vida y las condiciones de equidad. Pero precisamente, y con humildad, es a los bancos a los que les corresponde demostrárnoslo.
*Abogado y docente.
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