INFRAESTRUCTURA

El campus sostenible de la Universidad de Medellín

Un pulmón para la ciudad. Así se considera el campus de esta alma máter que tiene dentro de sus predios 33 hectáreas de bosque.

22 de septiembre de 2019
En los planes de crecimiento de la Universidad de Medellín es prioridad conservar los espacios verdes. | Foto: Diego Zuluaga

En el campus de la Universidad de Medellín, en la capital de Antioquia, la naturaleza reverdece todos los días. El rocío de la mañana se posa en los cultivos de tomate cherry, lechuga y espinaca, entre otras hortalizas, en medio del canto de la mayoría de las 51 especies de aves que celebran la llegada del día.

Antes de entrar a clase, los estudiantes alcanzan a percibir, en el ambiente, el verdadero olor de la vida. Así, precisamente, se llama este inusual y reverdecido espacio universitario: el Campus Vivo, un entorno sostenible en el interior del claustro cuyo objetivo es implementar una política de sostenibilidad que armonice el desarrollo y la proyección de la institución con su impacto en el ecosistema y asegurar un crecimiento responsable y armónico con la naturaleza.

Es un privilegio que pocos centros educativos del mundo tienen. Dentro de su terreno, en la parte posterior del campus, cuenta con una finca de 33 hectáreas llamada La Ortega, que se ha preservado desde 1950 como una reserva natural para la ciudad. La primera semilla del campus vivo se sembró justamente en esta finca.

Semilla del conocimiento

Todo empezó en 2015, cuando la docente Dora Luz Delgado y su grupo de investigación en sostenibilidad de la Facultad de Ingeniería Ambiental se preguntaron cómo leer el contexto universitario desde el lente de la sostenibilidad y, a partir de esa inquietud, crearon una ‘ecohuerta’ en la parte baja de La Ortega.

Mientras daba sus primeras cosechas de tomate cherry, lechuga y espinaca, entre otras hortalizas, los directivos de la universidad sembraron la segunda semilla: en 2016 desarrollaron una política de sostenibilidad articulada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.

De esta manera, la universidad trazó una serie de proyectos verdes complementarios: instaló paneles solares y plantas de tratamiento de aguas residuales, construyó un parque lineal que permite tener un entorno más fresco, inauguró una ‘tienda de la confianza’ en la que se venden los alimentos cosechados en la ecohuerta, e implementó un plan de educación vial: el interior del campus es peatonal y los vehículos circulan por una avenida que lo rodea.

Así mismo, la institución aprovechó los residuos orgánicos para nutrir los jardines, cambió el 70 por ciento de sus luminarias a la tecnología LED y, entre otras acciones, modernizó la infraestructura existente para no afectar su patrimonio verde, además de vincular prácticas sostenibles a nivel ambiental, social y económico en los procesos que desarrolla.

Gracias a esos logros, la universidad participó en el Green Metric World University Ranking, una prueba internacional que mide los esfuerzos de sostenibilidad de los centros de educación superior a nivel mundial. En 2017 –según los datos más recientes–, la Universidad de Medellín obtuvó una puntuación de 4.300 sobre 10.000, de acuerdo con el Green Metric World University.

Esfuerzo verde

Otro de los logros más relevantes de la institución fue unificar la investigación y el desarrollo de proyectos sostenibles que se reflejan en el campus. Por ejemplo, la Facultad de Ingeniería Ambiental realizó un inventario de fauna y flora con el que se descubrió que la universidad es la casa de 51 especies de aves y 16 de mamíferos, entre ellos del Phyllostomusdiscolory, una especie de murciélago endémico que solo vive en el ecosistema de la zona.

Igualmente, el centro educativo consiguió disminuir el dióxido de carbono producido. Durante 2017 se emitieron 1.252 toneladas, cifra que significa una reducción de 6,36 por ciento de la huella de carbono en comparación con 2016. Lo anterior fue gracias a la disminución en el consumo de energía eléctrica por cuenta de la instalación de luminarias LED.

“Le estamos apostando a un modelo de regeneración del territorio. Y para lograrlo hemos sumado los esfuerzos de toda la comunidad universitaria. Día a día trabajamos para fortalecer nuestra política de sostenibilidad”, asegura Dora Luz Delgado, docente líder del proyecto.

Desde siempre

Las fotos aéreas de la Universidad de Medellín de las últimas tres décadas tienen una particularidad: pasan los años y el campus tiene la misma cantidad de bloques, pero más espacios verdes. “Hemos crecido de forma responsable. Somos conscientes de las áreas de preservación de infraestructura que tiene la universidad y por eso invertimos en fortalecer y mejorar con tecnología los espacios que siempre hemos tenido para no afectar el medioambiente”, asegura Néstor Céspedes, director de Planeación del claustro.

En ese sentido, la preocupación por la sostenibilidad no ha sido cuestión de moda, por lo menos para la Universidad de Medellín. En 1960, a solo diez años de su fundación, la corporación proyectó que el campus estuviera dividido en cuatro cuadrantes, dentro de los cuales se construirían espacios para proteger el patrimonio verde del lote. Hasta el día de hoy, ese objetivo sigue vigente y los proyectos de expansión se han articulado a las tendencias internacionales de paisajismo y construcción sostenible.

“Nuestro crecimiento es responsable. Sabemos cuál es la capacidad máxima de estudiantes que podemos tener y crecemos según esa proyección para no afectar el equilibrio que debe existir entre nuestro territorio y su ocupación”, concluye Stella Saba López, vicerrectora de la Universidad de Medellín.