INFRAESTRUCTURA E INCLUSIÓN
¿Están diseñadas las universidades del país para personas en condición de discapacidad?
"Eliminar barreras arquitectónicas a la población con discapacidad sigue siendo uno de los desafíos de las instituciones de educación superior en el país."
Diez meses de recuperación en el hospital tuvo que pasar Diego Echeverry antes de volver a la universidad. Una bala perdida le destrozó la espalda y causó un daño irreversible que condujo a la amputación de sus dos piernas, pero él volvió, firme. “Fue un doble regreso. A mi alma, porque empecé a estudiar arquitectura, mi pasión. Y a mi alma máter, el lugar donde había estudiado por cuatro años, pero al cual fue difícil adaptarme con mis nuevas condiciones”, cuenta este hombre de 37 años, arquitecto y especialista en accesibilidad.
La sede Medellín de la Universidad Nacional de Colombia se convirtió en una pista de obstáculos para él, ahora que tuvo que recorrerla en silla de ruedas. Los edificios incomunicados, el ancho de las puertas, la pequeñez de las salas de cómputo, las zonas comunes, el transporte entre las sedes: todo le resultaba inaccesible.
El reto para las personas con discapacidad no es solo ingresar a la universidad, sino permanecer. Las barreras físicas afectan sus procesos cognitivos y emocionales. “Te dicen que los límites son mentales, que de tu actitud depende todo. Eso es mentira: las barreras están en el entorno y te desgastan. Si yo no hubiera contado con un carro para viajar a diario desde Itagüí a Medellín, y con mi papá, que me llevaba cargado a las clases, no hubiera podido terminar mi pregrado”, dice Diego.
Legislatura antigua
En Colombia existen 296 instituciones de educación superior, pero muy pocas cuentan con políticas de inclusión que implementen adaptación curricular y capacitación y programas de inclusión laboral en materia de discapacidad. Las infraestructuras no cumplen con los mínimos principios de accesibilidad, a pesar de que en el país existen leyes como la 361, que incluye normas de acceso para personas con limitación, y la 1346, que aprueba la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
La mayoría de las universidades del país fueron construidas entre los siglos XVIII y XX y no están diseñadas de modo que todas las personas puedan recorrer de manera autónoma e independiente los espacios. Esto afecta a la población con discapacidad, a la de talla baja, con problemas de obesidad o limitaciones de movilidad temporal por embarazo, lesiones o enfermedad. “Los diseños antiguos son estandarizados. Los arquitectos de mi generación no fuimos formados, ni pensábamos en diversidad”, reflexiona la arquitecta y diseñadora Gilda Toro, docente e integrante de la Red Colombiana de Instituciones de Educación Superior para la Discapacidad (RED CIESD).
Estos vacíos curriculares llevaron a Diego Echeverry a especializarse en Accesibilidad y Entorno Físico en el exterior. “Abordé empíricamente la discapacidad. Busqué asesoría para mi tesis en España, porque acá nadie sabía del tema. Traje ese conocimiento y lo aplico en la docencia y consultoría”, cuenta.
De los 48 programas de arquitectura del país, la Universidad de La Salle es pionera en implementar la accesibilidad universal como asignatura transversal. Además, cuenta con el laboratorio de inclusión Inclusalle, que reúne más de 60 miembros en actividades de investigación, sensibilización y comunicación sobre el tema. “Hemos formado cerca de 1.000 arquitectos en diseño y accesibilidad universal. Se trata de educar con principios de respeto por la otredad”, afirma Gilda Toro.
Este diseño universal se fundamenta en el acceso, armonía, seguridad, confort y sostenibilidad. Se materializa en mobiliarios, texturas, tamaños y espacios apropiados para el fácil alcance y manipulación. Con base en estos principios, la experta trabajó en plantear la norma de accesibilidad al medio físico en las Instituciones de Educación Superior (NTC 6304), ratificada en noviembre de 2018.
El objetivo es que las instituciones sean evaluadas en accesibilidad y se cumpla con la garantía de derechos. “Menos del 0,1 por ciento de las universidades tiene páginas web accesibles que permitan a una persona ciega navegar por la interfase, por ejemplo, y muy pocas tienen sistemas de evacuación para gente con discapacidad. Si nos basáramos en estándares internacionales tendríamos que cerrar todas las instituciones. Pero no se trata de eso, el asunto es avanzar”, concluye Toro.
*Periodista.