CULTURA
¿De dónde viene el nombre de Copacabana?
Este municipio no se llama así en honor a las playas cariocas ni por la canción de Barry Manilow. La historia de su nombre comienza con el conquistador Jorge Robledo y conduce a Bolivia.
Entre Bello y Girardota, al norte del Valle de Aburrá, donde el río Medellín empieza a bajar por un entorno cada vez más estrecho, está Copacabana. Se extiende a lado y lado de esta vía fluvial en medio de un relieve empinado y dominado por altas montañas. Es un lugar ideal para los amantes de la naturaleza y cuenta con senderos ecológicos y la reserva natural de Piedras Blancas.
El nombre de Copacabana de inmediato evoca la playa más famosa de Río de Janeiro (Brasil), o al cantante neoyorquino Barry Manilow interpretando su famosa canción con ese título. Pero nada tienen que ver. Para explicar el nombre de este municipio antioqueño hay que remontarse al siglo XVI, a los tiempos del conquistador Jorge Robledo, quien llegó al Valle de Aburrá en agosto de 1541.
Lo cierto es que un puñado de conquistadores decidió quedarse en un poblado indígena ubicado al margen derecho del actual río Medellín. Lo bautizaron La Tasajera porque en ese sitio “tasajea el valle” (se corta). Los españoles, indígenas y esclavos africanos que se asentaron allí se dedicaron especialmente a la minería, hasta que en 1790 doña Ana de Castrillón y su esposo don Juan Gómez de Salazar, exgobernador de Antioquia, reclamaron esas tierras.
La actual Copacabana surgió, entonces, cuando los mineros y sus familias se desplazaron al sur y se instalaron a orillas de la quebrada Piedras Blancas. Cuando don Juan y doña Ana los expulsaron, el padre Arnedo los guió hasta esa zona mientras llevaba como estandarte un retablo originario del Alto Perú (hoy Bolivia), en el que se veía la imagen de la Virgen María con el niño en brazos.
Indígenas del lago Titicaca habían traído la pintura, que representaba a la Kapakahuana. Ese nombre, castellanizado como Copacabana, también tiene su historia. Kapa significa ‘claro, sereno, alegre’, y kahuana quiere decir ‘lugar cómodo, conveniente, desde donde se puede ver a lo lejos, que ofrece una bella vista’. Así se llamaba un sitio de adoración inca a orillas del Titicaca que los conquistadores ibéricos transformaron en un sitio de celebración cristiana.
El artista Francisco Tito Yupanqui esculpió la imagen de Nuestra Señora que los indígenas llaman ‘la mamita del lago’. Los cuadros y retablos de su creación se distribuyeron por diversos lugares y uno de ellos llegó al Valle de Aburrá. Y luego sería el símbolo que guiaría a los expulsados de Tasajera. En su honor, el nuevo asentamiento llevó su nombre, y esa Virgen, originaria de Bolivia, se convirtió en la patrona del pueblo.