COVID-19
Coronavirus y conspiraciones: ¿qué rol juegan el esoterismo y la espiritualidad?
Ver un significado en las coincidencias y sentir que todo está conectado es algo que tienen en común la espiritualidad y las ideas conspirativas. ¿Son los creyentes en el esoterismo propensos a creer en conspiraciones?
Contra las medidas adoptadas para contener el coronavirus se manifiestan no solo ultraderechistas, sino también personas de distintos grupos sociales. Entre ellos hay también esotéricos, personas para las cuales el autoconocimiento y la autorrealización juegan un papel central. Para alcanzar esos objetivos hay muchos caminos: astrología, meditación, reiki o yoga.
Aclaremos: la meditación y el yoga no tienen nada de malo, al contrario. Las prácticas espirituales pueden ayudar a las personas a ser más conscientes, felices y satisfechas. Quienes meditan intentan simplemente observar sus pensamientos y sentimientos. Así se puede mantener controlado el ego. Al menos en teoría.
El psicólogo social Jochen Gebauer, de la Universidad de Mannheim, y su equipo, han hallado pruebas en una serie de estudios de que las prácticas espirituales no necesariamente cumplen sus promesas de pacificar el ego. Según los investigadores, el mayor bienestar que dicen sentir los practicantes de yoga y meditadores se debe, en realidad, a un impulso del ego. Esto, a su vez, conduce a sentimientos de superioridad: “Estoy iluminado y tú no”.
El psicólogo Scott Barry Kaufman escribe: “Las prácticas espirituales pueden construir un yo narcisista, es decir, promover la aspiración y el sentimiento de sentirse especiales”. La idea de explorar la propia vida interior y sentirse iluminados es algo especialmente atractivo para las personas narcisistas.
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Del narcisismo a la conspiración
“El narcisismo es una especie de bisagra entre el esoterismo y las conspiraciones”, dice la psicóloga social Clara Schliessler, quien estudia los movimientos antidemocráticos y sus estructuras en el Instituto Else Frenkel Brunswik, en Leipzig.
Las personas que se sienten impotentes y abrumadas ante los desafíos políticos y sociales pueden protegerse de estos sentimientos con ayuda de prácticas espirituales, “desarrollando fantasías y viéndose a sí mismas como uno de los pocos que están despiertos” ante la realidad, dice Schliessler. Las teorías de la conspiración funcionan de manera muy similar.
La psicóloga social destaca que el esoterismo y las creencias conspirativas no son lo mismo. Sin embargo, hay puntos de contacto entre ambas visiones del mundo. Esto es más evidente en tres creencias compartidas: nada ocurre por casualidad, nada es lo que parece y todo está conectado.
“Ambas formas de pensamiento se caracterizan por una mayor disposición a encontrar señales en el mundo”, escriben Clara Schliessler, Oliver Decker y Nele Hellweg en un artículo publicado en 2020. La idea de que todo está conectado cumple un propósito muy específico no solo entre los esoteristas, sino también entre los conspiracionistas: la impotencia, la pérdida de control y el miedo se vuelven más llevaderos.
Si bien las narrativas conspirativas encuentran la causa de todo mal en ciertas personas o grupos de personas, el imaginario esotérico considera que las fuerzas de la naturaleza responden ante el maltrato. Es decir, el karma. “Si creo que elegí mi destino en una vida anterior, mantengo la ilusión del albedrío”, dice Schliessler. De esta manera, se evita analizar la responsabilidad real de cada cual en sus decisiones. Los otros, la naturaleza vengativa, el karma, son responsable, no yo.
Una mentalidad conspirativa puede ir de la mano de creencias esotéricas. Los investigadores describen esta forma de pensar con el término “conspiritualidad”. “El concepto combina las creencias básicas de que un pequeño grupo intenta controlar el orden social y la política, con la idea de que la humanidad se encuentra en este momento en una etapa de cambio hacia una forma superior de conciencia, una nueva era”, dice el estudio de Schliessler, Decker y Hellweg.
Vínculos con el nacionalsocialismo
“Tanto el esoterismo como las narrativas conspirativas tienen fuertes motivos antimodernos”, dice Schliessler. Se idealiza un pasado que solo puede regresar a través de una catástrofe o un giro radical de los acontecimientos. Por un lado, el coronavirus es bienvenido en manifestaciones y plataformas en redes sociales como una señal de la nueva era, y se hacen llamados a combatirlo mediante la meditación, y por otro, se ve a la pandemia como una conspiración de una élite global.
Muchas narrativas conspirativas funcionan con códigos antisemitas o están directamente relacionadas con el antisemitismo. “La élite financiera global”, “titiriteros” o “marionetas” son códigos que son usados frecuentemente en el contexto de narrativas antijudías.
La alianza entre esoterismo y grupos ultraderechistas no es algo nuevo, y de hecho ya existía en la época del nacionalsocialismo. También desde un comienzo en las protestas contra las restricciones de la pandemia se han unido ultras de derecha con esotéricos. La psicóloga social Clara Schliessler ve, por ello, un enorme potencial de radicalización en la escena esotérica, que radica en los puntos de contacto entre las ideas conspirativas, el esoterismo y los grupos derechistas.
Pese a todo la meditación y el yoga no son algo negativo. Al menos no si, como dice Scott Barry, no se usan para satisfacer necesidades de seguridad, pertenencia o autoestima. Al contrario, pueden ser algo bueno “si practicamos la observación de nuestro propio comportamiento”.