COVID-19
El papel de las instituciones financieras en la reactivación económica poscoronavirus
Después de un año de contracción económica relacionada con la pandemia, la expectativa es que los próximos años presenten un crecimiento significativo. En este contexto, las instituciones financieras tendrán un papel importante en la recuperación sostenible.
El año 2020 finalizó con una contracción económica significativa. Asimismo, el Fondo Monetario Internacional prevé que la economía mundial crezca un 5,5 % en 2021 y 4,2 % en 2022. En este contexto, junto a políticas públicas, el apoyo de las instituciones financieras será fundamental para la recuperación de los sectores fuertemente impactados por la pandemia.
Como consecuencia de la paralización de actividades económicas y las medidas implementadas, el número de personas en situación de pobreza en América Latina y el Caribe (LAC) podría aumentar en 45 millones, hasta llegar a 230 millones. Aquellos en situación de pobreza extrema aumentaría en 28 millones, para un total de 96 millones de personas.
El panorama de la seguridad alimentaria tampoco es alentador. En LAC, solamente para 2020, se estimó que 15 millones de personas estarían en situación de inseguridad alimentaria severa, frente a los 5 millones de 2019.
Los impactos de la pandemia son distintos en cada país y sector económico, y dependen de cómo las medidas implementadas afectaron la continuidad de los negocios. En LAC, dentro de los sectores fuertemente afectados se encuentran: servicios de turismo, industria cultural, comercio, reparación de bienes, hoteles y restaurantes, transporte, moda y automóviles.
Lo más leído
Para las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes) la afectación es mayor frente al impacto experimentado por las grandes empresas. Las cifras de afectación por tamaño de empresa se estiman en un 43 % para empresas grandes, 51 % para empresas medianas, 60 % para empresas pequeñas y 64 % para las microempresas.
Sin duda alguna, la recuperación económica necesitará contar con el apoyo de medidas implementadas por las instituciones financieras (IF), tanto de transición como de recuperación. Las primeras para mitigar las consecuencias inmediatas de la pandemia y, las segundas, para reestablecer la economía prepandemia en el mediano y largo plazo.
En LAC, muchas IF cuentan con ambas medidas, como el otorgamiento de alivios financieros y la creación de nuevos productos. A pesar de estas medidas, las IF se han visto impactadas por el deterioro de la calidad de su cartera, menor rentabilidad, aumento del gasto en provisiones y menor colocación de nuevos créditos.
Debido a la demanda del mercado, la presión de reguladores y la necesidad de una recuperación sostenible post pandemia, los bancos están orientando sus esfuerzos en apoyar medidas de recuperación económica, incluyendo características ambientales y/o sociales positivas. De manera general, se ha visto que dichas medidas son más rentables y menos riesgosas.
Ejemplos que incluyen nuevos productos financieros –o su remodelación– son desarrollados por IF en Colombia. Uno de estos casos es Bancóldex, que amplió el cupo de crédito de la línea “Crea, Bogotá Crece” apoyando la transformación digital de las empresas que requieren teletrabajo, modernización tecnológica bajo la coyuntura de la pandemia, entre otras necesidades.
Finagro, por su parte, desarrolló en época de pandemia una Línea Especial de Crédito para Agricultura con el ánimo de atender las necesidades de los productores en capital de trabajo. Por el lado de las microfinancieras, algunas de ellas han canalizado recursos del Gobierno nacional y la banca de desarrollo para apoyar a los empresarios.
Ambas líneas promueven el financiamiento sostenible, pero con distinto enfoque. Finagro incentiva el financiamiento de negocios verdes y la inclusión de temas de diversidad y género.
Bancóldex, aunque no abarca directamente temas ambientales y sociales, la transformación digital en época de pandemia contribuye a disminuir el uso intensivo del transporte. Por ende, reduce la contaminación atmosférica.
Dichas medidas, además de ofrecer tasas preferenciales para alinearse con las necesidades de los clientes, impulsan el financiamiento especialmente de las MiPymes. Además, es evidente que las medidas de recuperación están tomando un enfoque cada vez más sostenible permitiendo apoyar la recuperación de los sectores más afectados por la pandemia en el país: servicios, comercio e industria.
En este contexto, una recuperación económica sostenible dependerá en gran parte de las IF y de su oferta de productos financieros verdes, en conjunto con políticas públicas y nuevas prácticas de inversión responsable. Queda cada vez más claro que la actual pandemia es apenas uno de los aspectos de una crisis climática más amplia, que debe obligar a los diferentes actores de mercado a cambiar sus prácticas.
Además de los productos y servicios financieros, es necesario fortalecer las prácticas de análisis de la cartera y de los clientes, verificando aquellos más expuestos a estos riegos socioambientales y con mayor potencial de generación de oportunidades. El fortalecimiento de los Sistemas de Administración de Riesgos Ambientales y Sociales (Saras) es fundamental en este sentido.
Los retos para una recuperación sostenible pospandemia y la lucha contra la covid-19 siguen siendo cada día más evidentes. Las oportunidades para las IF en esta época son muchas y dependerán de su entendimiento por parte de dichas instituciones y la voluntad en implementarlas.
Eso significa que la adopción de buenas prácticas en la gestión de riesgos y la implementación de medidas, sobre todo de recuperación sostenible con una visión a mediano y largo plazo es fundamental. Cada día es más notorio el rol que pueden tomar las IF como agentes sociales y no solamente dirigir sus esfuerzos en la búsqueda de ingresos a cualquier costo.
* Asistente de Finanzas Sostenibles de SITAWI.