Vacunas
Adultos mayores vacunados en Estados Unidos empiezan a recuperar sus vidas
La vacuna covid-19 ha vuelto a juntar a las personas que pasan de los 60 años con sus familias y les ha permitido rehacer su cotidianidad. Los expertos aconsejan mantener las medidas de seguridad.
Para muchas personas de edad avanzada el gran beneficio de recibir la vacuna es que les permitió volver a ver a sus familiares. El aislamiento preventivo los confinó durante esos largos meses en los que se perdieron de celebraciones como matrimonios, nacimientos, graduaciones y hasta de paseos en los días festivos. Los estadounidenses mayores de 60 años, quienes generalmente enfrentan riesgos de salud además de la pandemia, se quejan de haber perdido un año completo.
Pero el panorama cambió luego de que cerca de 60 millones de estadounidenses (18,1 % de la población) recibieron al menos la primera dosis de la vacuna. Lo mejor es que el 55 % de esas personas pertenecen a este grupo de riesgo.
Las personas que hoy “gozan de la libertad” narran sus historias cotidianas como si fueran un gran acontecimiento. Y no es para menos. La sensación general es que recuperaron la normalidad, sus vidas que estaban detenidas volvieron a ponerse en marcha, lentamente, pero en marcha de nuevo.
Uno de estos casos es el de la profesora universitaria Sylvia Baer, quien narró su primer día de nuevo en la calle, un par de semanas después de recibir su segunda dosis de la vacuna covid-19: fue a hacerse un examen de la vista y se mandó a arreglar las uñas e hizo mercado en Whole Foods, una agenda normal que hace 12 meses no habría tenido nada de raro o especial.
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A sus 71 años, Sylvia sintió ganas de llorar en todos los lugares que visitó. Al llegar al consultorio del oculista se le llenaron los ojos de lágrimas, porque era la primera vez en un año que entraba a un edificio diferente a su propia casa. Y para completar, contó que salió del supermercado en Fort Lauderdale, Florida “con cinco postres y tres tipos diferentes de aceitunas”.
Sin embargo, la aparición de nuevas cepas del coronavirus potencialmente más virulentas como las de Brasil, Reino Unido y Sudáfrica, hace que los mayores vuelvan a sus rutinas con cierto temor y precaución a pesar de haber sido inoculadas. Esto se debe no solo a la normal conciencia del peligro, sino también a la carga emocional y psicológica, aumentada en gran parte por la muerte de algunos de sus amigos o conocidos de sus mismas edades.
Es el caso de Linda Dobrusin, quien a los 80 años se prepara para volver a abrir las puertas de su casa en Southfield, Michigan, y recibir a tres de sus compañeros del juego de cartas semanal. Pero la ocasión es agridulce para Linda, quien el año pasado perdió a un amigo de toda la vida a causa del coronavirus y, por obvias razones, ella no pudo estar en su funeral.
De otro lado, Sharon Halper sabe que tendrá que esperar dos semanas más después de que reciba la segunda dosis a mediados de marzo, ya que los investigadores aseguran que es el lapso en el que se alcanza el efecto completo de la vacuna. La abuela de 76 años quiere preparar una gran comida para reunir a sus nietos en su casa de Warwick, Nueva York. Ella tiene un plan muy original: va a celebrar cada día festivo perdido, y comenzará con el Hanukah, la festividad judía que dura ocho días y que no pudieron celebrar en noviembre de 2020: “No puedo esperar para abrazarlos de nuevo”, dijo Shanon, cuyo esposo, David, tuvo que celebrar su 80 cumpleaños vía Zoom.
La precaución es totalmente justificada, ya que los científicos todavía están estudiando la efectividad de las vacunas contra variantes del coronavirus. Tampoco está completamente claro si las personas vacunadas podrían contagiar a otros. Los expertos aconsejan que es conveniente que incluso aquellos que ya han recibido las dos inyecciones deben seguir usando tapabocas y manteniendo el distanciamiento social.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos acaban de publicar nuevas pautas para las personas vacunadas: pueden reunirse de manera segura en recintos internos sin tapabocas, en grupos pequeños, pero aún deben evitar asistir a grandes reuniones y usar la mascarilla en sitios públicos.
Al respecto, Jessica Justman, epidemióloga de la Universidad de Columbia, es muy clara. Dice que es normal que algunas personas se confundan con los mensajes duales de los expertos en salud pública y por eso confirma que las vacunas protegen contra enfermedades graves, pero la necesidad de medidas de seguridad sigue siendo primordial.