CORONAVIRUS
Por qué el objetivo debe ser aprender a vivir con el coronavirus y no luchar contra él
Eliminar el SARS-CoV-2 de la faz de la Tierra sería extraordinario, pero la erradicación total de un virus solo se ha logrado una vez en la historia.
El gobierno británico dijo recientemente que espera transformar la covid-19 en una enfermedad manejable, como la gripe.
Las vacunas y los nuevos tratamientos, argumentan los ministros y sus asesores científicos, reducirán la tasa de mortalidad y nos permitirán vivir con el virus, en vez de estar luchando constantemente contra él. ¿Pero es esto posible?
Objetivo inalcanzable
El único problema es que la erradicación solo ha sido lograda con un virus: la viruela, en 1980.
Tomó décadas llegar a este punto, y científicos y gobiernos solo pudieron lograrlo gracias un serie de circunstancias únicas.
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Primero, la vacuna era tan estable que no necesitaba ser refrigerada y, cuando era suministrada, era obvio de forma inmediata si había funcionado o no.
También era evidente cuando una persona se había infectado. No era necesario para ello hacer un test de laboratorio, lo cual era una gran ventaja a la hora de contener brotes. La covid, como todos sabemos, es completamente diferente.
La estrategia “covid cero”
En cambio, el movimiento llamado “cero covid” tiende a hablar de eliminación. Esto significa básicamente reducir el número de casos a cerca de cero en un territorio y mantenerlo así.
Uno de los defensores de más alto perfil de esta teoría es la profesora Devi Sridhar, experta en salud pública de la Universidad de Edimburgo, en Escocia.
Sridhar cree que deberíamos tratar a la covid-19 como al sarampión, que ha sido mayormente eliminado en los países ricos.
La profesora argumenta que las continuas restricciones para reducir el número de casos junto con un sistema más efectivo de rastreo y testeo, más vacunación, permitiría contener al virus y regresar a una “suerte de vida doméstica normal”, donde la apertura de restaurantes, bares y la realización de eventos deportivos y musicales fuera posible.
Pero el precio a pagar, dice, sería restringir los viajes internacionales e imponer restricciones en las fronteras, así como “cuarentenas breves y severas” cuando los casos suban de forma inevitable.
Deepti Gurdasani, epidemióloga clínica de la Universidad de Londres, es otra defensora de esta estrategia. Ella es una de más de 4.000 signatarios de la petición “covid cero”, que hace un llamado para que se debata esta propuesta en el parlamento británico.
“La vida podría retornar a algo parecido a la normalidad. Podríamos incluso abrir corredores de viaje con otros países que han seguido ese camino”, dice.
El problema del enfoque del sarampión
Quizás sea una perspectiva tentadora, pero una que muchos creen que está fuera del alcance o que requeriría restricciones tan sostenidas que los costos económicos y sociales serían enormes.
“Covid cero no es compatible con los derechos individuales y las libertades que caracterizan a las democracias de posguerra”, señala el profesor Francois Balloux, director del Instituto de Genética del University College de Londres.
Países como Nueva Zelanda, Taiwán y Australia han logrado esto porque pudieron evitar que el virus se afianzara, y todo parece indicar que una vez que las poblaciones de estos países estén vacunadas, comenzarán a levantar las restricciones en las fronteras.
Pero ningún país que haya visto la propagación del virus como ocurrió en Reino Unido ha logrado suprimirlo hasta el punto de eliminarlo.
Las vacunas en teoría son una nueva herramienta para alcanzar esto, como ha pasado con el caso del sarampión.
Pero hay una falla significativa en este argumento, explica la profesora Jackie Cassell, experta en salud pública de la Universidad de Brighton.
El sarampión, dice, es un virus “inusualmente estable”. Esto significa que no cambia de una manera que le permita evadir el efecto de la vacuna. De hecho, la misma vacuna se ha utilizado esencialmente desde la década de 1960, y también proporciona inmunidad de por vida.
Ya está claro que, “lamentablemente”, este no es el caso de este coronavirus, dice Cassell.
El desafío es mantenerse por delante del virus
Las variantes que han surgido en Sudáfrica y Brasil le permiten al virus cambiar para evadir parte de la inmunidad creada por las vacunas.
El virus que circula en Reino Unido también ha mutado y ha conseguido un cambio clave -conocido como E484- que permite que esto suceda.
A medida que se vacunen más personas, es probable que esto aumente. Esto se debe a que las mutaciones que pueden sortear la respuesta inmune de alguna manera tendrán una ventaja selectiva, señala Adam Kucharski, profesor de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, quien ha llevado a cabo una investigación sobre brotes globales desde Zika hasta Ébola.
“No podemos salvarnos de esto. Puede que necesitemos actualizar las vacunas”.
El desafío es, entonces, “estar por delante del virus”, explica. Pero esto no es, según cree, tan difícil como parece.
Los coronavirus cambian menos que la gripe, dice, lo que significa que las vacunas deberían seguir siendo efectivas en una gran medida.
Es más, el hecho de que las mutaciones que se están viendo compartan algunas características clave nos da una buena idea de la ruta que están siguiendo. “Es de esperar que sea más fácil de actualizar que la vacuna de la gripe, donde hay muchas cepas diferentes”.
Aunque advierte que se debe tener sumo cuidado en este momento, ya que una población que está construyendo inmunidad en un momento en que hay mucha infección alrededor proporciona un caldo de cultivo ideal para que las variantes escapen de esas vacunas.
Kucharski dice que es demasiado pronto para saber si llegaremos al punto en que el coronavirus pueda tratarse como una gripe, ya que aún no hemos visto por completo el impacto que tendrán las vacunas.
Eliminar el riesgo
Esta precaución es comprensible, ya que los científicos quieren ver primero la evidencia del despliegue del programa de vacunación en el mundo real. Salud Pública de Inglaterra está llevado a cabo un estudio en que analiza esto, y se espera que se publique antes de que se levanten las restricciones.
Pero todas las indicaciones de los ensayos clínicos y la experiencia de Israel, que lidera el tema de la vacunación de la población en el mundo, es que tendrán un impacto significativo en las infecciones, y donde no, al menos contribuirán a evitar casos serios de covid-19, complicaciones cuando los síntomas se prolongan, así como muertes.
Para aquellos que todavía son susceptibles porque se niegan a vacunarse o porque la vacuna no ha funcionado en ellos, el avance en los tratamientos será vital.
Todo indica que podemos llegar a un punto en que, como dijo el principal asesor médico de Inglaterra, Chris Whitty, la covid no sea un riesgo.
Esto no significa que nadie morirá. Whitty ha hablado de llegar a un tasa de muertes “tolerable”. Y ciertamente muchos esperan que el próximo invierno sea un desafío, con especial preocupación de que las comunidades más desfavorecidas sean las más afectada, por el temor de que la aceptación de la vacunación haya sido más baja en estas áreas.
Pero es fácil olvidar que la gripe también puede matar a gran escala. En 2017-18, por ejemplo, más de 20.000 personas murieron en Reino Unido a causa de la gripe.
Fue un invierno duro y frío y las muertes por otras causas, como enfermedades cardíacas y demencia, también aumentaron, lo que llevó el exceso de muertes invernales a cerca de 50.000. La sociedad apenas parpadeó.
“Hemos convivido con los virus durante milenios”, dice el profesor Robert Dingwall, miembro del Grupo de Amenazas de Virus Respiratorios Nuevos y Emergentes del gobierno. “Haremos lo mismo con la covid”.