Coronavirus

Rechazo a la vacuna anticovid puede deberse a traumas de infancia

De acuerdo con esta investigación, los comportamientos mostrados por los antivacunas en contra de este biológico serían una respuesta a los maltratos sufridos en la niñez.

2 de febrero de 2022
Maltrato infantil
Los traumas infantiles pueden derivar en desconfianza frente a los sistemas de salud y sus tratamientos médicos. | Foto: Getty Images

De acuerdo con el informe diario suministrado por la Universidad Johns Hopkins, hasta la fecha se ha inoculado en todo el mundo un total de 9.966′541.221 dosis de la vacuna contra la covid-19. Estos biológicos han servido para inmunizar a más del 53 % de la población mundial que ya cuenta con el esquema completo de vacunación, es decir, doble dosis de la vacuna (una en el caso de la monodosis de Janssen).

Sin embargo, tener a la mitad de los seres humanos vacunados no da garantía de una inmunización óptima, pues se requiere que al menos el 70 % haya sido inoculado para hablar de una verdadera inmunidad de rebaño contra el nuevo coronavirus.

Por esto, es un asunto de emergencia lograr que al menos un 17 %, del 47 % que falta por vacunarse, vaya a los centros médicos para recibir el biológico contra la covid-19 y de esta forma poder colaborar a que esta pandemia se transforme en un hecho endémico, es decir, que aún con el virus viviendo entre las personas, ya no tenga el impacto que tuvo en los años anteriores.

“Vacúnense ya” y “no sean irresponsables” son algunos de los comentarios que se pueden leer en redes sociales, en contra de los llamados antivacunas. No obstante, según una investigación publicada en la revista BMJ Open, al parecer la culpa de que estas personas no quieran acceder a los biológicos no es ni siquiera de ellas mismas, sino de los traumas vividos en la niñez.

“Las experiencias adversas en la infancia (ACE, por sus siglas en inglés) son comunes en las poblaciones de muchos países. Comprender cómo afectan la confianza en los consejos de salud y la aceptación de las intervenciones médicas podría desempeñar un papel fundamental en la respuesta continua al covid-19 y en el control de futuras pandemias”, explica el informe científico.

Asimismo, el documento detalla que la investigación arrojó resultados sorprendentes, al asegurar que de las personas que participaron en esta (2.285 en Gales), las que habían sufrido cuatro o más tipos de situaciones traumáticas tenían una indecisión tres veces mayor a vacunarse que aquellas que no experimentaron trauma alguno, “y mayor en los grupos de edad más jóvenes”.

“La adversidad en la infancia está fuertemente vinculada a una mala salud mental. Y el maltrato en la infancia puede socavar la confianza posterior, incluso en los servicios sanitarios y otros servicios públicos”, explicó el doctor Mark Bellis, uno de los investigadores responsables de este informe.

Asimismo, se pudo hallar que las ACE tenían incidencia, no solo en la decisión de no vacunarse, sino en las críticas generalizadas en contra de los sistemas de salud y de las estrategias llevadas a cabo para soportar y contrarrestar el impacto de la covid-19.

De acuerdo con la investigación, las personas que aseguraron haber experimentado alguna clase de ACE en su vida estarían dispuestas a luchar mucho más en contra de situaciones como las restricciones (cuarentenas) o el uso obligatorio del tapabocas.

“El aumento de los recuentos de ACE se relacionó de forma independiente con la baja confianza en la información del NHS (Servicio Nacional de Salud) sobre la covid-19, la sensación de restricción injusta por parte del gobierno y el fin de los revestimientos faciales obligatorios”, explica la publicación.

Finalmente, se menciona que “los recuentos altos de ACE (cuatro o más frente a cero ACE) también se asociaron con el apoyo a la eliminación del distanciamiento social”, mientras que “el incumplimiento de las restricciones de covid-19 también aumentó con el recuento de ACE”.

“Las personas con ACE sufren mayores riesgos para la salud a lo largo de la vida y también pueden quedar excluidas de las intervenciones que reducen los riesgos de infección. Si bien las respuestas a la pandemia deben considerar la mejor manera de llegar a quienes padecen ACE, un mejor cumplimiento a largo plazo de los consejos de salud pública es otra razón para invertir en una infancia segura para todos los niños”, concluye la investigación.

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