COVID-19

Se conocen datos reveladores sobre cómo surgió el SARS-CoV-2, origen del coronavirus

Entender cómo surgió el SARS-CoV-2 es fundamental para poder prevenir otros brotes que acaben convirtiéndose en una nueva pandemia.

2 de agosto de 2022
El mercado se abrió por primera vez desde enero de 2020. La misión duró cerca de una hora.
Un convoy de vehículos que transporta al equipo de la Organización Mundial de la Salud ingresa al interior del mercado de mariscos de Huanan, en un día de una visita de campo en Wuhan, en la provincia de Hubei, en el centro de China, el domingo 31 de enero de 2021 (Foto AP/Ng Han Guan) | Foto: AP

El 31 de diciembre de 2019, el Gobierno chino notificó a la OMS un brote de neumonía grave de causa desconocida en Wuhan, en la provincia de Hubei, una ciudad de aproximadamente 11 millones de habitantes. De las 41 personas hospitalizadas, 27 (66 %) habían tenido exposición directa al mercado de animales vivos silvestres y exóticos de Huanan en Wuhan. Se confirmó que estos primeros casos estaban infectados con un nuevo coronavirus, que se denominó SARS-CoV-2.

Los diagnósticos se realizaron en varios hospitales de forma independiente entre el 18 y el 29 de diciembre de 2019. Una revisión sistemática posterior de todos los casos notificados mostró que 55 de los 168 primeros casos conocidos estaban asociados con este mercado. Rápidamente se planteó la hipótesis de que los animales vivos vendidos en el mercado de Huanan fueran la fuente de los casos de neumonía. En consecuencia, se decidió tomar muestras ambientales de los puestos de los vendedores, además de cerrar y desinfectar el mercado el 1 de enero de 2020.

Sin embargo, esto no demostraba que la pandemia se hubiera originado allí. El hecho de que en esa ciudad estuviera el Instituto de Virología, un laboratorio de alta bioseguridad en el que trabajan con coronavirus, hizo que enseguida comenzaran las especulaciones sobre su posible origen artificial. El SARS-CoV-2, ¿se había creado y/o escapado de un laboratorio o era una zoonosis de origen natural, como el resto de coronavirus conocidos hasta entonces?

Ahora se acaban de publicar en Science un par de estudios que demuestran el origen zoonótico del SARS-CoV-2 y su relación con el mercado de animales vivos de Wuhan, por lo que la hipótesis más probable sigue siendo su origen natural.

Localizado el epicentro de la pandemia

Uno de los trabajos proporciona evidencias de que el mercado de Huanan fue el epicentro de la pandemia de covid-19 y sugiere que el SARS-CoV-2 probablemente surgió del comercio de animales vivos en China. Se trata de un análisis estadístico-espacial de la distribución geográfica de los primeros casos diagnosticados y hospitalizados de SARS-CoV-2 en China en diciembre de 2019.

El misterio del laboratorio  de Wuhan  | Videos Semana

El estudio permite determinar la ubicación de casi todos los casos de covid-19 identificados por la OMS ese mes. Los resultados apuntan a que estos primeros casos se agruparon estrechamente alrededor del mercado de Huanan, mientras que los casos posteriores se dispersaron por toda la ciudad de Wuhan. Los datos sugieren que el patrón de extensión del brote fue como un terremoto: comenzó en el epicentro (el mercado de Huanan) y se fue extendiendo de forma radial.

Todo empezó con animales infectados

Incluso algunos de los primeros pacientes que no trabajaban ni compraban en dicho mercado resultaron vivir cerca del mismo. Es significativo que todos los casos estudiados se habían identificado basándose en síntomas clínicos no epidemiológicos, sin sospechar su relación con el mercado de Huanan. Esto apoya la hipótesis de que el mercado fue el epicentro de la pandemia.

No se sabe exactamente qué animales vivos se vendieron en el mercado los primeros meses de la pandemia y carecemos de muestras para poder detectar el coronavirus en ellos. Pero hay constancia de que, al menos hasta noviembre de 2019, se vendían en el mercado de Huanan zorros, tejones, mapaches, erizos, liebres, ratas bambú, puercoespines y marmotas, entre otros. Además, se sabe que en dicho mercado también se vendieron con anterioridad comadrejas, ardillas, ardillas voladoras, civetas, coipús, visones y jabalíes.

Algunos de estos animales se vendían ilegalmente, vivos o como carne fresca. En algunos casos, en jaulas unas junto a otras o mezclados con jaulas de aves vivas. Se sabe que muchas de estas especies animales son susceptibles de ser infectadas por coronavirus, o incluso experimentalmente por el SARS-CoV-2.

Este estudio también examinó muestras de hisopos tomadas de las superficies del mercado, como los suelos y las jaulas, tras el cierre del mismo. Algunas de estas muestras ambientales dieron positivo para el SARS-CoV-2, concretamente en los lugares asociados a los puestos que vendían animales salvajes vivos.

Por otra parte, ocho casos de los primeros de covid-19 detectados en diciembre de 2019 se relacionaron con esa misma zona del mercado. Esto demuestra que hubo animales infectados por SARS-CoV-2 en el mercado al comienzo de la pandemia.

Sin embargo, solo hay datos de PCR y no de secuenciación. Tampoco ha sido posible detectar el virus directamente en animales (el mercado se cerró el 31 de diciembre y no se guardaron muestras). Por eso aún ignoramos qué especie animal pudo actuar como reservorio del virus, o intermediaria. De lo que no hay duda es de que en el mercado de Huanan hubo animales infectados por SARS-CoV-2.

Todo este estudio sugiere que los primeros casos de covid-19 debieron surgir a finales de 2019. Esto es congruente con otros estudios en los que se analizaron más de 40.000 muestras de suero de donantes de sangre obtenidas antes de diciembre de 2019 y no se detectó ARN del SARS-CoV-2.

Hubo dos linajes de virus al principio, A y B

En el otro trabajo publicado en Science, analizan la diversidad genómica de los primeros aislamientos de SARS-CoV-2 obtenidos hasta mediados de febrero de 2020 y lo combinan con datos epidemiológicos. Se trata de analizar el ritmo con el que se producen las mutaciones genéticas en el genoma del virus a lo largo del tiempo, para poder establecer así cómo ha sido la evolución de los primeros aislamientos del virus.

Los datos indican que en el inicio de la pandemia hubo dos linajes distintos del virus, A y B, previos a todas las variantes que se hicieron populares. El linaje B estuvo geográficamente asociado a los primeros casos en el mercado de Huanan y se detecta ya en muestras de finales de 2019. Ha sido el más común, el predominante durante la pandemia y el que ha dado lugar al resto de variantes. El linaje A apareció unas semanas más tarde, a principios de enero, y difiere del B en dos nucleótidos. Se cree que ambos linajes aparecieron de forma separada.

Esto sugiere que la transmisión en el mercado no fue un evento único de amplificación de paso del virus de humano a humano (no había tanto tráfico de personas comparado con otras áreas de Wuhan), si no que lo más probable es que surgiera de dos eventos distintos de transmisión del virus de animales a humanos en el mercado de Huanan. Posiblemente en noviembre de 2019 el primero, y en diciembre de 2019 del segundo, con unas pocas semanas de separación. Los virus progenitores ya circulaban entre animales antes de su aislamiento en humanos.

Estos resultados serían prácticamente imposibles si el virus se hubiera escapado de un laboratorio. Por tanto, el SARS-CoV-2 tuvo un origen zoonótico múltiple, aunque desconocemos todavía cuáles fueron los animales.

La capacidad del SARS-CoV-2 de saltar entre humanos y animales y viceversa se ha demostrado en varias ocasiones. Se han dado eventos de zoonosis reversa (transmisión del virus desde humanos a animales) en hámster dorado, visón americano, venado de cola blanca y otros. Y se han documentado casos de salto del SARS-CoV-2 a humanos desde mascotas (hámsters) en Hong Kong y desde visones en granjas de Holanda.

Estos trabajos siguen aportando datos sobre la hipótesis de más peso: el SARS-CoV-2, como el resto de coronavirus humanos, tuvo un origen animal.

Una versión de este artículo fue publicada originalmente en el blog del autor, microBIO.

Por Ignacio López-Goñi

Catedrático de Microbiología, Universidad de Navarra

Artículo publicado en The Conversation

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