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Desde el 7 de diciembre hasta los primeros días de enero se ven los matachines por las calles de Bucaramanga y su área metropolitana. | Foto: SEMANA

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Matachines, una tradición que marca las fechas decembrinas en Bucaramanga

Cada diciembre, las calles bumanguesas son ocupadas por simpáticos y coloridos personajes que adornan con sus juegos y disfraces el ambiente de las fechas decembrinas.

28 de diciembre de 2021

La capital santandereana es testigo de una tradición que se remonta a algunas generaciones atrás y que vive en las memorias de todos aquellos que fueron niños y crecieron en la Ciudad bonita. Desde el 7 de diciembre hasta el puente del 6 de enero unos curiosos personajes caminan por las calurosas calles de Bucaramanga y su área metropolitana.

Durante el último mes del año y el primero del siguiente, cualquier persona que viva o visite la ciudad verá en las calles osos, payasos y diablos, al mismísimo Mario Bros e incluso a la Pantera Rosa. Estos llevan en la mano una bomba con la que golpean el piso para que se sepa que ahí viene el matachín.

Al ver a estos personajes se les deben dar algunas monedas justo cuando hacen un curioso susurro y dejarlos seguir su camino; de lo contrario, las personas deben sacar sus dotes físicos y entrenamientos de todo el año para jugar y correr con estos curiosos enmascarados que seguramente le acompañarán y molestaran por un rato.

El origen de los matachines

Matachines
Los matachines datan del año 1963 en el barrio La Cumbre ubicado en Floridablanca, Santander. | Foto: SEMANA

Walther Conde, presidente de la corporación Matachines Nueva Generación, y quien vive esta tradición desde que tenía 12 años, narra que el origen de los matachines llegó al barrio La Cumbre desde Soatá, Boyacá, en 1963. Un hombre llamado Antonio Reyes y su familia provenientes de aquel lugar trajeron la idea de las máscaras y los disfraces.

Aquella idea tomó fuerza y en las calles de La Cumbre, ubicado en el municipio de Floridablanca, se creó esta tradición para alegrar las festividades decembrinas. “Su fin es alegrar a los niños principalmente, aquí en La Cumbre los niños crecen con el sueño e ilusión de ser matachines”, afirma Conde.

El presidente de la corporación explica que los matachines y todo lo que los rodea se basa en un juego para los pequeños. ”La tradición es que los niños y jóvenes retan al matachín, entonces salen corriendo para que el matachín los persiga. Si los alcanza entonces se les debe dar una moneda para que no le pegue con la bomba”.

Para todo aquel que creció con los matachines, estos son un recuerdo que los transporta a la niñez. Juan Diego Diaz, estudiante universitario, regresa su memoria con picardía y nostalgia a las épocas en las que corría tras estos personajes. “Para los que como yo que llevamos toda la vida aquí en Bucaramanga, el juego era corretear a los matachines y molestarlos, jalarles la cola y ellos lo perseguían a uno para tratar de pegarle con la bomba”.

El disfraz y la bomba

Matachines.
La bombas es el elemento fundamental del matachín. | Foto: SEMANA

Ser un matachín requiere de un esfuerzo y una tarea para encarnar el personaje, ya que como explica Walther Conde se debe preparar para aguantar el calor, el peso del traje y tener el físico necesario para correr y jugar con los niños que “retan” a los enmascarados.

Adicionalmente, explica con respecto a los disfraces que “el clásico, es el de tiritas, tiene varios personajes como el rey, la cara linda, el carecrimen o el bigote brocha, entre otros”.

Para aquellos que llevan esta tradición en las venas, ser un matachín es una responsabilidad que los llena de alegría y emoción. El mismo presidente de la corporación se ha convertido por muchos años en uno de estos coloridos personajes. “Me he disfrazado desde que tenía 12 años y actualmente tengo 29 años. La gente es muy alegre cuando ve al matachín, uno entra a casas que ni se imagina, baila con las personas y es muy bacano sentirse querido por el barrio”, mencionó.

John Ramírez, quien es uno de los integrantes del grupo de matachines que caminan por las calles de Bucaramanga, expresa con una voz cargada de alegría: “Para mí, disfrazarme es genial porque uno hace a la gente reír y divertirse, que se olviden de sus problemas y se sale de la rutina. El 7 de velitas es el día que la gente sabe que salen los matachines”.

Walther Conde expone que la bomba es una vejiga de res inflada y secada, para evitar el mal olor, la cual va amarrada a una cuerda y un palo que llevan en la mano los diversos personajes. “Cabe resaltar que los matachines no van golpeando a las personas en las calles, sino que todo es parte del juego”, sentenció.

La Corporación Matachines Nueva Generación

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La corporación Matachines Nueva Generación trabaja por mantener está tradición. | Foto: SEMANA

La corporación Matachines Nueva Generación lleva tres años en funcionamiento y sus integrantes son aquellos que pertenecían al grupo de matachines antiguos. “Al ver que esa cultura estaba estancada, decidimos crear la corporación con el fin de que los matachines vuelvan a ser lo que eran antes”, explica Conde.

Para Walther Conde, el presidente de esta corporación, la idea es rescatar la tradición y volverla a posicionar en el lugar que estuvo algunos años atrás. “Hace 20 años, los matachines iban a carnavales de Barranquilla, festivales, shows de televisión, reinados, entre otros”.

Para mantener la corporación vigente durante todo el año se realizan eventos, ventas de comida y otras actividades, con el fin de reunir los recursos económicos necesarios. Además, para mantener la esencia de los matachines Conde realiza talleres de máscaras de la forma tradicional.

Este año, la expectativa es grande para todos aquellos que viven esta tradición ya que, como el año pasado no se realizaron los grandes desfiles del 24 y 31 de diciembre, por la emergencia sanitaria de covid-19, se esperan sorpresas por parte de estos coloridos personajes.