Patrimonio
60 años del Mambo: Su directora, Claudia Hakim, habla con SEMANA. Cuenta los secretos de uno de los museos más queridos por los colombianos
Tras siete años de liderar este patrimonio, su directora reflexiona sobre su valor en la cultura, la necesidad del arte en tiempos difíciles y la política cultural del gobierno Petro. Anuncia su retiro.
SEMANA: ¿Qué significa para el MAMBO cumplir 60 años?
Claudia Hakim: Semanas atrás, cuando realizamos la gran gala MAMBO, al dar unas palabras de agradecimiento ante tantas personas que han apoyado esta institución, pronuncié: que si un museo privado se ha mantenido 60 años activo, es porque tiene una capacidad enorme de gestionarse, unos pilares sólidos y sobre todo un patrimonio histórico extraordinario, que le permiten cumplir con su misión y sus objetivos. Así pues, lo que hicimos esa noche fue celebrar este legado invaluable y al mismo tiempo, mirar hacia el futuro con entusiasmo, por todo lo que aún se puede lograr.
SEMANA: ¿Cuál es la historia del MAMBO?
C.H: Colombia no tenía un museo de arte moderno. Marta Traba, fue quien tuvo la idea de crearlo a mediados de los años cincuenta. El MAM, como se llamó en su momento, ha tenido un total de cinco sedes. Comenzó en la carrera séptima con 23, luego estuvo en la Universidad Nacional, en el Parque Central Bavaria, y después en el Planetario. Finalmente en 1976, comenzó la construcción de la sede actual, la cual finaliza en 1978. Entre 1962 y 1967, Marta Traba estuvo a cargo de la dirección del MAMBO y ella le entrega la dirección en 1969 a Gloria Zea, quien estuvo dirigiendo el museo por 46 años. Hay datos que muchos no conocen, como que Alejandro Obregón fue director un tiempo muy corto, antes de Gloria. Yo recibo la dirección iniciando el año 2016.
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SEMANA: ¿Cómo fue para usted recibir la dirección de manos de alguien tan emblemático y que duró tanto al frente del museo como Gloria Zea?
C.H: Gloria Zea era la dama del arte en Colombia. Hizo mucho por la cultura, si no fuera por un tema de salud, ella habría permanecido más tiempo. Su casa era el museo. Lo hizo posible gracias al apoyo de la empresa privada, y de amigos del arte y la cultura, que hicieron aportes importantes. Para mí fue una gran sorpresa, algo inesperado. Me atrevo a decir, que para el medio cultural, lo fue también.
SEMANA: ¿Qué significó ser llamada a tomar su lugar hace ocho años?
C.H: ¡Fue un honor enorme! Nunca me lo imaginé. El museo era tan inseparable de Gloria que muchos pensábamos que la dirección sería un tema hereditario. Yo tengo un proyecto que se llama, NC-Arte, al que Gloria solía visitar y ver la gran actividad que allí sucedía, iba a este espacio con frecuencia y a cada inauguración. Creo que de allí le surgió la idea y fue así como un día Gloria me citó y me dijo: “te espero en la casa del presidente Betancur”. Se reía y me decía, “no te voy a pedir plata”. Nos encontramos una tarde. En ese momento me entregó un sobre: era su carta de renuncia. Me dijo que quería que yo asumiera la dirección del MAMBO.
SEMANA: ¿Y ahí qué pasó?
C.H: No acepté inmediatamente. Yo soy artista y el arte en mi vida, es mi prioridad. Estaba involucrada en varios proyectos y sueños que me apasionaban e interesaban. En ese momento, pensé que yo era principalmente una artista y que el museo necesitaba un perfil más administrativo. Me demoré una semana pensando. Al final decidí aceptar, este gran reto que me era entregado. Pensé que podría ser el vínculo, el puente entre los artistas y el público que se había distanciado del museo. Llegué a la conclusión, que un cambio genera cambio y mucha curiosidad!
SEMANA: ¿Cuál ha sido su gran ambición o su gran sueño en este cargo?
C.H: Esperaba y sobre todo, quería que el público regresara al museo, que se hicieran largas filas para visitarlo. Que el MAMBO se volviera un destino constante, un sitio de encuentro, un referente (como lo fue) por el importante contenido de sus exposiciones. Con emoción, hoy digo, que eso ha venido pasando, y va en aumento en cada ciclo expositivo que se realiza. Le hemos apostado a la gratuidad, a pesar de nuestras necesidades financieras. Los últimos domingos del mes la entrada es gratuita y esto ha significado un museo lleno de visitantes, y democratiza el acceso a la cultura. Estos momentos nos llenan de satisfacción y nos impulsan a seguir con nuestra misión de enriquecer la experiencia cultural de la ciudad.
SEMANA: ¿Y los momentos duros?
C.H: No es que haya uno en particular, pues cada día trae su angustia y su gestión específica y aquí sí que las vivimos. Una de las tareas más desafiantes de ser directora de un museo es la de trabajar para conseguir recursos; es algo que apena y cansa a las dos partes, a nosotros y a quien recibe nuestra llamada. Es una de las tareas más desgastantes del director. Todas las personas que llamo piensan que les voy a pedir plata, y muchas veces es así (risas). Hubo un momento que dejó huella y me marcó al iniciar este trabajo. Cuando asumí el cargo, comencé a contactar empresas privadas, a presidentes de bancos, en fin, a tantos, en busca de apoyo, pues teníamos deudas financieras enormes. Así fue que uno de ellos respondió mi llamada de la siguiente manera: “Claudia, yo no voy a poner mi nombre en un museo que está quebrado y acabado”. Este comentario me dió en el alma, fue un punto de inflexión, que me hizo comprender la importancia de restaurar y asegurar la viabilidad de la institución para garantizar el apoyo de la comunidad empresarial y el éxito continuo del Museo. Hoy reconozco y digo: cada año es un logro, un desafío, una oportunidad más, para mejorar y mostrar la importancia que tiene esta institución cultural.
SEMANA: ¿Y qué hizo ahí?
C.H: En ese momento, percibí que la confianza en el museo estaba en duda. La gente no creía en el museo. Trabajamos con una agencia de publicidad la campaña “El MAMBO se arrienda”. Un domingo en la noche pusimos un enorme aviso que cubría gran parte de la fachada del Museo. En la mañana del lunes el Museo se arrendaba. Nuestra intención era la de sacudir a la ciudadanía, la de transmitirles que el Museo podía desaparecer, que era una institución poco valorada, y de capa caída, era así que estábamos dispuestos a arrendarlo. Ese día las llamadas no se hicieron esperar, desde la Ministra, el Alcalde, funcionarios de varios sectores, amigos, lógicamente, a buscar respuesta, y estratégicamente me escondí, eso generó más expectativa. La campaña causó un sentimiento tal, fue todo un éxito mediático, logramos ser primera tendencia. Llegaron decenas de periodistas, de los medios radiales, impresos y televisivos, fotógrafos y mucha gente. Con esto movimos el interior, el sentir del público, que comentaba: uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
SEMANA: ¿Eso generó conciencia y sobre todo donaciones?
C.H: No generó apoyos directos. Sin embargo, fue muy importante porque atrajo a mucha gente, y en especial jóvenes de vuelta al Museo. No llegó ningún apoyo económico. Lo único que recibimos fue un manto para impermeabilizar. Se decía que el Museo tenía muchas humedades, uno de los otros grandes problemas, y alguien se conmovió con eso. Debo decir que nos sirvió muchísimo, arreglamos el techo. A pesar de que no llegó el apoyo financiero, el museo volvió a estar en la mente de los colombianos gracias a esta campaña; se reforzó la conexión entre la institución y el público, y también generó una conversación sobre el papel y la importancia del Museo.
SEMANA: ¿Cómo se escogió al curador jefe del MAMBO?
C.H: Hicimos una convocatoria abierta a nivel nacional e internacional. Finalmente seleccionamos a un curador colombiano y un curador italiano. Nos decidimos por Eugenio Viola, italiano, aplaudo esta gran decisión. Durante el encierro de la pandemia, aprovechó para aprender español. Fue muy importante. Su labor ha contribuido al reconocimiento nacional e internacional que hoy tiene el Museo. Eugenio, siendo curador del MAMBO, fue llamado para ser el curador del pabellón de Italia en la Bienal de Venecia en 2022. Esto nos ha permitido convertirnos en un punto de referencia en el ámbito artístico a nivel mundial. Además es conocido y reconocido por sus exposiciones y por el arte que atesora.
SEMANA: El MAMBO ha sido muy reconocido por su proyecto educativo. ¿Qué han hecho?
C.H: Hemos hecho un esfuerzo muy importante para conectarnos y llegar a una gran comunidad. Desarrollamos “El MAMBO en tu barrio”, los fines de semana se les llevaba diferentes actividades, implementamos programas dirigidos para los adolescentes, centrándonos en la prevención del embarazo, y la lucha contra el maltrato; este se llamaba “Yo me quiero, Yo me cuido”. Asimismo, se organizó un proyecto masivo, “Parchando en el MAMBO”, que consistía en traer estudiantes de colegios públicos a realizar diversas actividades, con transporte, talleres y refrigerio. También creamos “Academia MAMBO”, la plataforma en línea educativa, con una amplia oferta de cursos. “MAMBO viajero”, un contenedor que viaja y se establece en los barrios para interactuar con el público y hacerlos conocer sobre la historia del arte, nacional y universal. Cada ciclo expositivo va acompañado paralelamente de un programa educativo, y visitas especializadas. Suelo ir a pedir fondos y con frecuencia me dicen, yo no apoyo al arte, sino a la alimentación, a la tercera edad, o a la primera infancia. Les respondo que en el museo se puede promover la nutrición, actividades para los niños y que los mayores disfruten una visita al museo donde para muchos es la primera vez que asisten enriqueciendo de manera increíble su calidad de vida.
SEMANA: Pero es entendible en un país con tantas necesidades quizás privilegiar otras donaciones, lo cual hace muy difícil su trabajo.
C.H: La vida comprende muchas facetas, y lógicamente múltiples necesidades. Una muy importante es la felicidad, la salud mental, el esparcimiento sano, la curiosidad, son parte esencial de la vida. Al entrar a un museo, se experimenta la vida a plenitud. No se puede, por ejemplo, limitar a los adultos mayores a actividades pasivas. La creatividad, el arte, el entretenimiento desempeñan un papel primordial en la vida. Es fundamental.
SEMANA: ¿Cómo se siente hoy tras estos ocho años de labor?
C.H: He estado al frente del Museo durante casi ocho años. Es el momento de entregar la dirección. Los cambios realmente se comenzaron a manifestar y a sentir a los siete años de trabajo. Ahora entiendo por qué este número, el de la creación, es tan clave. Pienso que uno nunca debe creer que llegó a la cima, porque ahí comienza a bajar. En la vida debemos estar escalando constantemente. Siento que hemos hecho bien la tarea. El Museo de Arte Moderno de Bogotá, es hoy una institución reconocida, visitada, con proyectos, con proyección, con un equipo serio y comprometido. Mi etapa, aquí termina como directora y vendrá alguien que la hará crecer y perdurar.
SEMANA: ¿Cuál es el valor de un museo en una ciudad como Bogotá?
C.H: Un museo es un espacio con un valor incalculable, debido a la importancia histórica y cultural de las obras que alberga. Ahora donde se necesita generar experiencias, el museo las ofrece a sus visitantes, pues al entrar en él, hay un cambio de actitud, se descubren emociones, se da conocimiento, se toma el tiempo para contemplar las obras de los talentosos artistas y sus interpretaciones, en los diferentes temas y situaciones, esto hace que los visitantes salgan con experiencias enriquecedoras, de una u otra manera. Es importante en el trascender de la vida. Es educativo, es disruptivo, nos lleva a momentos de vida diferente a lo cotidiano. Es por ello que un museo es de mucha importancia en la vida, generando conexiones emocionales en cada persona. Es así que Bogotá, una ciudad de más de 8 millones de habitantes, debe tener un museo de gran factura.
SEMANA: ¿Por qué los museos en Colombia no son un orgullo nacional como se ve en otros países?
C.H: No lo digamos así. Son orgullo de muchos y los estamos construyendo. Este año, le dieron al Ministerio de Cultura el mayor presupuesto que haya recibido antes. Es un ministerio grande, con muchas necesidades y muchos frentes que debe apoyar, ya veremos cómo se va a ejecutar o dividir este presupuesto. Como lo dije anteriormente los museos son la columna vertebral de donde se ramifican muchos y grandes programas culturales, en fin, qué bueno sería contar con generosos recursos anuales para así poder contribuir de manera más eficiente al desarrollo de la sociedad logrando ese cambio positivo, engrandeciendo la imaginación, llevándonos a tener una sociedad mejor, más integral e incluyente. El gobierno y la empresa privada deben desempeñar un papel crucial en esto. Son protagonistas esenciales en esta transformación de la sociedad. Es lamentable que el Estado no lo vea así y que nuestro sistema fiscal, no deje crear filantropía, acto que ha hecho que los otros países, puedan contar con museos de gran envergadura.
SEMANA: Cuando Gustavo Petro ganó la presidencia hubo mucha ilusión en el sector cultural. ¿Usted lo vivió así?
C.H: No. Es probable que otros tipos de expresiones artísticas hayan recibido algún apoyo, pero en el ámbito de los museos, la situación aún no ha cambiado.
SEMANA: ¿Y hoy cómo ve a este ministerio?
C.H: Fue un ministerio que estuvo mucho tiempo en una situación de interinidad. El nuevo ministro, Juan David Correa, es una persona que entiende y conoce a fondo el sector y sus necesidades. Recién nombrado, tuvo la gentileza de visitarnos. Yo le tengo ilusión, y sé que sabrá darle el reconocimiento y la importancia a las instituciones que como el MAMBO, llevan 60 años ininterrumpidos trabajando.
SEMANA: Usted anuncia un giro muy grande en esta entrevista y es su salida de la dirección del museo. ¿Qué viene para usted?
C.H: Soy artista y no he dejado de serlo. Tengo un taller maravilloso, donde transcurrirán mis días, igualmente hace un par de meses iniciamos la adecuación de un espacio, con el que siempre hemos soñado, un lugar para para exponer piezas u objetos de diseño, mejor dicho “arte con función”. Estaré ayudando a mi hija en el manejo de NC-arte, y NC-arte diseño. De seguro me dedicaré más a investigar y a trabajar en el mundo de esta disciplina. Además, hay seis nietos y un esposo semi abandonado.
SEMANA: ¿Cómo sirve el arte en tiempos tan difíciles como los que vivimos?
C.H: Llevo muchos días sin ver noticias. Me abruman. Tengo familia en el Líbano y me duele todo lo que está pasando. Siento que se viven días de incertidumbre y de tristeza. Vivimos aplastados, desanimados… Me cuesta trabajo contestar esa pregunta. Pienso que los artistas mostramos un mundo más tranquilo. El arte nos ayuda a recapacitar, a salir de la rutina, a sanar, juega un papel importante en la resiliencia, genera diálogo, a pensar cómo podemos ser más comprensibles, más humanos, a no desfallecer. Pero sí, siento que los días pasan y el mundo tristemente está convulsionado.