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Los actores ahora escriben libros
Varios actores nacionales e internacionales incursionan en la literatura. Algunos lo hacen con éxito, pero otros no debieron abandonar nunca las tablas.
Cuando a Fabio Rubiano lo llamaron para convocarlo a una reu-nión en Planeta, pensó de inmediato que le iban a pedir asesoría para armar una colección de libros sobre teatro, su actividad de los últimos 32 años. Pero para su sorpresa, le tenían una propuesta diferente. “Me contaron que la editorial estaba en un proceso de renovación, que estaban interesados en mi porque habían visto mis obras de teatro y habían leído mis artículos y entrevistas. Y me preguntaron si tenía guardada alguna historia de narrativa”, recuerda.
El actor, director y dramaturgo sí tenía en su cabeza la idea de escribir una historia larga, pero hacerla realidad le llevaba un tiempo considerable, así que los editores le propusieron que, mientras tanto, escribiera un ensayo breve sobre el conflicto colombiano. Su contrapropuesta fue entregar un relato corto, con la narración en primera persona de un asesino: un personaje siniestro que al mismo tiempo que tortura y persigue a personas que considera subversivas, es un padre de familia amoroso con una vida ‘normal’.
La idea prosperó y desde hace algunas semanas Soy asesino y padre de familia, su primera novela (ya había publicado algunas de sus obras de teatro), está en las librerías colombianas. “Uno siempre tiene historias guardadas que quiere contar desde diferentes lenguajes -cuenta Rubiano-. Aunque no puedo dejar de lado el tono teatral: este libro, por ejemplo, nació de lo que sería el monólogo de un victimario, una figura que hemos trabajado desde hace varios años con mi grupo de teatro (Petra)”.
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A algunos les parece raro que un actor escriba novelas, pero no es un caso único. Margarita Rosa de Francisco, una de las actrices y presentadoras más reconocidas de Colombia, publicó el año pasado El hombre del teléfono, que reúne aspectos biográficos y su relación con un personaje (aparentemente Jaime Garzón), en una novela que ha estado entre los libros más vendidos desde el año pasado. También Carolina Cuervo, quien actúa en teatro y ha aparecido en programas como Oki Doki (1992) o El cartel de los sapos (2008), escribió en 2009 un libro de cuentos llamado 9 maneras de morir, en el que reunió historias sobre la muerte y las relaciones amorosas.
El más reconocido, sin embargo, es Miguel Torres, actor y director de teatro que escribió La siempreviva, una de las obras más importantes de los últimos años en el país. Desde 2006 ha publicado cinco novelas, tres de las cuales hacen parte de una trilogía sobre el Bogotazo, que concluyó en noviembre del año pasado con La invención del pasado. “Son dos maneras de contar historias. En la novela uno tiene que trabajar solo, lleno de dudas y de incertidumbres, pero con la ventaja de reexaminar las cosas. En el teatro el trabajo es colectivo, también interviene el grupo de actores, pero se prueba de una vez sobre el escenario”, explica.
El fenómeno también es internacional. El comediante Steve Martin –protagonista de películas como The three amigos (1986) y Más barato por docena (2003)- también es un escritor reconocido en Estados Unidos: ha publicado tres novelas. La última de ellas, Un objeto de belleza (2012), fue elogiada por Joyce Carol Oates, una de las escritoras norteamericanas más reconocidas del momento. El crítico de The New York Times no ahorró elogios: “Su novela es completamente deliciosa y evoca con impertinencia, pero nunca con desprecio una edad dorada que se desvaneció. Además sus personajes secundarios están tan cuidadosamente elaborados como los principales”.
Su colega Ethan Hawke, que ha interpretado a varios escritores, como en La sociedad de los poetas muertos (1989), La mujer del quinto (2011) o Sinister (2012), también ha publicado tres novelas. Aunque al comienzo la crítica no fue muy benevolente con él, su segunda novela, Miércoles de ceniza (2002), se llevó algunos aplausos. Viggo Mortensen, Aragorn en El señor de los anillos (2002), tiene una editorial (Perceval Press), en la que publica sus poemas y los libros de sus amigos. Y no son los únicos en Hollywood: James Franco, Jesse Eissenberg, Hugh Laurie, Stephen Frey, David Cronenberg. Y en otras épocas Marlon Brando, David Niven o Kirk Douglas también combinaron la actuación con la escritura.
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Orígenes diversos
Los actores que se dedican a escribir novelas lo hacen por diversos motivos. A algunos -como a Rubiano- los buscan las editoriales porque son personas reconocidas que ya han escrito en otros formatos. Margarita Rosa, por ejemplo, cuenta que Penguin Random House se le acercó con la propuesta de reunir algunas de las columnas que había escrito para el diario El Tiempo. Pero que se animaron a publicar la novela cuando ella les compartió las notas de una historia que estaba escribiendo desde hacía más de cuatro años, para pasar su tiempo libre.
Otros siempre han amado las letras y aprovecharon la oportunidad de publicar sus libros. Carolina Cuervo, por ejemplo, estudió literatura en la Universidad de los Andes, participó en talleres de escritura en la Universidad Central, hizo una maestría en escritura creativa en la Universidad Nacional y dirigió una revista literaria (Aceite de perro). “No soy una actriz a la que le dio por escribir -dijo en 2009-. Yo estudié literatura, me tomé esto muy en serio y espero que así mismo lo vea el público”.
Lo mismo le pasó a Miguel Torres, quien escribía cuentos mientras trabajaba en teatro y luego de que algunas editoriales rechazaron sus primeras novelas, publicó El crimen del siglo en 2006. Un libro tan exitoso que el director Andrés Baiz lo adaptó al cine en Roa (2013). “El teatro es muy absorbente -cuenta el dramaturgo-. Sobre todo cuando uno hace los libretos, dirige, gestiona y coordina el montaje al mismo tiempo. Pero cuando, por una serie de problemas, mi actividad en el teatro comenzó a bajar, pude dedicarme a escribir novelas casi de tiempo completo”.
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El resultado también ha sido diverso. A James Franco -127 horas (2011)- los críticos le reconocieron cierto talento para narrar, pero calificaron Palo Alto (2010), su libro de cuentos, como “vacío” por la “falta de caracterización de los personajes”. Lo mismo le pasó a Ethan Hawke con su primera novela, Estado de excitación (2012), que recibió comentarios negativos. Entertainment Weekly incluso criticó a la editorial que lo había fichado: “Si las grandes editoriales se toman en serio el negocio, harían bien en resistir el impulso de sacar a relucir a las celebridades que escriben novelas como actos de circo”. El actor, sin embargo, no renunció y su siguiente novela recibió mejores críticas.
La realidad es que muchos aprovechan su experiencia en la actuación para escribir sus libros. Algo que es más notorio, sobre todo, con quienes han estado en el teatro. Para Rubiano, “la dramaturgia ha investigado mucho los temas de tiempos, narraciones alternas o múltiples, las historias cruzadas y la literatura se alimenta de eso”. Y Torres piensa que algunas de sus novelas tienen una marcada influencia teatral y, de hecho, cree que algunas de ellas podrían adaptarse a las tablas.
La fórmula, por ahora, parece tener éxito: las editoriales aprovechan la fama de estos personajes y obtienen buenos resultados en ventas. Sin embargo, no es la única razón, pues algunos de ellos han demostrado que también son buenos para las letras.