Entrevista musical
Ara Malikian, un astro genuino del violín, habla con Semana de música, fronteras, y el concierto que dará en Colombia
No se considera un rockstar, sí un violinista que borra fronteras entre países o culturas. Nacido en medio de la guerra en el Líbano, radicado hoy en Madrid, Ara Malikian habló con SEMANA de su visita al país, en una gira que, como su instrumento, canalizará alta humanidad y sentimientos.
De raíces armenias, Ara Malikian nació en Beirut, Líbano, en 1968, y llegó al mundo con un violín debajo del brazo por disposición de su padre. El pequeño creció entre bombardeos, condiciones desastrosas y la disciplina férrea de quien lo destinó a seguir una pasión desenfrenada y rigurosa por el instrumento de altas cuatro cuerdas y arco. A pesar de los numerosos sacrificios que vivió, duros y muchos, Malikian aprendió lecciones que hoy agradece, así no sea capaz de enseñarlas igual. Se enamoró del instrumento, hizo con él una vida que parecía destinada a apagarse, y su manera particular de interpretarlo y de componer desde él lo han llevado al mundo entero. El incomparable violinista que forja un estilo a partir de sus orígenes, viajes y vivencias musicales regresa a Colombia, un país que considera en parte suyo. Esto dijo.
SEMANA: La vida y la música lo han llevado a cruzar muchas fronteras. ¿Cómo entiende las fronteras? ¿Hay fronteras positivas?
Ara Malikian: No creo en fronteras, creo en un mundo donde cada uno pueda ir donde quiere, como quiere y cuando quiere. Es verdad, he cruzado muchas fronteras culturales y fronteras entre países, pero creo en deshacernos de ellas. He tenido la suerte de tocar músicas de muchos países, y la música y la cultura son el idioma universal: en ellas todos nos entendemos, todos nos relacionamos así seamos diferentes. Es en la cultura donde aceptamos estas diferencias. En el mundo real son menos aceptadas.
SEMANA: Colombia vive una tensión entre sus dolores y sus alegrías. ¿En su arte vive usted una tensión así?
A.M.: En el arte hay mucha pasión, emociones, corazón, mucha alma, y hay que dirigir la violencia. Siempre recomiendo el arte, la música, el teatro, la literatura a cualquier sociedad, especialmente desde la educación de los niños. Es a través del arte que se puede dirigir la violencia que uno tiene hacia la sensibilidad.
SEMANA: Nació en el Líbano en días muy duros, ahora vive en España. ¿Guarda una relación estrecha con su país de origen?
A.M.: Hace mucho que no lo visito constantemente, pero por supuesto que tengo una relación. Es el país donde nací, tengo familiares, muchos amigos también, y me une el lazo cultural. Me gustaría ir más a menudo, pero el tiempo no me da, y la situación del país es muy difícil. Y me preocupa mucho, y hacemos muchas acciones benéficas para la gente que está pasando dificultades allá. Estoy cerca del país, pero no puedo visitarlo tanto como quisiera.
SEMANA: Vive en España hace 20 años, el pianista James Rhodes también hizo de ese país su hogar. ¿Cómo lo explica?
A.M.: Elecciones personales. Yo vivo en Madrid hace 22 años. España me ha aportado muchísimo, encontré la música occidental, la música que siempre he trabajado, pero también encontré músicas de mis raíces, la música mediterránea. Y me he interesado también en el flamenco. Y en España encontré algo que en ningún otro país europeo: el puente que tiene con Latinoamérica, esa Iberoamérica que ha abierto en mí una gran inquietud por descubrir las culturas de todo el continente. Todo esto ha sido importante en mi crecimiento. En España me siento inspirado, y he tenido acceso prácticamente a todos los estilos y las culturas que me interesan.
SEMANA: De todos los violines que tiene, se enfoca en dos. ¿Por qué?
A.M.: Tengo muchos violines. Mi padre era violinista y un fanático del instrumento, que coleccionaba muchos por amor al instrumento. Tengo muchos de esos. Pero utilizo dos a la hora de tocar: un violín italiano, antiguo, que utilizo para los conciertos acústicos, y el que uso en mis giras cuando tengo que amplificarlo, en recintos más grandes.
SEMANA: Sus conciertos son algo mucho más dinámico que los que se acostumbra de un violinista. Cuéntenos del espectáculo que trae a Colombia.
A.M.: Este espectáculo se basa, en gran parte, en composiciones mías. Tocaré cosas clásicas y algunas algo más contemporáneas, pero, en general, son composiciones que nacieron durante estos últimos dos años. La pandemia me llevó a estar en casa, de repente, y eso me acercó mucho a mi familia, a mi hijo, de 7 años, y estos temas se inspiraron en su mundo. Es la primera vez que estoy cerca de él por tanto tiempo, y me ha fascinado su mundo, el de los niños, la fantasía que tienen, la locura que tienen, la cabeza tan grande y amplia que se tiene en esa etapa. Me di cuenta de que, cuando crecemos, perdemos mucha de esta frescura y libertad, e intenté entrar de nuevo, estar en sus cabezas. Aunque no son temas hechos para niños, sí los pueden escuchar. Son temas para todo público inspirados en el mundo de los niños y su libertad.
SEMANA: El violín estaba en su vida antes de que usted lo eligiera. ¿Cómo explica que sigan juntos?
A.M.: La verdad, no escogí nunca el violín. Mi padre decidió que yo debía tocarlo incluso antes de nacer. Menos mal me enamoré del instrumento; si no, mi vida hubiera sido miserable. Pero sucedió, me enamoré del instrumento mientras lo tocaba y me salvó la vida. Me ha dado felicidad, y hoy sigo agradeciéndole a mi padre haber hecho el esfuerzo. Fue duro, yo era un niño que quería jugar con mis amigos, y él me obligaba a estudiar horas y horas encerrado en una habitación, pero hoy día se lo agradezco. Yo intenté hacer lo mismo con mi hijo, pero fue imposible. No tengo ni el carácter ni el carisma de mi padre para obligar a mi hijo a tocar el violín.
SEMANA: Ha tocado muchas músicas. Cuéntenos de esa curaduría al elegir los trabajos que toca.
A.M.: Mi padre era un seguidor de la música clásica, empecé por ahí. A los 15 años, cuando fui a Alemania, tenía que sobrevivir, ganarme la vida; entonces, por obligación, empecé a tocar en otros ámbitos, en bodas, eventos, en clubs, y obligatoriamente aprendí otro repertorio, que al principio me daba vergüenza, porque está mal visto en el mundo de la clásica el tocar otros estilos. Es un mundo estricto, rígido en este aspecto. Pero al entrar en otros mundos, como el jazz, la música de cítara, el rock, el pop, descubrí que la música es bella, es válida. Desde entonces, poco a poco, me interesó todo tipo de música y desarrollé mi propio gusto, mi propia manera de hacer música, sin imitar a nadie. Y hoy en día esa es mi música, difícil de definir, porque es algo de todo. Me defino igual musicalmente como persona, no me creo de ningún país o de ninguna cultura.
SEMANA: Ha publicado la mayoría de sus discos en el siglo XXI. ¿Cómo define esta época para un músico?
A.M.: Las cosas van muy rápido. Internet y la música en línea han cambiado las cosas, y es una rareza encontrar un disco hoy. Los otros artistas que venimos del siglo pasado tenemos que adaptarnos a este avance. Nos guste o no, tenemos que aceptarlo, aliarnos con él; si no, es difícil que nuestra música se escuche y se divulgue.
SEMANA: Lo han llamado el rockstar del violín. ¿Cómo le sienta?
A.M.: Ni me molesta ni lo comparto. No me considero el rockstar del violín. Es una manera de definirme, porque soy un violinista, pero no tengo la apariencia de un violinista. Lo respeto, me hace gracia, no me molesta, pero no me considero un rockstar, me considero un violinista a mi manera, y punto. Y mientras pueda tocar y llegarle a un público de todo el mundo, que me definan como quieran.
SEMANA: Las audiencias del mundo comparten el amor por su música. ¿Ha reconocido diferencias?
A.M.: Tuve la suerte de viajar por prácticamente todo el mundo y es verdad que las audiencias son distintas en su manera de escucharlo; pero la música es idioma universal, todo ser humano tiene un alma, un corazón, y cuando está hecha de una manera honesta, cuidada, la música llega.
SEMANA: Háblenos de su relación con Colombia...
A.M.: Recién llegué a España, mi pareja fue colombiana, lo fue durante 15 años. Eso me acercó a la cultura y al país, que he visitado varias veces, he ido a muchas ciudades, partes. Así que conozco bien su música popular, pero también varios compositores de música clásica. Y, bueno, tengo muchos amigos. Una parte de mí es colombiana. Llevaba casi cuatro años sin volver...
*Ara Malikian tocaba este 4 y 5 en Colombia, pero por restricciones de la Registraduría estas fechas han sido pospuestas a fechas por definir*