Arte
‘Arrancar los ojos’: en Fragmentos, Gabriela Golder denuncia la violencia institucional y su “derecho a discapacitar”
El espacio Fragmentos, desde hoy, un registro necesario sobre los efectos nefastos de una represión sistemática y una creación urgente. En cinco fases, la exhibición es un grito de alerta pero también una caja de resonancia para las voces de los afectados, las miradas que se pretendió apagar.
“Los ojos, de no mirarse con otros ojos se van cerrando. El cuerpo, de no sentir otro cuerpo cerca se va olvidando. El alma, de no entregarse con toda el alma se va muriendo”, escribió Bertolt Brecht en La piel. Y la exhibición Arrancar los ojos, de la artista argentina Gabriela Golder, parece desprenderse de estas palabras. Porque toca de frente una violencia que no siente al otro, que lo trata como un objetivo de guerra cuando no lo es.
El proyecto, ganador de la Convocatoria de Fragmentos 2021, propone un recorrido reflexivo y poético a través de cinco obras que estarán exhibidas en los distintos espacios del contramonumento ubicado en el centro de la capital. Vale recordar que Fragmentos Espacio de Arte y Memoria se ubica en la Carrera 7 n.º 6b-30.
¿De dónde nace? De inquietudes surgidas tras los estallidos sociales de Chile y Colombia ocurridos en 2019. La artista investigó las mutilaciones oculares ejecutadas por las fuerzas de seguridad estatales en diversos países, y desde ahí propone una reflexión sobre la violencia institucional, la represión y el trauma colectivo.
La muestra está integrada por las cinco obras Un dolor que recuerda por qué duele, Formas de decir, Desde el campo de batalla, De los ojos que se mueven amparados por su furia y Arrancar los ojos, que se construyen a través de la videoinstalación, la escultura, la música y material de archivo.
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La muestra está integrada por las cinco obras Un dolor que recuerda por qué duele, Formas de decir, Desde el campo de batalla, De los ojos que se mueven amparados por su furia y Arrancar los ojos, que se construyen a través de la videoinstalación, la escultura, la música y material de archivo.
En el proyecto participaron víctimas colombianas de lesiones oculares ocasionadas entre 2016 y 2021 y el colectivo La Mujer-Cabra. Se inaugura el jueves 17 de agosto, a las 6:00 p.m., y estará abierta al público hasta el 26 de noviembre de 2023. La entrada es libre y es gratuita.
Las cinco obras
En la semioscuridad de la primera sala, la videoinstalación Un dolor que recuerda por qué duele presenta diez relatos de las víctimas de trauma ocular en Colombia durante las manifestaciones sociales ocurridas entre el 2016 y el 2021. Las entrevistas fueron realizadas en mayo de 2022 en Bogotá e incluyen la lectura de la carta que escribió Sandra Pérez, madre de Sara Cárdenas, también víctima de trauma ocular, a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
En las paredes de este mismo espacio se encuentra Formas de decir, una pieza conformada por 56 placas de aluminio que esculpen en braille las infinitas maneras de enunciar que hay cientos de rostros sin ojos, porque alguien los tomó y se los robó para siempre: Sacar los ojos, extirpar los ojos, exhumar los ojos, vaciar los ojos, remover los ojos, eliminar los ojos, hurtar los ojos, desechar los ojos, apresar los ojos, despojar los ojos, incendiar los ojos, exiliar los ojos… Un ejercicio de escritura, memoria, repetición y resistencia. Un llamado reiterativo a la conciencia social y humanitaria para que estos hechos no se repitan.
El recorrido continúa en la sala de proyecciones con Desde el campo de batalla, una pieza audiovisual donde cuatro locutores narran incansablemente desde el campo de batalla, los hechos relacionados con la violencia policial y la represión a los manifestantes en Francia, Colombia, Chile y Hong Kong.
En frente de esta sala, 20 esculturas integran la serie De los ojos que se mueven amparados por su furia. Una pieza insistente en escribir lo indecible, imaginando otras formas de nombrar la atrocidad, la barbarie. Decir hasta que el cuerpo se canse, hasta que duela; hasta que la palabra se vuelva insoportable. Dejar huella, excavar, resistir a pesar de la desaparición intencionada de las pruebas.
Al final, en la sala principal de Fragmentos se impone la videoinstalación Arrancar los ojos, una puesta en escena de grandes pantallas con material audiovisual de archivo, cuerpos en tensión ensayando formas de resistencia, imágenes de cráteres en el sur de Argentina que se asemejan a los ojos de la Tierra, consignas cantadas en manifestaciones populares de distintas regiones del mundo, cronologías, textos científicos y periodísticos, fragmentos de textos míticos relacionados con la acción de quitar los ojos. La obra incluye una canción de La Mujer Cabra, compuesta para la exposición a partir de la investigación realizada por la artista.
En el texto de presentación, Golder comparte: El proyecto nace de la conmoción por los sucesos trágicos que se vivieron fundamentalmente en Colombia y Chile en el marco de una crisis social y política que ha dejado a cientos de personas con traumas oculares, debido a los perdigones lanzados por la policía durante las manifestaciones. Algunas de las víctimas han perdido uno o los dos ojos. La policía apunta directamente a la cabeza, no sólo en Colombia y Chile, sino también en Palestina, Cataluña, Francia, Hong Kong, el Líbano, Brasil, Cachemira. ¿Dónde más? ¿Desde cuándo? Esta metodología represiva viene evolucionando desde el conflicto palestino-israelí: balas dirigidas a los ojos de los manifestantes para cegar, mutilar. Se trata de un cambio de paradigma en la violencia policial, un giro que va del “derecho a matar” al “derecho a discapacitar”.
‘Arrancar los ojos’ parte de estos acontecimientos, se pregunta por lo inmediatamente anterior a ese momento de mutilación y por lo que queda luego de la tragedia. Se pregunta por las causas, por la búsqueda violenta de generar vacío, ausencia de mirada, invisibilidad, ceguera. También indaga los modos posibles de detener la pérdida de la memoria: recolectar los restos, las huellas, las imágenes de esas miradas al borde de la desaparición.
Una voz de cambio
Este testimonio es un extracto del texto de Daniel Antonio Bernal Martínez, víctima de lesión ocular e integrante de MOCAO (Movimiento en Resistencia Contra las Agresiones Oculares del ESMAD):
Atacar los ojos no es solamente un signo de violencia física o de control policial. Apunta a cegar los órganos de visión, física y metafóricamente, porque con ellos se ve el horizonte, se reconoce el espacio, se construye el paisaje. Pero a pesar de eso, quienes sobrevivimos, vemos. Vemos con algo más que los ojos, con el corazón, con nuestros otros sentidos, con la intuición que nos lleva a expresar nuestra voz de denuncia, de aliento, de auxilio, tan infinita e importante, voz de vida que se impone a la muerte y al silencio (…)
Por eso es tan importante recordar, pasar por el corazón, aquello que vivimos, y que de una forma u otra nos constituye. Porque nos da esperanza. Y la esperanza invita a que el mundo sea diferente. Agradezco la oportunidad de estar en esta obra, y así mismo, honro a quienes en ella participan (…) Y agradezco a quienes la verán. Porque eso construye un tejido de vida, y es ese el mismo tejido que en mi corazón me invita a no solamente sentir, sino saber que el olvido “es una posibilidad”, pero no es un Destino.
El fenómeno
El informe Represión en la mira. Lesiones oculares en el marco de las protestas en Colombia, registra 169 casos de traumas oculares ejecutados por el ESMAD desde su creación en 1990 hasta junio de 2022.
Según el MOCAO y la Campaña Defender la Vida Asunto de Todas –DLAT-, participantes del informe, 48 de estos casos ocurrieron hasta diciembre de 2020, incluyendo allí a las 25 víctimas oculares de las protestas del 21N de 2019, de las cuales 13 sufrieron la mutilación total de uno de sus órganos y los demás, pérdida de visión en alguno de sus ojos.
El aumento de este tipo de agresiones fue alarmante durante el estallido social de 2021 : 116 participantes de las protestas, en distintas ciudades del territorio nacional, resultaron gravemente lesionados en sus ojos.
Según la ONG Temblores, entre el 28 de abril y el 20 de julio de ese año, en su plataforma Grito se registraron 103 víctimas de impactos en el rostro con granadas lacrimógenas o, en su mayoría, balas de goma, de las cuales 14 perdieron uno o dos de sus ojos y otras 14 quedaron con pérdida total de visión.
Las secuelas físicas, sociales y sicológicas de estas graves lesiones son incalculables. Sin embargo, la mayoría de estas personas se construyen hoy desde la esperanza, la memoria y el activismo, como un ejemplo de resistencia y con un enérgico latido de vida. Como una necesidad de seguir vislumbrando un futuro aún cuando todas las luces parecen haberse apagado.