No hay que ser conocedor para entender que ARTBO es una vasta feria de galerías de arte impulsada por el comercio, y tampoco para saber que se ha convertido en mucho más que eso: una plataforma, un ecosistema, un laboratorio que sigue pensándose, investigándose y expandiendo su impacto. Y todo está listo para su edición 20, que entre el 26 y el 29 de septiembre aprovechará los cinco pisos del Centro de Convenciones Ágora (un hogar que le sienta perfectamente desde 2023) para desplegar obras en todo tipo de formatos y ofrecer un punto de encuentro como ninguno en la escena.
Además de las muchas aristas que la hacen un referente regional de repercusiones globales, la feria le rinde un merecido homenaje al arte de David Manzur. El último pintor vivo de la generación más relevante que haya tenido el arte en Colombia completa 70 años de trayectoria ininterrumpida, y a sus 95 años sigue trabajando dedicado en su taller de Barichara. Traerá obras de su última colección, como La Dama Vestida de Verde, que presentamos en exclusiva antes de su exhibición. El espacio se llama El Pasado es Presente y se compone de ocho de sus obras de gran y mediano formato. En la edición pasada, se le rindió un homenaje a Fernando Botero, con su Paloma de la paz, y a la notable obra de Carlos Jacanamijoy.
En la rueda de prensa de lanzamiento de esta edición de aniversario, le preguntamos a María Paz Gaviria, gerente de proyectos culturales de la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB), el cerebro que ha articulado esta quimera viva, si existía algún sueño descabellado por proyectar aún.
Sin necesidad de mirar hacia adelante, aseguró: “Nos enorgullecemos siempre por lo deschavetados que hemos sido hasta ahora. Una de las cosas más singulares de esta feria es, precisamente, que viene desde la Cámara de Comercio de Bogotá pero no es solamente comercial. El comercio y las apuestas de las galerías están en el corazón del evento, pero este también es un encuentro que refleja el arte joven, el arte emergente y el arte sin representación, donde privilegiamos la investigación y hemos traído profesionales de la industria al país a sumar a la escena”, expresa con un sustentado orgullo.
Y en ese camino, varias apuestas han venido extendiendo su alcance. María Paz destaca la apuesta de salas itinerantes, de curadurías y espacios para la investigación en lugares improbables, que en este momento trabaja con muestras en Kennedy, en el museo subterráneo de la Catedral de Sal de Zipaquirá y en el Museo Tequendama, al lado del Salto del Tequendama. Para Gaviria, este programa le da al arte el rol fundamental que tiene: acompañar la sociedad y cuestionarla, así como generar procesos que den voces a artistas y a otros agentes de la escena.
Sobre su sueño deschavetado a futuro, Ovidio Claros, presidente de la CCB, señaló que visualiza una universidad que acompañe a los muchos jóvenes que piden ese acompañamiento para evitar tanta pérdida de talentos. En su primera intervención, Claros también dimensionó la inversión en ARTBO en más de 8.800 millones de pesos.
Estado del arte
La feria se expande para tratar de cubrir muchas de las bases desatendidas en el arte colombiano, pero en su raíz es una feria de galerías. En 2024, contará con la participación de 40 de ellas, entre colombianas (Casa Riegner, Beatriz Esguerra Arte, Nueveochenta, SGR Galería, Instituto de Visión), latinoamericanas (Vermelho de São Paulo, Rolf Art de Buenos Aires) y de impacto mundial (mor charpentier, de París y Bogotá, y Klemm’s de Alemania), entre muchas más, con diez secciones, seis curadores y 70 invitados en distintas dinámicas.
En la Sección Principal, se verá la selección de galerías nacionales e internacionales escogidas por un comité especializado. En la Sección Proyectos se verán ideas de artistas que cuentan con la representación de una galería y que son invitados por un curador. En lo que a las otras secciones se refiere, Encuentros, curada por Benedicta M. Badia, planteará un interesante formato de mesa redonda abierta. También regresa la sección Libro de Artista, una cautivante miniferia editorial que en 2024 invita a más de 59 editoriales independientes.
Por su parte, Ximena Gama seleccionó los 30 proyectos de uno de los espacios más emocionantes, Artecámara, dedicado a los artistas emergentes. Gama partió de una convocatoria (que reunió 250 postulaciones de artistas plásticos menores de 40 años, sin vínculos comerciales con galerías, espacios independientes y colectivos de artistas). Con casi 15 años como curadora independiente, considera este un espacio de gran visibilización, pues en el país son pocas las plataformas para los artistas jóvenes.
“Esta feria es inteligente –explica la curadora–. Entiende lo importante de mostrar procesos históricos, de experimentación y emergentes. Y da lugar a un contrapunteo entre voces experimentadas, experimentales, y voces que pueden convertirse en referentes”, aseguró. Gama bautizó su curaduría Una moneda al aire, por el azar incierto que viven los jóvenes, y en ella destaca obras en dos líneas: una de revisión histórica y otras de imaginaciones radicales que repiensan el futuro.
Sobre la sección Referentes, que también se plantea de obligada visita, José Ruiz (uno de sus tres curadores) explicó su intención de rendir homenaje a artistas y también de establecer una especie de arqueología del arte, del galerismo y de su entorno porque, según expresó, “nada es fortuito, menos en el arte”. Lo hace desde una museografía que plantea un recorrido lineal en zig zag, pero que se puede revertir a voluntad, que revela la huella de los gestores migrantes que llegaron después de la Segunda Guerra, pasando por Leo Matiz y llegando a Alonso Garcés, registrando en todo el recorrido momentos contestatarios vibrantes y destacando personajes como la crítica y galerista Marta Traba.
Causa-consecuencia-tiempo
A Jaime Cerón, actual curador de arte del Museo Nacional de Colombia, le consultamos sobre la huella de esta feria en sus 20 años. Cerón establece que si bien en estos encuentros el mercado es el principal actor y los agentes que lo impulsan son sus principales dinamizadores, se revela que no son los únicos: “El ecosistema del arte se suele alinear a favor o en contra del mercado y termina visibilizando las políticas, prácticas y actividades del campo del arte”, explica.
Y entonces ofrece una línea de tiempo y causalidad: “Hace 20 años cuando ARTBO se fundó, asumió enormes retos para conseguir legitimidad en el campo del arte, y fue lográndolo paulatinamente por sus proyectos, no comerciales, de mediación y difusión cultural, que se volvieron su ADN en las ferias de la región. Luego se sumarían secciones curadas (con carácter comercial) que continuaron sumando las prácticas académicas e institucionales al debate sobre el mercado del arte. En ese orden de ideas, ARTBO ha llegado a ser un punto de referencia para otras ferias de la región (incluso fundadas con anterioridad), en ese intento de rebasar la esfera del mercado y constituir un escenario de debate sobre asuntos más amplios en el campo del arte”.
Palabra de galerista
Le preguntamos a Alex Mor, de la galería mor charpentier, que inició actividades en París y abrió sede en Bogotá, sobre la importancia de ARTBO y su huella, esto nos dijo. “Es una feria que tiene una gran importancia en nuestro recorrido. Fue una de las primeras que creyó en nosotros y que hicimos muy temprano en nuestra carrera. Hemos sido testigos de la gran evolución que ha tenido el mundo del arte en Colombia en los últimos 10 años. Hoy en día el ecosistema del arte ha crecido enormemente y cuenta con nuevos actores en todos los segmentos (artístico e institucional).
A diferencia de otros mercados regionales el colombiano mantiene un cierto dinamismo que se refleja en el gran nombre de galerías locales , igualmente hay una nueva generación de coleccionistas que ha emergido desde hace algunos años, dinámica y conectada con el mundo.
A pesar de la difícil situación que atraviesa el país desde que decidimos abrir la galería en Bogotá, hace dos años, el país cuenta con una sólida base que esperamos nos permita seguir creciendo. Hace unos años solamente un puñado de coleccionistas o directores de instituciones se aventuraban a venir a Colombia, pero, con un generoso programa internacional, la feria ha permitido atraer a toda una generación que descubre maravillada la variedad y la calidad de la escena artística colombiana.
No podemos negar que la situación mundial y geopolítica está creando muchos desafíos y que el mercado atraviesa por una fase difícil. A pesar de todo, el arte sigue siendo un factor de opinión y refugio, y confiamos que esta edición de los 20 años de la feria no será la excepción”.