MÚSICA
Bob Dylan, Neil Young y David Gilmour: el regreso de los dinosaurios
Los nuevos trabajos de los tres íconos del rock acaparan la atención del mundo musical en estos días de pandemia.
En estas semanas de pandemia, muchos músicos han lanzado álbumes y canciones a través de internet. De toda esa oferta tres de ellos llaman la atención: sus autores son leyendas vivas del rock y, además, tienen más de 70 años de edad.
Se trata de Bob Dylan, Neil Young y David Gilmour. Dylan lanzó un nuevo álbum, y doble; Young desempolvó una sesión de grabaciones que tenía guardadas desde 1975, y Gilmour presentó una nueva canción.
Dylan, el más veterano de los tres, nacido en 1941, presentó Rough and Rowdy Ways, su trigésimo noveno trabajo en estudio, el 19 de junio. Han pasado 58 años desde que debutó en la industria discográfica con el álbum que lleva su nombre y a lo largo de su carrera ha dejado obras trascendentales en diferentes etapas de la historia del rock, el country y el folk. Varias de las canciones de su época comprometida aún son himnos hoy, y por la calidad de las letras ganó el Premio Nobel de Literatura en 2017.
Bob dylan: El legendario cantante se aferra a la tradición musical de Estados Unidos para presentar letras sombrías, algunas de ellas relacionadas con la cercanía de la muerte.
Ocho han pasado desde el lanzamiento de Tempest, su anterior álbum de estudio, grabado con composiciones propias. Para Rough and Rowdy Ways, Dylan reunió diez temas que ocupan 71 minutos de música. Es decir, una colección de canciones largas, algunas de las cuales superan los 6 minutos. Dos de ellas ya se conocían. Murder Most Foul, publicada el 27 de marzo, y I Contain Multitudes, que dio a conocer el 17 de abril.
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La edición en CD (en julio aparecerá en vinilo) trae dos discos. En uno están las nueve primeras y el segundo lo ocupa en su totalidad la ya citada Murder Most Foul, un tema de casi 17 minutos, “Una epopeya de los años sesenta desde la muerte de John F. Kennedy y toda la banda sonora de su generación”, como señala Sandro Romero, experto en rock.
“Las letras son impresionantes. Más que cantar, Dylan recita”.
En este álbum, Dylan y su banda se apoyan en la tradición y en las raíces. Aparecen el folk, la balada, el blues y el rhythm and blues. De acuerdo con el periodista musical Jacobo Celnik, “Se trata de un disco crepuscular, sombrío, con muchos temas relacionados con la muerte”. Sandro Romero lo ve como “la consolidación de su genio. Deberían volver a darle el Premio Nobel este año”. Y lo ratifica: “Las letras son impresionantes. Más que cantar, Dylan recita”. Priman sus conexiones con el poeta Walt Whitman y con la realidad de su país.
Ambos lo estiman como un gran álbum en la monumental discografía de Dylan. Romero lo considera un regreso al mejor Bob Dylan. Celnik señala que “uno tiene que entender su música desde la fuerza de las letras. Bob Dylan no es Paul McCartney. Además, que traiga canciones nuevas habla muy bien de él, ya que tiene 79 años”. Piensa que con el paso del tiempo será uno de los álbumes más importantes del músico y agrega que False Prophet, I Contain Multitudes y Key West (para él, la más relevante del disco) pasan a la categoría de grandes obras del inmenso catálogo de Dylan.
Por siempre joven
Neil Young: Como en anteriores ocasiones, el cantante canadiense desempolvó unas grabaciones que tenía archivadas desde 1975.
Por su parte, Homegrown, el nuevo lanzamiento de Neil Young, comprende una colección de canciones que grabó entre diciembre de 1974 y enero de 1975, y que nunca había querido dar a conocer porque le parecía muy triste y además muy personal, pues gira en torno a su dolorosa separación de la actriz Carrie Snodgress.
Estas canciones retratan un momento particular de Young, cuando había logrado el pináculo de su fama, primero como integrante de Buffalo Springfield y luego como comparsa del trío Crosby, Stills and Nash (que con él se volvió el cuarteto “and Young”); y también por After the Gold Rush, Harvest y Zuma, extraordinarios álbumes que publicó como solista. Pero Young pasaba por un terrible momento emocional: un corazón roto y la incertidumbre de cuál camino debía seguir.
Romero lo ve como una suerte de joya para aquellos que, como él, son coleccionistas, a quienes les encanta la nostalgia y las curiosidades. “Esta generación de músicos canadienses tan prolíficos, los que inmortalizó Martin Scorsese en la película ‘The Last Waltz’, pertenecen a una cofradía de poetas del ‘rock’ inagotables. Este álbum es tosco, primitivo y fascinante”. Para Celnik, es un disco muy personal, muy en su onda habitual.
Reaparece un fantasma
David Gilmour: El guitarrista y cantante de Pink Floyd, confinado en familia, lanzó una canción acompañado por su hija Romany y con una letra escrita por Polly Samson, su esposa.
Y si hay un músico en la onda del confinamiento es David Gilmour, guitarrista de Pink Floyd desde 1968, cuando se unió a la todavía joven banda para reemplazar a Syd Barrett, víctima de perturbaciones mentales. Gilmour no lanzó un álbum pero sí una canción, que han recibido con expectativa los medios. El tema se titula Yes, I Have Ghosts (Sí, tengo fantasmas) y completa otras recientes publicaciones relacionadas con la banda que se hizo inmortal con los álbumes The Dark Side of the Moon y The Wall.
Es una canción acústica, muy sencilla, en la que él canta con una voz que vagamente recuerda la de Cohen.
A finales de mayo se había estrenado Syd, Roger, Richard, Nick and David–An Evolving Pink Floyd Playlist, una plataforma que todos los días ofrece un nuevo tema de Pink Floyd, algunos de los cuales son verdaderas rarezas. Además, el mes pasado salió a la venta digital el documental Us + Them, de Roger Waters, otro de los exintegrantes de la banda.
Hacía cinco años que Gilmour no presentaba material nuevo. Un fragmento de Yes, I Have Ghosts ya se había oído en el audiolibro A Theatre for Dreamers (Teatro para soñadores), escrito por Polly Samson, esposa de Gilmour, autora de la letra de la canción. Esta novela, que salió por redes en abril, cuenta la historia de una comunidad de escritores que a comienzos de los años sesenta se estableció en la isla griega de Hidra. Uno de sus protagonistas es el joven poeta Leonard Cohen antes de comenzar su carrera de cantante.
Es una canción acústica, muy sencilla, en la que él canta con una voz que vagamente recuerda la de Cohen e interpreta la guitarra con un estilo muy mediterráneo. Lo acompaña su hija Romany, de 18 años, quien toca el arpa y participa con su voz. “Estaba trabajando en esta canción justo cuando entramos en cuarentena y tuve que cancelar una sesión con cantantes de respaldo, pero resultó que la solución estaba justo aquí y no puedo estar más feliz con la forma en que la voz de Romany se mezcla con la mía. Su hermosa arpa fue otra revelación”, escribió el guitarrista en su página web. Esto convierte este trabajo en un ejercicio familiar en época de confinamiento. Como señala Polly Samson, “Pudimos unir los mundos de la literatura y la música de una manera que no creo que se haya hecho antes”.
Celnik ve en esta canción un homenaje a Syd Barrett y resalta que “mientras su excompañero Roger Waters hace reediciones de viejos temas de Pink Floyd y de su carrera como solista, Gilmour se atreve a presentarnos una nueva canción en compañía de su hija”. Romero considera a Gilmour como el rey Midas del rock: “Todo lo que toca lo vuelve poesía, lo vuelve belleza”.
Celnik celebra “la nueva música de estos genios, que en vez de estar viviendo del pasado siguen componiendo”. Y la industria de la música (o lo que queda de ella) agradece que los viejos dinosaurios sigan activos, y más cuando se trata de artistas que han conmovido a tres o cuatro generaciones de seguidores.