Literatura
“Bonjour tristesse”: la novela epicúrea de una joven de 18 años
En 1954 se publicó en Francia la novela breve “Buenos días, tristeza” (Bonjour tristesse) de Françoise Sagan (1935-2004). Su autora tenía solo 18 años, en un momento en que la mayoría de edad estaba fijada en los 21. La obra conoció un éxito editorial tremendo, pero también suscitó un notable escándalo.
Con el transcurso de las décadas se ha convertido en libro de culto, especialmente entre la juventud francesa. Casi 70 años después de su publicación original, puede ser un buen momento para introducir el libro al lector actual y tratar sobre las razones de su éxito y del escándalo. Además, una lectura detenida de la historia revela que la novelista se basó, para la caracterización de los protagonistas, en la filosofía epicúrea clásica.
Éxito popular de la novela
En 1954 la novela fue merecedora del prestigioso Premio de los Críticos franceses. Para finales del mismo año había vendido doscientos mil ejemplares en Francia. Solo cuatro años después de la publicación, en 1958, se estrenó una versión cinematográfica con el mismo título, dirigida por el director Otto Preminger.
El libro acabaría traducido a 22 idiomas, aunque en Portugal la Iglesia católica vetó la traducción al portugués. En 1954, la editorial de José Janés imprimió una traducción española, obra de Noel Clarasó, pero solo se distribuyó en Hispanoamérica, porque el régimen franquista prohibió su difusión en España.
Un relato de verano
La novela puede ser una buena lectura de verano, porque nos cuenta las vacaciones estivales de la protagonista. Su nombre es Cécile y tiene 17 años. Vive con su padre, Raymond, un viudo rico de cuarenta años, juerguista y mujeriego. Padre e hija disfrutan de los placeres mundanos de París: tabaco, alcohol, espectáculos, fiestas, ligues y juego. Aunque a Cécile le han quedado varias asignaturas del bachillerato para septiembre, han alquilado un chalé en la Riviera francesa. Allí se trasladan para pasar unas largas vacaciones en compañía de Elsa, la última conquista de Raymond. Cécile comienza un amor de verano con Cyril, un joven estudiante de derecho, también veraneante.
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Esta felicidad idílica se rompe cuando los visita Anne Larsen, una antigua amiga de la familia, seria y responsable. Elsa abandona la villa, despechada, mientras que Raymond y Anne se prometen en matrimonio. Cécile toma la intrusión de Anne como una amenaza para su vida disipada, de modo que trama un plan maquiavélico para deshacerse de ella. Ejerce la manipulación psicológica, como en la novela clásica francesa Las amistades peligrosas (1782) de Pierre Choderlos de Laclos.
El desenlace trágico, que no vamos a destripar aquí, motiva la tristeza del título. Ahora bien, al final padre e hija deciden continuar con su vida frívola, como si nada hubiera ocurrido. Incluso planean alquilar otra villa en la misma zona para el siguiente verano.
Montaje editorial
No es difícil imaginar las razones del éxito de la novela. Para empezar, algo de montaje editorial hubo. El editor, René Juillard, usó como reclamo la juventud de la autora. Así, añadió a los ejemplares de la primera edición una banda amarilla, que incluía una foto de la escritora con aspecto de colegiala y la leyenda “le diable au coeur” (el diablo en el corazón).
Era una alusión a otro libro escandaloso y de contenido atrevido, publicado en 1923 y titulado Le diable au corps (El diablo en el cuerpo), que había sido escrito por Raymond Radiguet cuando tenía igualmente 18 años.
La ‘dolce vita’ antes de Fellini
El escándalo también fue un factor del éxito. El escritor católico François Mauriac escribió una reseña del libro en Le Figaro del 1.° de junio de 1954, en la que calificó a la escritora como “encantador monstruito de 18 años”. Lo que escandalizaba a la sociedad burguesa de la Francia de posguerra era el tratamiento desenfadado de la sexualidad femenina: Cécile mantiene relaciones sexuales plenas con Cyril, sin estar enamorada de él; no se queda embarazada y, por si fuera poco, no se avergüenza de compartir su disfrute con los lectores.
Por otra parte, la clase media y trabajadora francesa soñaba con el panorama presentado en el libro, de placeres, lujo y fiesta, para superar el trauma de la segunda guerra mundial y avanzar hacia la modernidad. Estamos en un período de la historia francesa, desde 1945 hasta 1975, que acabaría por conocerse como los “Trente Glorieuses” (los treinta gloriosos). La época se caracterizó por el crecimiento económico, el auge del consumismo, la influencia de la cultura americana, la relajación de las costumbres y la reivindicación feminista. Seis años antes de la película de Fellini, Sagan había inventado la dolce vita.
Una novela epicúrea y moderna
En un artículo hemos investigado que la obra puede considerarse una novela filosófica, porque los personajes principales (Raymond y Cécile) adoptan, como actitud vital, una versión banalizada de la filosofía epicúrea clásica. Pretenden alcanzar la felicidad a través del hedonismo (búsqueda del placer). También son materialistas: el padre explica los estados de ánimo como consecuencia de causas fisiológicas. No creen en el amor, pero sí en la satisfacción sensual proporcionada por el sexo. Son ateos y no creen ni en la providencia ni en el azar. Todas estas ideas habían sido postuladas por la filosofía de Epicuro, a su vez difundida en la Roma clásica por el poeta Lucrecio mediante su poema didáctico De rerum natura.
Pero ¿cómo tuvo la joven autora conocimiento de la filosofía epicúrea? Aquí entra en juego el filósofo francés Henri Bergson, que es citado en numerosas ocasiones en la novela como autor que Cécile debe “empollar” para la recuperación de septiembre.
Bergson había publicado una antología comentada del De rerum natura de Lucrecio. Es verosímil que Françoise Sagan conociera el epicureísmo a través de este manual de Bergson. En cualquier caso, es relevante que la joven novelista recurra al epicureísmo antiguo como armazón ideológico de una novela que, con el tiempo, se iba a convertir en un texto de culto. También, lo que es más importante, en proclama por la libertad femenina, el amor libre y, en suma, la modernidad. ¿Necesitamos más razones para leer o releer esta novela?
*Gabriel Laguna Mariscal es Catedrático de Universidad. Área de Filología Latina, Universidad de Córdoba.
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