Buda explotó de vergüenza

El debut de la directora iraní Hana Makhmalbaf, de 19 años, es una conmovedora prueba para los nervios. *** (buena)

1 de noviembre de 2008
Baktay (Nikbakht Noruz) sólo quiere un cuaderno para ir a la escuela en un mundo fantasmal acorralado por los talibanes

Título original: Buda as sharm foru rikht.

Año de estreno: 2007.

Dirección: Hana Makhmalbaf.

Actores: Nikbakht Noruz, Abdolali Hoseinali, Abbas Alijome.

Con este tipo de películas (que suelen venir de Irán) pasa que no se sabe si amarlas u odiarlas. Por un lado está su belleza formal: una combinación entre la conmovedora sencillez de sus imágenes, el talento para captar dicientes detalles de la cotidianidad y el trabajo milagroso de unos intérpretes que nunca antes se habían parado frente a una cámara. Por el otro, está su dramatismo sádico: una mezcla de ese realismo que reconoce lo dura que es la vida en los poblados desérticos de Oriente Medio, una pasión por todo lo malo que le puede pasar a una sola persona en apenas unas horas y cierta tendencia a pretenciosas imágenes metafóricas que parecen encubrir una arriesgada crítica a la sociedad.

La bella sádica Buda explotó de vergüenza cuenta la historia de una niña con cara de ángel (la inolvidable actriz de seis años Nikbakht Noruz) que, en la búsqueda de un cuaderno para ir a la escuela, sufre la ira de un mundo agobiado por los talibanes. Se trata del primer largometraje de una cineasta de 19 años, Hana Makhmalbaf, que pertenece a la gran familia del cine iraní: su hermana Samira es una reputada directora; su hermano Maysam es un realizador acreditado; su padre, Mohsen, autor de aquel clásico de 1987 que lleva el título de El ciclista, es un maestro del oficio al que han seguido ya varias generaciones de artistas.

Con Buda explotó de vergüenza, la más joven de los Makhmalbaf ha dado un muy buen primer paso. Quien logre sobrevivir a la tramposa dureza de su trama, disfrutará enormemente todos los logros de su puesta en escena.