CAFE Y KRONOS
Uno de los momentos más memorables del nuevo lanzamiento de Café Tacuba es su <BR>colaboración con un cuarteto de cámara.
La diferencia entre un disco excelente y uno apenas aceptable la hace, muchas veces, el
grado de intromisión de la casa disquera. Nadie duda de la pertinencia de estas compañías a la hora de
comercializar y distribuir pero en ocasiones quieren inmiscuirse también en los contenidos musicales y, por
lo general, los resultados entonces son lamentables. Cuando, en cambio, le otorgan a los artistas libertad
creativa, es más factible que se produzca un disco excelente. Café Tacuba es el ejemplo.
El reciente lanzamiento de dos discos de esta banda mexicana, Yo soy y Revés, generó entre los oyentes
un asombro inicial que luego, poco a poco, se fue transformando en admiración. No es difícil imaginar
reacciones similares de sus empresarios cuando los artistas les mostraron una primera cinta de
experimentos musicales, producto de ocho meses de trabajo en un estudio de grabación. Eso, que después
se convertiría en el álbum Revés, no respondía al genérico de rock en español con que se identificaba el estilo
de la banda. No era en español porque, sencillamente, nadie cantaba. No era rock porque llamarlo así es
quedarse corto.
Pero trascendiendo esos inconvenientes la disquera supo algo más importante: que lo que había ahí era muy
bueno. Su primera reacción (apenas natural y por eso la perdonamos) fue sugerir que se le agregaran letras.
Luego surgió una segunda idea que uno como oyente aplaude: grabar otro álbum, un tanto más convencional,
y lanzar ambos a un mismo tiempo como dos caras opuestas pero inseparables de Café Tacuba.
Fue cuando se les permitió ahondar en su primera locura, en lugar de truncar el proyecto, que fueron
surgiendo ideas nuevas y terminó de establecerse la identidad del disco. Tal vez la más notable de esas
ideas fue una colaboración entre Café Tacuba y el cuarteto de cuerdas Kronos, que resultara en cuatro
minutos excelsos del álbum Revés.
La agrupación de cámara se distinguió desde sus comienzos por un repertorio amplio de música
contemporánea en el cual, al lado de compositores eruditos como Schnittke o Glass, cabían perfectamente las
armonías de jazz de Ornette Coleman o los blues de Willie Dixon. La primera vez que el cuarteto Kronos
apareció con una idea de este calibre lo hizo grabando una pieza del roquero Jimi Hendrix y el periódico
The Washington Post dijo entonces que aquello estaba "correctamente incluido en un repertorio dedicado a
la música más imaginativa de nuestro tiempo".
Cuando, siguiendo esos postulados, el cuarteto Kronos accedió a interpretar una composición de Café
Tacuba y a aparecer en este disco estaba haciendo algo más que un experimento divertido. Su
determinación implica también la acogida del rock en español en la categoría, más amplia y respetable, de
'música contemporánea'. Pero, sobre todo, implica que han entendido perfectamente el nuevo disco de Café
Tacuba y que consideran que esta banda mexicana también puede incluirse, sin inconveniente, en cualquier
catálogo de música imaginativa.
A propósito de 'rock' y violines ...
Kronos Quartet
Kronos Quartet
Nonesuch
Elvis Costello
The Juliet
Letters
Warner
La reciente colaboración entre el cuarteto de cuerdas Kronos y el conjunto Café Tacuba es notable pero no se
trata de la primera vez que se escucha una alianza entre la música de cámara y el rock. Es cierto, claro, que
semejantes casos han sido pocos a lo largo de la historia pero un rastreo puede llevarnos a los años 60
como la primera vez que se experimentó con estos formatos.
Los Beatles fueron los pioneros (¡una vez más!). Cuando en 1966 grababan su canción Eleanor Rigby
decidieron que la mejor forma de instrumentarla era haciendo a un lado sus guitarras eléctricas y llamando a
un ensamble de formación clásica para que les ayudara. No se trató de un cuarteto sino de un octeto
(cuatro violines, dos violas y dos violoncelos), como lo registra el acucioso Gustavo Gómez en su libro
Beatles_Versiones libres. Pero fue, en cambio, la primera colaboración de este estilo.
Una exploración discográfica más reciente nos lleva al álbum Kronos Quartet, del conjunto del mismo
nombre. El cuarteto, que ahora incluye en su repertorio las melodías de Café Tacuba, se inició hace varios
años con este disco. Ya allí daban sus primeros pasos en cuanto a un repertorio ecléctico e incluían una
versión muy llamativa del Purple Haze de Jimi Hendrix. Aquella grabación les valió elogios de la prensa y les
instó a seguir ese camino que hoy los lleva a aparecer en Revés.
Pero tal vez el más completo de estos ejercicios fue el que llevó a cabo hace seis años el roquero inglés Elvis
Costello. Acompañado por el cuarteto de cuerdas Brodsky e inspirado en los ciclos de canciones que
fueron populares durante el siglo XIX, grabó un álbum llamado The Juliet Letters. El disco permite escuchar,
de principio a fin, este formato y es una de las mejores muestras del talento creativo de Costello.
The Juliet Letters es la mejor ampliación de aquel concepto iniciado por los Beatles hace tres décadas: el
de una música rock que no es autosuficiente sino que, por el contrario, busca en otros formatos y otros
instrumentos maneras nuevas de enriquecerse.