Entrevista
Camilo Restrepo: “Yo quería que mi cine no tuviera el sello de lo inmediato, que fuera un cine que no tiene tiempo”
Una retrospectiva reúne a “Los conductos”, la película con la que ganó el premio a Mejor Ópera Prima en la Berlinale, con sus cortometrajes, videos musicales, experimentales y de videoinstalación. Hablamos con él sobre la coyuntura actual, sobre ver a Colombia desde la “Tele-Visión” y sobre la frustración del artista como motor.
Camilo Restrepo hace el tipo de cine que no le juega a la industria y que se rebela contra sus métodos de consumo masivo y feroz. Se percibe en su grano, se siente en su manejo de la luz y de la composición, y se vive en el espacio mental que su largometraje genera en el espectador, en las conexiones y reflexiones que propone.
Como él bien lo asegura en esta entrevista, “no quiero jugar con el efecto de lo realista en el cine, que uno crea que la historia es verdad entonces se va para la casa pensando que es así. No. Toda mi película está dispuesta en un dispositivo de duda, en el que se muestran los mismos mecanismos de reproducción de la película, cómo se hace ella misma. Con esa idea de que uno sea un espectador crítico, desconfiando de lo que ve”. Habla de su película “Los conductos”, pero esa intención cobija mucho de su trabajo.
Al respecto de la Retrospectiva dedicada al artista y cineasta antioqueno que abre hoy en la cinemateca de Bogotá, Restrepo aseguró en su momento: “Durante un poco más de 10 años he construido una obra cinematográfica modesta en su duración. Cuenta apenas con 150 minutos de proyección. Imaginar una retrospectiva de tan poco es una idea osada. Agradezco a la Cinemateca de Bogotá el honor que me hace presentando el conjunto de mis películas por primera vez en Colombia”. La obra de Restrepo puede ser corta en extensión pero es también vasta en reflexiones, experimentaciones y retos. Y es de celebrar que los colombianos puedan al fin verla.
Hasta el 27 de junio, esta gran muestra del trabajo de Restrepo integra la proyección de todas sus obras audiovisuales, y el anticipado estreno de su ya mencionado largometraje “Los conductos”, que integró la competencia internacional Encounters en la Berlinale 2020, en donde ganó el premio a la mejor ópera prima. También se abre la instalación multi-pantallas Tele-Visión en la Sala Expandida de la Cinemateca, que marca la primera video instalación del artista y cineasta en Colombia. Además del contacto con la obra, el público tendrá la posibilidad de compartir puntos de vista, observaciones y reflexiones con el creador en los varios conversatorios pactados con él. El evento de largo aliento debe emocionar a los fanáticos y estudiosos del cine.
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Pintor frustrado, Restrepo nació en Medellín, pero vive y trabaja en París desde 1999. Allá, cuando parecía haber renunciado a sus aspiraciones artísticas, un accidente feliz lo llevó a comprar una cámara Super 8. En ese momento, sin querer queriendo, encontró en el cine un nuevo campo de expresión. Años después, artista y cineasta reconocido, Restrepo hace parte de un laboratorio independiente de cineastas cuyo trabajo se enfoca en en el celuloide, algo claro en sus cintas, altamente granulares y orgánicas. Ahora, presenta su obra en su país de origen, que ha alimentado su trabajo, pero que sabe que ve a una distancia.
Hablamos con él sobre su cine, tan alejado del industrial, del espacio mental y las reflexiones sobre el país que ofrece ”Los conductos” y de vivir el país a la distancia pero con una conexión siempre presente. Esto nos dijo.
La coyuntura del país es bastante particular, ¿qué le representa abrir una retrospectiva en en el marco de este despertar social?
C. R.: Me parece algo importante, no solo la idea de la retrospectiva sino el estreno de “Los conductos”. Resuena con el momento actual. Pienso en el final de la película, en el que hay un poema de Gonzalo Arango que dice que si Colombia no le puede ofrecer un lugar digno a sus hijos entonces el bandido Desquite resucitará, y de nuevo habrá sangre y violencia.
Estoy pensando yo que esa especie de poema, de elegía de alguien que se subleva contra la injusticia, estaba desde hace mucho tiempo presente. Este es un momento en el que está emergiendo entonces, de alguna manera, Gonzalo Arango anticipó eso, la película que se estrenó hace un año lo tenía ya en mente, y siento yo que era un clima que estábamos sintiendo desde hace tiempo. Con respecto a la retrospectiva, mis tres primeros cortometrajes tratan de Colombia, y en ellos se siente también que hay una preocupación política y social.
Usted no le da al espectador un cine masticado, usted le exige masticar. Háblenos de su cine y lo que propone.
C. R.: Efectivamente, propongo un cine un poco diferente al que estamos acostumbrados a ver. El problema con el cine es que está un poco como entre dos dominios, dos áreas diferentes: se le pide que sea una obra de arte y al mismo tiempo se le pide que sea un producto industrial. Entonces estamos acostumbrados más a un cine que es más producto industrial y consumo de masas, dirigido a grandes públicos y que tiene fórmulas de hacerse, fórmulas narrativas. Digamos que, es común encontrar lo que llaman el arco narrativo, es decir, que una película va desde el principio y hasta el final teniendo un desenlace.
Mis películas no tienen desenlace, mis películas no tienen un arco narrativo, tienen más bien una dispersión de temas. Si lo fuéramos a asimilar. El cine industrial sería como una línea recta hasta el final, y el cine mío es más como un mapa. Un mapa en el que se pueden recorrer varios tipos de recorridos.
Mis películas no tienen desenlace, mis películas no tienen un arco narrativo, tienen más bien una dispersión de temas. Si lo fuéramos a asimilar. El cine industrial sería como una línea recta hasta el final, y el cine mío es más como un mapa. Un mapa en el que se pueden recorrer varios tipos de recorridos
En ese mapa se despliegan varias líneas temáticas. En “Los conductos” se despliega una línea temática que es la de su protagonista Pinky, que fue manipulado en una secta religiosa, escapó de ella, y luego quiso vengarse del líder que lo manipuló. Esa es la primera temática, de venganza, de testimonio personal. Pero luego comienzan a haber otras temáticas que van a resonar con la suya y se van a amplificar una tras la otra. Es, por supuesto, el trabajo del espectador el tratar de unir esos cabos y encontrar cuáles son los recorridos que propone ese mapa.
Termino entonces con una idea de venganza mucho más general, con ese personaje de Gonzalo Arango, Desquite, del que le hablé. El nombre, el apodo, lo dicen muy bien, “desquitarse”. Y desquitarse no es tanto la idea de venganza; el que se tiene que vengar tiene siempre detrás una idea de que se tiene que vengar porque hubo una injusticia contra él. Y lo que más me interesa, más que la venganza, es la idea de la injusticia que se siente por detrás.
Trabaja usted con celuloide en tiempos de digital...
C. R.: Siempre he trabajado desde celuloide. No estudié en una escuela de cine, estudié en una escuela de Bellas artes, entonces tengo una mirada muy particular hacia las imágenes y hacia la elaboración de imágenes. Siento que tengo que manipular las imágenes desde lo táctil, también.
Yo comencé en el cine con unos amigos de un laboratorio en París que se llama “L’Abominable”, gente que comenzó a recuperar las máquinas de celuloide, de proyección y de tratamiento que las industrias tiraron a la basura en el momento en el que iban a dar el gran paso hacia lo digital. Entonces, estos artistas sintieron (sentimos) que era el momento de apropiarnos de lo que la industria y el gran comercio dejaban por detrás. Consumir de otra manera el cine, consumir de otra manera esas máquinas, es decir, pensar en lo que ya no tiene más uso y darle otra vez un nuevo uso.
Siempre he trabajado desde celuloide. No estudié en una escuela de cine, estudié en una escuela de Bellas artes, entonces tengo una mirada muy particular hacia las imágenes y hacia la elaboración de imágenes. Siento que tengo que manipular las imágenes desde lo táctil, también
Esa es una primera idea, una primera aproximación, y nos lleva a la idea de cómo se consumen las cosas. Ese consumo hoy me lleva a otra idea, al consumo instantáneo, rápido, el consumo de las imágenes televisivas o difundidas en los medios de comunicación. Yo quería que mi cine no tuviera ese sello de lo que es actual, inmediato y que se olvida. Quería que hubiera una especie de idea de un cine que no tiene tiempo; que al mismo tiempo habla del pasado y del presente, pero hablando entre los dos también enuncia su futuro. Es decir que, la idea de ese formato es quitarle la inmediatez, que las cosas, las sociedades, las personas y las obras de arte tienen tiempos que son diferentes que las de los medios de comunicación.
Yo quería que mi cine no tuviera ese sello de lo que es actual, inmediato y que se olvida. Quería que hubiera una especie de idea de un cine que no tiene tiempo; que al mismo tiempo habla del pasado y del presente, pero hablando entre los dos también enuncia su futuro
¿Qué le pasó por la cabeza cuando ganó el premio a Mejor ópera prima en el Festival del Cine de Berlín? ¿Qué piensa cuando llega un reconocimiento así?
C. R.: Realmente sí fue una sorpresa, pues nunca nos anunciaron los premios. Yo estaba ahí sentado y, cuando me llamaron, verdaderamente no sé ni qué me pasó por la cabeza. Solamente salí al escenario a agradecer. El único agradecimiento que tenía era para el personaje y protagonista de la película, mi amigo Pinky. Hicimos la película juntos, y este era el retrato de su vida en un momento bastante complicado.
Lo que le quise decir a él y a todos los jóvenes, delante de toda esa gente, era que celebrábamos el futuro, que nos reíamos en el futuro también. Era como decir que esta historia no se acababa acá. En estos momentos en los que estamos pensando tanto en las revueltas en las que los jóvenes se sienten sin ningún porvenir (con mucha razón, lo digo, que sientan esto). Pero de todas maneras creo que es el momento, esa cierta indisciplina que se genera, es el momento en el que se va a generar un nuevo orden. Y eso esperamos todo, un nuevo orden, porque el actual no nos conviene. Pienso yo en ese futuro, eso pensé en ese momento recibiendo ese premio.
En “Los conductos” el adoctrinamiento es un tema central...
C. R.: Al principio de la película hay un diálogo , el primero, en el que Pinky nos cuenta como fue subyugado en esta secta religiosa; como fue seducido, también, porque la manipulación también pasa por la seducción; y luego hay un corte y se ve una banda militar de jóvenes, una banda de escuela, vestidos de militares, marchando todos al mismo ritmo.
¿Que es lo que un espectador puede entender de entre ese montaje?, entre el uno y el otro: en el primero, están adoctrinados por la religión, en el segundo, hay un ritmo de disciplina, todo el mundo está marchando al mismo compás. Entre las dos cosas se enuncia la idea de disciplina y orden. La película está constantemente diciendo que tuvo que romper con ese orden, romper con esa indisciplina porque esa disciplina traía más injusticia que la justicia que al principio le quisieron hacer creer. Entonces Pinky comienza, como un electrón libre, a buscar esa venganza, pero lo que busca más allá de la venganza es su propia emancipación, ese desorden que luego lo va a redimir.
Pinky comienza, como un electrón libre, a buscar esa venganza, pero lo que busca más allá de la venganza es su propia emancipación, ese desorden que luego lo va a redimir
La repetición también es un tema en el que insiste...
C. R.: Uno esto con lo que venía diciendo. Aparte de la religión y del orden militar y del orden de la disciplina, la manipulación y la seducción vienen también de la sociedad de consumo y de ese consumo exacerbado de marcas de ropa y de marcas de producto, que se duplica y se duplican al infinito. El consumo pide que la producción se acelere.
Luego, durante toda la película está esa idea de que se tienen que reproducir las cosas, de que hay un doble. Aparece el doble de Pinky, de alguna manera Desquite y Pinky son alter egos. Está esa reproducción de camisetas también, una cosa llama la otra, como si fuera el doble. Y esa idea de dobles yo la ligo mucho a la idea de la representación. Yo quería que dentro de la película se entendiera que lo que yo estaba ofreciendo al espectador no era tanto el retrato de una realidad, sino una reproducción de la realidad. Y, ofreciéndole esta reproducción, el espectador tenía que generar una idea crítica sobre la realidad. No quiero jugar con el efecto de lo realista en el cine, que uno crea que la historia es verdad entonces se va para la casa pensando que es así. No. Toda mi película está dispuesta en un dispositivo de duda, en el que se muestran los mismos mecanismos de reproducción de la película, cómo se hace ella misma. Con esa idea de que uno sea un espectador crítico, desconfiando de lo que ve.
Yo quería que dentro de la película se entendiera que yo no le ofrecía al espectador un retrato de una realidad, sino una reproducción de la realidad. Y, ofreciéndole esta reproducción, el espectador tenía que generar una idea crítica sobre la realidad
¿Qué consejo le daría a los jóvenes que empiezan a hacer cine?
C. R.: Lo único que puedo decir es que yo no llegué rápidamente al cine. Yo comencé estudiando pintura y pasé muchísimos años intentando ser pintor. Y conocí bastantes frustraciones artísticas. No fui capaz de ser pintor, y durante muchísimo tiempo no quise tener ninguna otra ambición artística. Y llegué al cine casi por cuestionas de azar, porque ya había abandonado toda idea de que iba a ser artista. Y me compré una camarita super 8 parta jugar. Y jugando, sin querer hacer ninguna obra de arte, fue que terminé entendiendo que ahí tenía una posibilidad de expresar un nuevo lenguaje artístico. Entonces, lo que yo le podría decir a los jóvenes es que hay que tener mucha paciencia y hay que entender esos procesos de frustración también. Una artista también se hace con tiempo y con malos momentos.
Yo le podría decir a los jóvenes que hay que tener mucha paciencia y hay que entender esos procesos de frustración. Una artista también se hace con tiempo y con malos momentos
¿Algo que nos pueda recomendar desde la música, el arte, el cine?
C. R.: Siempre intento esquivar esta pregunta. La esquivo porque es como hacer una especie de diagnóstico sobre lo que sería importante hoy, desde mi punto de vista, y prefiero que la gente busque en medio de la pluralidad de cosas. Pero sé que dentro de muy poco tiempo se va a estrenar aquí la película “Tantas almas”, de Nicolás Rincón Guille, una película que no he visto y que quiero ver. La recomiendo no como lo que yo vi, sino como lo que yo quiero ver.
Dentro de muy poco tiempo se va a estrenar aquí la película “Tantas almas”, de Nicolás Rincón Guille, una película que no he visto y que quiero ver. La recomiendo no como lo que yo vi, sino como lo que yo quiero ver
Camilo, usted vive en Europa, ¿cómo describe su relación con Colombia?
C.R.: Mi relación, la describo desde lejos. Y desde lejos, en un sentido total. Estoy haciendo una visión del país desde lejos que se conecta mucho a la palabra televisión, que la etimología dice que es la “visión de lejos”. Ahora, para responder a su pregunta, además de la retrospectiva y del estreno de “Los conductos”, va a haber una video instalación acá en la Cinemateca de Bogotá. El título de esta es “Tele-Visión”, y precisamente habla un poco de lo que es recordar el país y vivirlo desde lejos y crear una visión diferente a la que tienen cotidianamente los colombianos, porque es imposible tenerla desde lejos. Mi visión del país es la Tele-Visión.
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