ARTE

La artista que no tenía chances de vivir y hoy expone en Casa Tafur

La artista Cata Muñoz padece una extraña condición llamada síndrome de Silver Russell, a pesar de eso, no fue un impedimento para exponer su obra por primera vez en la galería Casa Tafur, donde explora aspectos íntimos de su vida.

19 de agosto de 2017
| Foto: Santiago Ramírez Baquero

De todas las personas que se encuentran en Casa Tafur, en la inauguración de la exposición enlazando mundos, la que más resalta es la artista: Cata Muñoz. Seguro por su abrigo con estampado de flores y sus tenis de luces, y sí, también por su baja estatura y su permanente sonrisa.

En las paredes de la galería cuelgan 41 obras de la artista, quién duró tres años realizándolas. Con una copa de vino en la mano, varios de los asistentes escuchan las palabras de la curadora Laura Esguerra. “El arte es algo muy cercano a cada uno, nos sirve para  transformar comportamientos, para conectarnos y para hablar el mismo lenguaje universal”, les dice.

Lucero es la que se ha encargado de gestionar el movimiento de la obra de su hermana. “Creo que el momento más especial fue verla pintar sola”, recuerda. Cuando se vendió la primera copia Lucero se dio cuenta que valía la pena gastar tiempo y trabajo en el proyecto de su hermana.

La exposición se divide en tres momentos. Todos muy enlazados a la vida de la artista.

Retratos

Todos los retratos de Cata están felices, nadie oculta su sonrisa. La exposición comienza con un autorretrato. De rosado radiante y ojos muy abiertos, el autorretrato es un experimento en el que la artista se expone ante los demás: “Mis ojos y mi sonrisa nadie los tiene. Soy especial”, dice Cata sobre sí misma.

Todos los retratados son personas cercanas a la vida de Cata, algunos incluso llegan a repetir. Como su hermana Lucero. “Porque antes tenía gafas y ahora no”, dice Cata, entonces decidió retratarla en su etapa universitaria y también en su etapa viajera, por eso en el segundo retrato aparecen nombres de países alrededor de su cuerpo “porque le encanta viajar”, dice la retratista.

Cata es la cuarta hija de Luz Dary. “Hace tres años comenzó a pintar, es una niña fascinada por la historia del arte”, dice la mamá.

“Mi hija nació con una discapacidad”.

De todos los retratos, hay uno que es especial. De buzo verde limón, y fondo del mismo color, aparece el doctor Penagos. “Lo pinté porqué me operó a los siete años”.

“Mi hija nació con una discapacidad”, recuerda Luz Dary. Los médicos le dijeron que la posibilidad de que su hija de siete años no sobreviviera era de un 98%. Cata nació con una lesión llamada Arnold-Chiari. Con el mundo abajo, y con la esperanza casi agotada, los padres de Cata decidieron creer en lo que parecía imposible.

“Nos aferramos a ese 2%”.

Ahí aparece el doctor Penagos, un neurocirujano que acepta el riesgo de tomar los casos que los otros médicos consideran perdidos. Alguien que también creyó en ese 2%.

“Cata a mí me llega con una historia de una niña con un retraso en desarrollo y con una enfermedad genética de ligamentos. Lo importante es que tuvo una lesión de la unión cráneo cervical, la habían operado, se produjo un cierre y llegó cuadripléjica”, recuerda el neurocirujano.

No podía tragar saliva ni tragar alimentos. “Estaba desahuciada”. Si no se hacía la operación moriría. Tocaba comprimirle la columna y liberarle la médula, para que pudiera tragar y volver a caminar. “La operamos”, dijo la mamá.

Le llaman “el milagro de Cata”.

Cuando Penagos recorrió la exposición y se encontró con su retrato solo pensó en una cosa: “quedé igualito”.

Vida

Solo hay una pintura con personas tristes. Son personas que no tienen hogar. Es la única pintura con colores oscuros, donde no hay alegría. “Conocí a unos jóvenes hace 15 años y creamos la fundación Catalina Muñoz, donde construimos casas”, dice la mamá de la artista.

Ya llevan 3000 construidas, y por eso la pintora no es indiferente a este espacio que abrió su familia. Pero, así como hay una familia triste por no tener casa, en la siguiente pintura Cata explora la felicidad que trae el hogar.

Ilógico sería que una familia como la de Cata no creyera. Por eso la artista le dedicó cuatro pinturas a su fe. Imágenes en donde explora símbolos del catolicismo. “Gracias a Dios”, finaliza la artista en la charla de la exposición.

Historia del arte

Cata lleva estudiando la historia del arte desde que decidió armarse con pinceles y embadurnarse con pintura de colores. La tercera parte de la exposición es un estudio por diferentes obras en donde fácilmente se reconocen un autorretrato de Frida Kahlo, una gorda de Botero y la noche estrellada versión Cata.

Dice que se muere por la obra postimpresionista de Van Gogh y que le gustaría verla alguna vez en su vida. “Me encanta pintar porque pienso en la gente”, dice Cata.

Los doctores le mandaron a usar un chaleco por un problema de columna, y ella, sin dejar a un lado su alegría y estilo autentico solo pudo decir: “me faltan solo las flores para ser como Frida”.