FICCI 63
Cierre supremo: con muchos reconocimientos y algunos contratiempos, se bajó el telón de un virtuoso FICCI de transición
En el Teatro Adolfo Mejía, la edición 2024, una que marca el inicio de un nuevo orden, cerró con la proyección de ‘In the Summers’ y coronó a ‘La Suprema’ con el Premio del público. FICCI 63 dejó la sensación de que siempre se puede mejorar, pero “es mejor corregir ganando”. Dejamos una crónica de la noche y un balance de lo vivido en un inspirador evento.
En la clausura de FICCI 63, como era fácil imaginarse que podía suceder, antes de la última proyección hubo un nutrido pero necesario tramo de protocolo, que se extendió por casi dos horas. Después de la que había sido una entrada caótica al recinto, por cuenta de un corte de luz a dos horas de la ceremonia, que puso a la organización a bailar con el frenesí y a la gente con la incertidumbre (además de una proliferación de invitaciones desatendidas), quizá la velada se hizo más larga de lo que muchos estaban dispuestos a soportar. Así que cada quién aguantó lo que pudo. Algunos se quedaron a todos los premios y a la película de clausura. Otros fueron dejando el recinto conforme su interés se veía resuelto...
Nosotros aguantamos, porque había que presenciar lo que sucedía y porque se termina lo que se empieza, especialmente si es bueno. Al final del túnel, además, había una valiosa película, una ópera prima que había recogido aplausos en el Festival de Sundance de este año y se guardaba varios puntos de intriga.
Dirigida por la colombo-estadounidense Alessandra Lacorazza y presentando el primer papel dramático y protagónico de René Pérez Joglar, más conocido como Residente, cantante de la agrupación Calle 13, In the Summers (2024) es una observación en cuatro actos, a través del tiempo, de la relación de un padre, tan inteligente como inestable, con sus dos hijas (¿o son tres?).
Pérez Joglar entrega en Vicente un protagonista valioso porque se siente su inestabilidad, porque es muy duro de apoyar. Y es que se le hace barra, se percibe su esfuerzo inicial de conectar con sus hijas pequeñas y hacerlas prioridad cada vez que lo visitan durante el verano (viven con su madre el resto del año). Pero, al ser adepto del alcohol y albergar varias frustraciones de hombre brillante que no trascendió el metro cuadrado en el que nació, su pueblo, Las Cruces, este padre no puede evitar que sus demonios y frustraciones tensionen el ambiente y arruinen los puentes que trata de construir. Y desde su normalizado alcoholismo los invita. Es difícil quererlo, como sucede con la humanidad de luces y sombras. Y cuando va descubriendo que Violeta, su hija favorita, la “más inteligente”, es lesbiana, no sabe bien cómo asumir el hecho. Y cuando va dejando secar el lazo con su otra hija, Eva, va acercándola lentamente su propia espiral desoladora.
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Lacorazza Samudio, nacida en Bogotá, aseguró tener muy presente la conexión con este país. Algo muy parecido sucede con otra actriz que se destaca en la película, Sasha Calle, que deja en la versión de Eva de más edad, un personaje que milagrosamente parece esquivar el desastre. Porque se cuelan matices de esperanza. Porque pasan cosas muy duras en estas cuatro capturas de tiempo, pero también hay lugar a una callada reparación inspirada por una nueva vida. Una valiosa cinta de cierre, en el código sensible que propuso todo el festival.
Premios e impulsos necesarios
Por más larga que fue la noche y por más que algo se puede replantear en cómo se entregan estos reconocimientos, fue muy gratificante ver a los ganadores de premios subir para la foto, ser reconocidos ante todo el festival y, en muchos casos, hablarle al Adolfo Mejía, valorar el impulso que les significan estos apoyos para seguir. No son palabras vacías. Es bonito ver emoción genuina.
La noche abrió con un merecido homenaje a Yolanda Pupo de Mogollón, directora del Museo de Arte Contemporáneo de Cartagena e ícono cultural de la ciudad, quien recordó con su entrañable voz hacer parte del primer FICCI de la historia. Y entonces se entregaron muchos, muchos premios, que los patrocinadores de cada uno presentaron.
Premios notables
Antes de dar rienda suelta a los anuncios, el director artístico del festival, el alemán Ansgar Vogt, aseguró, emocionado, sobre su primera edición: “No hemos hecho más que empezar”, y destacó lo bello de los comienzos y de haber logrado mucho de lo que se pactaron con el director general del evento, Alessandro Basile, para esta “edición de transición”. Pidió una ovación para su equipo y también para el público que llenó salas y conversatorios y dinamizó todo con su presencia y curiosidad.
Entre muchos reconocimiento, destacamos la categoría de cortometrajes “Reconocimiento Trabajo decente” que premió, entre varios cortos, a Tarro vacío, de Vitilio Iyokina Gittoma, que llegó desde el Amazonas a recibir y agradecer mucho su premio por “las ganas y los ánimos que le da de seguir contando historias”. El director expuso emocionado el reto muy grande que fue hacer su corto y llegar al Adolfo Mejía desde su territorio y se ganó un enorme aplauso. Según la curaduría, el corto “expone la brecha entre el conocimiento ancestral y el mundo científico, dejando en evidencia una institucionalidad que desconoce la importancia espiritual de las prácticas alrededor de la hoja de coca”.
Y entonces vinieron los premios del público. En categoría cortometraje ganó el corto de terror Polvo sin tierra, de Gabriel Gaona y Chicha Films, que demuestra que un género antes mirado por encima del hombro sigue ganando espacios de respeto a pulso y talento. En charla breve con el director, sobre su película nos dijo: “Es cine híbrido el que hacemos, no solo de terror, pero sí nos interesa esa reivindicación del género, uno que puede ser bien hecho y que es capaz de hablar de las realidades. Porque estos géneros, el terror, la ciencia ficción, tienen algo más, un punch emocional adicional, que permite hablar de coyunturas como la colombiana, que carga violencias dolorosas”.
Y luego vino la coronación de la cinta campeona para el público, La Suprema. Hablaremos en un artículo sobre todo lo que implicó hacerla y todo lo que ofrece como historia, antes de su llegada a cines colombianos. Por ahora, basta decir que es muy, muy fácil conmoverse y verse cautivado por este relato que une a un pueblo que no aparece en el mapa a conseguir la manera de ver la pelea por el título de uno de sus integrantes. “Embajadores de La Suprema. Sigamos contando nuestras historias”, aseguró su coguionista y productor ejecutivo Andy Sierra ante el público del auditorio, mientras que su actriz principal, Elizabeth Martínez, agradeció la gran recepción de su película por parte de toda la gente de La Suprema.
Del director Felipe Holguín Caro y la productora María Teresa Gaviria, y rodada en la vereda La Suprema del municipio de Matuya en María la Baja (Bolívar), abrazada e impulsada por su comunidad, La Suprema llegará a salas de cine comerciales el próximo 2 de mayo.
Se entregaron también dos importantes premios que abren la puerta a las producciones iberoamericanas escogidas al radar de los premios Óscar. La categoría “Largometraje documental y cortometraje iberoamericano que opta para calificar a los OSCAR Academy Awards” premió, en largometraje, a Ozogoche, de Ecuador, una propuesta calificada por sus jurados de contemplativa y arriesgada en estética, “que demuestra empatía, ternura, asombro y emoción, sin caer en estereotipos”, y que entrecruza temas de paisaje, de niños y de cambio climático.
En cuanto al cortometraje, se eligió a Un pájaro voló, de Leinad Pájaro De la Hoz, un corto emocional y emotivo que lidia con el duelo desde los vacíos de la amistad, que le permite a su director rendir homenaje a su padre y también pasar página y asumir lo mucho que viene. Con el director barranquillero hablamos extensamente sobre este corto y tenemos pendiente publicar lo que nos compartió sobre sus otros dos fantásticos cortos, El hijo del Dragón y Atmósferas.
La mirada 2024
El cine colombiano fue nuestro mayor foco, con siete películas vistas, muchas de las cuales dialogan con la idea de la nueva familia tradicional en el país, marcada por la ausencia; entre ellas, La piel en primavera, Malta, Yo vi tres luces negras, y se debe sumar El vaquero y La Suprema.
También hubo lugar para lo experimental (y algo denso) con La laguna del soldado, y para el estreno en pantalla grande del documental Igualada, sobre Francia Márquez Mina, la defensora de su territorio que, con tesón te y liderazgo aspiró a la presidencia, y se convirtió en la primera mujer de raza negra (no descendiente de esclavos, de gente que fue esclavizada), hija de empleada de servicio de este país que llega a la vicepresidencia del mismo. El documental de Juan Mejía Botero nos recuerda a muchos que el hecho de que siga viva y haya llegado tan lejos es un milagro en un país tan racista, que tan insistentemente mata a sus líderes sociales. Relataremos la experiencia de ver la película en el barrio El Pozón en una crónica imperdible.
Fue tan nacional nuestro interés, directa o indirectamente, que incluso el cine internacional, con la película de cierre y con la fantástica y voladísima Pepe, de director dominicano Nelson Carlos De los Santos Arias (ganó Mejor dirección en Berlinale), tienen lazos fuertes con Colombia. Mucha de su trama y de su corazón viene del Magdalena medio. Para algunos una caricatura, para otros un reflejo a la vez humorístico y respetuoso, esta película habla del viaje de un hipopótamo alejado de su manada en Colombia, luego de verse alejado forzosamente de su África de origen. En el fondo, es imposible definirla como solo eso, porque es muchas cosas a la vez, incluyendo postulado anticolonialista.
Expansión asombrosa
Hubo lugar para otras expresiones del séptimo arte. Presenciamos un programa de cinco cortos muy interesantes y una presentación del FICCI Expandido, con la genial experiencia Flotando con espíritus / Floating with Spirits, de Juanita Onzaga, que más allá de pequeños líos de computador (exige una máquina muy potente) se confirmó de una brillantez poética elevada.
Homenajes a la altura
Asghar Farhadi e Isabel Coixet dieron charlas notables sobre las notables películas que han hecho a los largo de décadas de trabajo cinematográfico, cuentan los afortunados que las presenciaron, y, en su calidad de invitado ilustre, Sergio Cabrera nos ofreció unas respuestas sobre el rol de los intelectuales y el estado actual del cine, que no lo alienta demasiado, que compartiremos pronto.
En el marco de los Premios India Catalina, que coronaron a la ficción La Primera Vez de Netflix como la producción más galardonada de la noche, con siete estatuillas, se le rindió tributo a las trayectorias de Víctor Mallarino y Angie Cepeda.
Cine en los barrios y en los municipios
Vivir de cerca una experiencia de cine en los barrios, en las comunidades, en las veredas, en los municipios, demuestra lo clave que es hacerlo. Porque el cine interviene a una comunidad y la comunidad interviene al cine. Colegas pudieron ver La Suprema en la comunidad del mismo nombre, que recibió y abrazó el proyecto, y tiene algo para recordar siempre sobre esa experiencia. Yo, por mi parte, tuve la fortuna de asistir a una proyección de Igualada, de Francia Márquez, con presencia ministerial y con expresiones culturales impresionantes. En el ambiente se respiró orgullo y posibilidades.
Para mejorar
*El audio en el hermoso teatro Adolfo Mejía, a pesar de todos los esfuerzos hechos, sigue teniendo dificultades. Y aún así, es difícil imaginarse lo bello que es estrenar ahí cine. Falla ocasionalmente, y cuando no sucede, es mágico.
*Ojalá, con el fortalecimiento de todas las aristas de este vasto esfuerzo alrededor del cine, se consiga una sala de prensa con la dotación necesaria para agilizar todo desde la Ciudad amurallada, cuando se le necesite.
La región que acoge
Parte de esta visita de cine también permitió ampliar el marco de su contexto geográfico con dos visitas al territorio. La primera, a Palenque, donde se conoció de cerca la gente y se percibió su conexión muy presente con lo ancestral, que aplica en su lengua, en sus leyes, sus sanaciones y pasa por sus expresiones culturales. Un territorio africano en América, cuna de resistencia, tiene una energía distinta. Y también tiene la fascinante casa de la agrupación Kombilesa Mi y una increíble estatua de Benkos Biohó. También vale destacar la estatua de otro hijo ilustre del territorio, Antonio Cervantes, el inigualable ‘Kid Pambelé’, que bien se ganó se homenaje a pulso y grandes puños en el boxeo (y que merecía que su nombre fuera más notable que el de los políticos que la inauguraron).
También se visitó Galerazamba, el lugar que antes de llamarse así (ese bautismo sucedió en los años cincuenta) fue el origen de la India Catalina. Aparte de una bella capilla, el municipio ofrece una veneración por la sal y por sus tradiciones, que consigna en un museo que mezcla arqueología, tradiciones y leyendas. Y claro, unas salinas impresionantes y volcanes de barro.
Por último, la exposición La magia es Bolívar fue vitrina para las variadas, particulares y valiosas expresiones de los municipios del departamento, como los tejidos tan importantes para procesar dolores indecibles en Mampuján, las ancestrales gaitas en San Jacinto (hembras y machos), entre muchas otras, ¡como trompos en el Festival del Retorno! Poniendo de presente los muchos festivales que acoge y el calor de su gente, demuestra su innegable e imperdible color.